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Cónclave de 1922



Después de un papado de ocho años, el Papa Benedicto XV murió el 22 de enero de 1922 de neumonía. A su muerte, había 61 miembros en el Colegio cardenalicio. Sin embargo, más tarde ese mismo día, Enrique Almaraz Santos, el arzobispo de Toledo, murió, dejando a un colegio de 60 cardenales para elegir al sucesor de Benedicto XV.

La elección dio sus frutos el 6 de febrero, con el advenimiento del arzobispo de Milán Achille Ratti, quién tomó el nombre de Pío XI.

El 2 de febrero, en la Capilla Sixtina, había 53 de los 60 cardenales. Los cardenales José María Martín de Herrera y de la Iglesia, Giuseppe Prisco y Lev Skrbenský z Hříště no asistieron por motivos de salud; los cuatro cardenales no europeos - William Henry O'Connell de Boston, Denis Dougherty de Filadelfia, Louis-Nazaire Bégin de la ciudad de Quebec y Joaquim Arcoverde de Albuquerque Cavalcanti de Río de Janeiro no llegaron a tiempo y en consecuencia no participaron del cónclave. Gracias a ello, Pío XI, durante su pontificado, pudo cambiar las reglas para la elección, ampliando el tiempo entre la muerte de un Papa y la elección de su sucesor, para que los cardenales de lugares remotos tuvieran más posibilidades de participar en el cónclave.

Los últimos cinco cónclaves habían producido un constante vaivén entre conservadores y liberales, desde Gregorio XVI en 1831 (conservador) a Pío IX en 1846 (liberal en un comienzo, conservador hacia sus últimos años). Luego de su muerte en 1878, fue sucedido por el liberal León XIII, quien a su muerte fue sucedido por el conservador Pío X. En 1914, el liberal Benedicto XV, un protegido del cardenal vetado como Papa en 1903, Mariano Rampolla, fue elegido. La pregunta que muchos se hicieron en 1922 fue: ¿a qué lado pertenecería el nuevo Papa?

El cónclave de 1922 fue uno de los que presentó mayor división entre sus electores en muchos años. Mientras que dos de los tres últimos cónclaves había durado tres días o menos, el de 1922 duró cinco días. Le tomó catorce votaciones a Achille Ratti, arzobispo de Milán, para llegar a la mayoría de los dos tercios necesarios para la elección, y posteriormente instalarse como el Papa Pío XI.

Achille Ratti fue difícil de clasificar en términos de conservador/liberal, cómo se había hecho con la mayoría de sus predecesores inmediatos. La mayoría lo considera como un conservador moderado, a la derecha de Benedicto XV, pero a la izquierda de Gregorio XVI, Pío IX y Pío X. Él también era notablemente diferente de su predecesor. Considerando que Benedicto fue un diplomático aristocrático de mala salud, Ratti fue una combinación inusual de un erudito, un bibliotecario, un diplomático y un talentoso escalador.

En otras épocas, Pío XI habría sido clasificado como un gran Papa. Sin embargo, él tuvo la mala fortuna de competir por el perfil histórico con una serie de papas de alto perfil en el siglo XX: Pío X, quien fue canonizado; Pío XII, el controvertido Papa de la Segunda Guerra Mundial; el aclamado Juan XXIII (más tarde Santo); el polémico teólogo Pablo VI; el Papa Juan Pablo I, conocido simplemente por la brevedad de su pontificado (33 días) y por las controversias sobre su muerte; y el Papa Juan Pablo II, que se convirtió en una especie de icono para el papado. En ese contexto, el Papa Pío XI ha tendido a pasar inadvertido, uniéndose a su predecesor Benedicto XV como uno de los "papas olvidados" del siglo XX.



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