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Caja surrealista



Caja surrealista es un concepto artístico desarrollado por Marcel Duchamp y Man Ray entre el momento en que formaron Société Anonyme, Inc. (1920) y su encuentro con Joseph Cornell y el galerista Julien Levy.[1][2]

La caja surrealista, objeto hecho o fabricado, en contraste con el objeto ya confeccionado, se atreve a ofrecer en un universo condensado, escultura y pintura, ensamblaje y collage de elementos más o menos heterogéneos.

La caja surrealista se compara con los conceptos de ensamblaje, libro de artista y libro-objeto porque en la mente de Duchamp este tipo de objeto se concibe ante todo como un "múltiple".[3]​ A partir de 1914, hizo, gracias a la fotografía, lo que le permitió duplicar sus notas y bocetos, es decir, varias copias de una caja, cada una de las cuales era realmente única (numerada, dedicada o de un diseño diferente). En esto siguió el enfoque del grabador que realiza una serie de impresiones a partir de un único modelo (el cuadro). Cuando André Breton o Joseph Cornell se proponían hacer una caja, era una copia única que seguía su propio pensamiento, el del objeto encontrado. Es por tanto, el mismo concepto que, al final, no conduce al mismo resultado: existe lo único y luego hay duplicados y para Duchamp, no había ninguna diferencia, así que hasta 1967, hizo duplicados de sus obras y cajas "reediciones", validadas por un galerista como Arturo Schwarz.

El maestro de obras en este campo es Marcel Duchamp que, por ejemplo, en su Boîte-en-valise (o Valise, 1936-1941) reúne su Gran vidrio reducido, fotos de sus ready-mades (Rueda de bicicleta, La Fuente) y diversas reproducciones de elementos plásticos y pictóricos, como si fuera un gabinete de curiosidades de viaje, un "museo portátil" o un maletín de muestras de un representante de comercio, obra destinada principalmente a coleccionistas estadounidenses y que requería una gran organización. Pero La Valise tenía un precedente, La Boîte verte (1934), que no se había hecho por sí sola. Henri-Pierre Roché[4]​ y Man Ray[5]​ cuentan que Mary Reynolds, compañera de Duchamp, que había decidido hacer de la encuadernación su profesión en 1929, echó una mano a Duchamp, que también contrató a Joseph Cornell.

Según Gilbert Lascault, la caja surrealista frustra su función como objeto, acomoda los materiales más opuestos en su expresión más incongruente, defiende lo abierto y permite lo cerrado, lo secreto y lo desvelado, lo pequeño y lo inmenso, lo pesado y lo ligero, redescubre el perfume rancio de los escondites infantiles, los cajones invisibles de las secretarias profusas, el doble fondo de los ataúdes, disipa la ambigüedad del simbolismo femenino de la caja por su voluntad de domesticar un poco el amor y la muerte, los sueños de las formas de vivir, de cerrar o abrir puertas.



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