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Calvicie



Alopecia (del griego alopex) se refiere a la pérdida anormal o rarefacción del cabello. El término se considera un sinónimo de calvicie. Puede afectar al cuero cabelludo o a otras zonas de la piel en la que existe pelo, entre ellas las pestañas, cejas, axilas, región genital y barba.[1]

La alopecia puede clasificarse en multitud de grupos, según su origen y manifestaciones, pero la forma más frecuente es la alopecia androgénica, también llamada alopecia androgénetica o calvicie común, que es responsable del 95% de los casos y afecta principalmente a los varones, menos frecuentemente a las mujeres, y debe su nombre a que está provocada por la acción de las hormonas masculinas o andrógenos sobre el folículo piloso, provocando su miniaturización progresiva.[2][1]

Otras formas comunes de alopecia son la alopecia areata, en la que la pérdida del pelo no es definitiva y se circunscribe comúnmente a un área determinada; la alopecia universal que es la forma extensa de la alopecia areata; y la alopecia cicatricial que está provocada por una destrucción del folículo piloso y es por lo tanto irreversible. Existen muchas variedades de alopecia de presentación menos frecuente que pueden estar originadas por causas genéticas, medicamentos, infecciones cutáneas, traumatismos, deficiencias nutritivas y ciertas enfermedades de la piel o generales.[3][4]

El término alopecia fue descrito por el dermatólogo francés Raymond Sabouraud y deriva del griego alopex (zorro), debido a que este animal cambia de pelo dos veces al año.

El pelo humano presenta tres etapas en su desarrollo normal. La primera y más larga es la fase anágena o de crecimiento, que dura entre 2 y 6 años, durante la cual el pelo crece un centímetro al mes por término medio; le sigue la fase catágena o de reposo, que dura unos 20 días; y, por último, la fase telógena o de caída, período que dura alrededor de 3 meses. Por término medio en un día se pierden alrededor de 70-100 cabellos, que en condiciones normales van siendo sustituidos por otros nuevos que genera el folículo piloso.

Cada cabello crece de un folículo piloso, y cada folículo piloso sigue su propio ciclo, que es independiente de los que están a su alrededor. Por ello, en un momento determinado, cada cabello se encuentra en una fase diferente de su ciclo de vida. En el cuero cabelludo de una persona sin alopecia existen entre 100.000 y 150.000 cabellos, de los que un 85% están en fase anagén o período de crecimiento, un 1-2% en catagén o fase de reposo y un 13-14% en fase telogén o de caída.[1][5]

Debido a que las enfermedades que pueden producir alopecias son múltiples, es importante en dermatología establecer una clasificación de las mismas para facilitar su diagnóstico y tratamiento. En general, las alopecias se dividen en 2 grandes grupos: alopecias cicatriciales y alopecias no cicatriciales. En las alopecias no cicatriciales que constituyen la inmensa mayoría de los casos, el pelo se pierde, pero el folículo piloso que lo produce está intacto, por lo que son potencialmente reversibles y es posible la recuperación con algún tratamiento. En cambio, en las alopecias cicatriciales tiene lugar la destrucción del folículo piloso por algún mecanismo, bien de tipo inflamatorio, infeccioso o traumático, y en consecuencia, la pérdida de pelo es irreversible. Algunas enfermedades crónicas del cuero cabelludo pueden provocar en una primera fase alopecia no cicatricial y después de un período de evolución más o menos largo, ésta se convierte en cicatricial. [6]​ Las alopecias no cicatriciales más frecuentes son la alopecia androgénica o calvicie común, la alopecia areata, el efluvio telógeno y algunos tipos de tinea capitis que son infecciones por hongos que afectan al cuero cabelludo. Las alopecias cicatriciales son poco frecuentes, pueden ser congénitas, como la aplasia cutis congénita, provocadas por ciertos agentes infecciosos, como en el caso del favus, la lepra o el querion de Celso, originadas por tumores malignos que afectan al cuero cabelludo o debidas a otras enfermedades de la piel o generales, como el lupus eritematoso cutáneo, la esclerodermia, el liquen plano, la pseudopelada de Brocq y la foliculitis decalvante.

Otra forma de realizar la clasificación es basándose en su extensión, si afectan a una región concreta se llama alopecia circunscrita, mientras que si la afectación es más general, se denomina alopecia difusa. También pueden dividirse en alopecias congénitas cuando se deben a algún trastorno presente desde el momento del nacimiento y adquiridas cuando se desarrollan en la vida adulta. Basándose en la causa, se clasifican como hereditarias, de origen infeccioso, tumorales, por dermatosis, por enfermedades generales y de causa traumática.

En las alopecias no cicatriciales el folículo piloso no se destruye, aunque presente otros cambios funcionales.

La alopecia androgénica, también llamada alopecia androgenética, alopecia común o calvicie común, es la forma más habitual de alopecia, correspondiendo al 95% de los casos.[1]

Afecta principalmente al hombre, pero también a la mujer, siendo más frecuente en la raza blanca. Se calcula que a los 50 años, la presenta con mayor o menor intensidad el 55% de los hombres y alrededor del 10% de las mujeres de esa raza. En su etiología hay que destacar 2 factores, el genético y el hormonal; aunque existe un componente hereditario, no se conoce el gen responsable, pues se trata de una herencia poligénica dominante, el factor hormonal depende fundamentalmente de las hormonas masculinas o andrógenos que actúan sobre los folículos pilosos predispuestos genéticamente a la afección, provocando su miniaturización progresiva hasta ocasionar su atrofia completa y fibrosis.[1]

Existen dos patrones de afectación, el masculino con pérdida de pelo localizada principalmente en las zonas frontal y parietal que se manifiesta inicialmente por el retraso progresivo de la línea de implantación anterior del pelo, lo que se conoce habitualmente como entradas, con afectación más tardía de la región del vértex o coronilla. En el patrón femenino, la pérdida de cabello es difusa, no se producen zonas de calvicie total y queda respetada la línea de implantación anterior, es decir no existen entradas.[1]

En relación al tratamiento, sólo existen 2 medicamentos que hayan probado en estudios científicos su eficacia, el minoxidil que se aplica en forma de solución sobre la piel y el finasteride que actúa bloqueando la producción de andrógenos y se administra por vía oral en forma de comprimidos. Ambos tienen eficacia limitada.[1]

Son todas aquellas producidas por traumatismos físicos. Las más habituales están provocadas por someter el cabello a tracciones repetidas o peinados tensos como trenzas, moños, etc. Se distinguen varias posibilidades según el mecanismo causante.

Es un tipo de caída del cabello que ocasiona parches redondos.[8]​ En muchos casos esta condición solo afecta un punto (Alopecia areata monolocularis) y suele curarse de forma espontánea, pero también puede extenderse a toda la cabeza (alopecia areata total) o al cuerpo en su totalidad (alopecia universal). Los folículos pilosos no quedan destruidos con esta enfermedad, por lo que el pelo suele volver a crecer, si bien es cierto que son muy frecuentes las recidivas o recaídas en pacientes que la han sufrido alguna vez.

Las causas que la provocan no se conocen con seguridad, pero se sabe que están implicados factores genéticos y procesos autoinmunes.[9]​ Los genes implicados también están asociados a otras enfermedades autoinmunes, tales como la enfermedad celíaca,[9][10]​ la diabetes mellitus tipo 1 y la artritis reumatoide.[9]

El tratamiento suele consistir en productos tópicos con minoxidil al 2% o 5%, corticosteroides, antralina o terapias combinadas. Cuando las lesiones son extensas, a los anteriores se pueden sumar otros tratamientos, tales como corticosteroides por vía oral o inmunosupresores.[9]​ La alopecia areata puede ser la única manifestación de una enfermedad celíaca no reconocida ni diagnosticada, incluso en ausencia de síntomas digestivos o de otro tipo, y la dieta sin gluten suele permitir la recuperación del cabello completa y permanente.[10]

La alopecia difusa consiste en una pérdida de cabello más o menos intensa, aguda o crónica, pero reversible y no localizada en una determinada porción del cuero cabelludo. Se engloba en esta denominación varios tipos de alopecia que pueden corresponder a diversas causas. Se distinguen las siguientes modalidades:

La vitamina A en grandes dosis, los citostáticos, antitiroideos, anticoagulates, el ácido valproico son capaces de producir alopecia. Cuando la droga se suspende, la alopecia desaparece. El yodo en altas dosis también puede producir alopecia.

En las alopecias cicatriciales existe un daño, malformación o destrucción de los folículos pilosos, que puede ser debida a una enfermedad propia del folículo o independiente de él.[1][15]​ Según su origen pueden dividirse en 5 grupos: Enfermedades hereditarias, de causa infecciosa, tumorales, dermatosis y síndromes clínicos decalvantes.

Se incluyen en este grupo un conjunto heterogéneo de enfermedades de la piel que pueden provocar alopecia cicatricial cuando afectan al cuero cabelludo.

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