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Calicó



El calicó (del francés calicot), impropiamente llamado a veces ‘percal’,[1]​ es un tejido de algodón, realizado con ligamento tafetán, de aspecto rústico debido a los restos de almidón en la fibra que lo compone, el cual está sin blanquear.[2]​ Puede estar estampado por una cara con colores vivos.

Es originario de la India,[3]​ donde se fabricaba ya en el siglo XI. El vocablo francés calicot deriva de la ciudad de Calicut (actualmente, Kozhikode o Kōlikkōdu), situada en suroeste de la India, en el estado de Kerala, donde se tejía el calicó de forma artesanal. Los estampados brillantes y coloridos se popularizaron en Europa en los siglos XVII y XVIII, dando lugar al chintz.

El calicó es un material barato que se utiliza para ropa infantil y sobre todo para las «glasillas»[4]​ (también llamadas ‘toile’) o prototipos de prendas especiales,[5]​ como los vestidos de novia o los modelos de alta costura, para poder corregir antes de cortar el tejido definitivo. En tapicería es el material con que se realiza el «tapizado en blanco» de sofás, sillones, sillas, etcétera.

El calicó se teje con hilos de algodón cardados; por eso la superficie resulta algo velluda. También existe el calicó realizado con mezcla de algodón y poliéster.[6]

El calicó es una tela relativamente rígida, menos que la lona o tela vaquera.[6]​ Debido a su composición (algodón 100 %), cuando se lava pierde rigidez y encoge.[6]​ Se arruga fácilmente.

Tanto si el calicó está totalmente teñido como si es estampado va perdiendo color con el uso y el lavado,[6]​por lo que puede desteñirse y perder prestancia con facilidad.




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