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Calcañar



El calcáneo (del latín calcaneus o calcaneum) es uno de los siete huesos del pie o tarso, corto, asimétrico e irregular. Ha tomado su nombre de calcare (‘pisar’), por ser el hueso que forma el talón. Su diámetro antero-posterior es el mayor. Consta de seis caras o lados: superior e inferior, laterales y anterior y posterior. Este hueso constituye el talón del pie.

Se encuentra en la fila posterior, dirigida de posterior hacia anterior junto al astrágalo y escafoides. Se articula con el astrágalo por craneal y con el cuboides por anterior. Constituye el primer punto de apoyo del pie durante la marcha, situándose en una de las zonas peor irrigadas del cuerpo y protegido por la almohadilla plantar de tejido adiposo o grasa plantar formada por columnas de tejido adiposo separadas por tabiques de tejido fibroso, la recubre plantarmente la aponeurosis plantar o fascia, esta grasa plantar tiene función amortiguadora, la cual está implicada en diversas enfermedades, como la fascitis o el espolón calcáneo.

La posición del calcáneo en relación con el astrágalo (articulación subastragalina) y al suelo determinan la posición de retropié (parte posterior del pie formada por el astrágalo y el calcáneo) en varo, en valgo o neutra. Los retropiés varos y sobre todo, los retropiés valgos, son responsables de distintas enfermedades del aparato locomotor y contribuyen a que aparezcan alteraciones de la marcha normal fisiológica, con consecuencias clínicas importantes (dolor, sobrecargas, aplanamiento, fatiga muscular, juanetes, etc.) tanto a nivel de pie como a nivel del miembro inferior. De todo esto se deriva que su posicionamiento espacial es muy importante para contribuir a una marcha correcta y a la salud del resto del conjunto articular del pie.[1]

Es un hueso que al ser cúbico posee 6 caras, cuyos detalles son:[1]



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