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Cabira



Cabira (/ kəˈbaɪrə /; en griego: τὰ Κάβειρα, Kabeira) era una ciudad del Antiguo Ponto en Asia Menor, en la base de la cordillera del Paryadres, a unos 150 estadios (stadia) al sur de Eupatoria (o Magnopolis), que estaba en el cruce de los ríos Iris y Lycus. Eupatoria estaba en medio de la llanura llamada Phanaroea, mientras que Cabira, como escribió Estrabón, estaba en la base del Paryadres.[1]

Mitrídates el Grande construyó un palacio en Cabira y había allí un molino de agua (en griego: ὑδραλέτης), lugares para guardar animales salvajes, terrenos de caza y minas. A menos de 200 estadios de Cabira se encontraba la notable fortaleza de Caenon (Cenonconio, en griego: Καινόν [χωρίον]), donde Mitrídates guardaba sus pertenencias más valiosas. Durante la tercera guerra mitridática, en la que Mitrídates se opuso a los romanos, el rey, eligió Cabira como su nuevo cuartel general en el invierno del 73 a. C.[2]​ Al año siguiente, sin embargo, el cónsul romano Lucio Licinio Lúculo derrotó estrepitósamente a Mitrídates en una batalla en Cabira. Pompeyo, más tarde, la engrandeció y la rebautizó como Dióspolis (Διόσπολις).

En la época de Estrabón, una mujer, Pitodoris, viuda del rey Polemón I, tenía controlada Cabira y las ciudades de Zelitis y Magnopolis y cuando Estrabón escribió, sus tesoros ya se encontraban en el Capitolio de Roma. Sin embargo, imitando a Pompeyo, Pitodoris, la llamó Sebaste (Σεβαστή) que era el equivalente griego de Augusta y la utilizó como residencia real.

Cerca de Cabira, probablemente en una villa llamada Ameria se encontraba un rico templo con un gran número de esclavos y riquezas, a disposición del sumo sacerdote del lugar.[3]​ Allí se adoraba al dios lunar Men de Farnaces (Μήν Φαρνάκου). La ciudad también acuñó monedas locales con la leyenda 'Καβηρων'.[4]

Estrabón, natural de Amasia, no podía ignorar el asedio de Cabira. El único lugar que corresponde con su descripción es Niksar, en la margen derecha del Lycus, a casi 43 km del cruce del Iris y el Lycus. Pero Niksar es la antigua Neocaesarea, un nombre que aparece por primera vez en Plinio el Viejo, quien dice que está en el Lycus.[5]​ No existen rastros de ninguna ciudad antigua entre Niksar y la unión de los dos ríos, por lo que la conclusión de que Niksar es un nombre posterior de Cabira, y un nombre más reciente que Sebaste, parece segura.[6]​ Neocaesarea parece haber surgido bajo los primeros emperadores romanos. John Anthony Cramer afirmaba que las monedas más antiguas de Neocaesarea llevan la efigie de Tiberio,[7]​ pero Sestini, citado por Albert Forbiger, asignaba el origen de Neocaesarea a la época de Nerón, alrededor del 64, cuando Ponto Polemoniaco se convirtió en una provincia romana.[8]​ La solución más simple a esta cuestión es que Neocaesarea era una ciudad nueva, que podría estar cerca de Cabira. Fue la capital de Ponto Polemoniaco, el lugar de nacimiento de Gregorio Taumaturgo, y el lugar de un concilio de la iglesia en 314. Amiano Marcelino la anota como la ciudad más destacada de Ponto Polemoniaco: era, de hecho, la metrópoli.[9]​ Según Paulo Diácono, el lugar fue destruido por un terremoto.[4]

Cramer supone que Neocaesarea es lo mismo que Ameria, y agrega que Neocaesarea fue la sede principal de una idolatría pagana y supersticiosa, lo que da lugar a otra presunción de que se habría levantado sobre los cimientos de Ameria y el culto del dios Men. Sin embargo, Ameria parece haber estado en Cabira o cerca, y todas las dificultades se reconcilian suponiendo que Cabira, Ameria, Neocaesarea estuvieron todas en el valle del Lycus, y si no en el mismo lugar, al menos muy cerca una del otra. Estéfano de Bizancio se añade dificultades al decir, o parece decir, que los habitantes también se llamaban adrianopolitae, lo que sugiere que Adrianópolis o Hadrianópolis fue otro nombre de la ciudad en su tiempo.[10]​ De dónde sacó todo esto, nadie puede decirlo.[4]​ Los eruditos modernos identifican a Hadriane como uno de los nombres de la ciudad.[6][11]

Hamilton fue informado en Niksar de que en la carretera de Niksar a Sivas, y a unas catorce horas de Niksar, existe una alta roca perpendicular, casi inaccesible por todos lados, con una corriente de agua que fluye desde la parte superior y un río en su base. Esta es, exactamente, la descripción que hace Estrabón de Caenon.[4]

Los eruditos modernos fijan su localización en la moderna Niksar, en la Turquía asiática.[6][11]



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