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Canções



Canções («Canciones») es una colección de poemas de António Botto, que fue editada y aumentada por el propio autor en el periodo de 1921 a 1932. El carácter abiertamente homosexual de algunos de los poemas causó enorme polémica en los medios conservadores y religiosos de la época. Canções fue traducido al inglés por Fernando Pessoa.

En Canções, António Botto escribió sobre las emociones humanas más fuertes: las fuertes pulsiones eróticas y sexuales, el vértigo del deseo y de la tentación, pero su genio supo rodearlos de una aura simpática y calurosa, en un lenguaje simple pero fuertemente expresivo, como en «Venham ver a maravilha» («Vengan a ver la maravilla»)

O aún, manifestando un intenso dilema interno, queriendo sin querer, intentando resistir a la pasión sin conseguirlo, en Meus olhos que por alguém («Mis ojos que por alguien»):

O desfalleciendo de placer, como en Ouve, meu anjo («Oye, mi ángel»):

Pero también supo ser directo y provocador, como en Anda vem..., porque te negas («Anda ven..., porque te niegas»)

En un artículo publicado en el nº 3 de la revista Contemporânea en julio de 1922 a propósito de Canções, Fernando Pessoa, en una defensa indirecta y algo «avergonzada», teoriza sobre el ideal estético, relacionándolo con la Grecia antigua, y defiende que António Botto es el único esteta de Portugal: «Artistas ha habido muchos en Portugal; estetas sólo el autor de Canções.»

Álvaro de Campos, uno de los heterónimos de Fernando Pessoa, rebate en el nº 4 de Contemporânea, de octubre de 1922, los argumentos de Pessoa (!) por demasiado rebuscados e innecesarios, defiende que Botto es completamente inmoral e indecente, pero es en eso donde está su calidad: «Botto tiene esto de fuerte y de firme: es que no da disculpas. Y yo creo, y deberé tal vez siempre creer, que no dar disculpas es mejor que tener razón.» En el mismo nº 4 de la revista Contemporânea, Álvaro Maia, un periodista, firma un artículo en respuesta a Fernando Pessoa donde se indigna de que un ilustre intelectual como Pessoa se asociarse a la tan repugnante, indecente, escandalosa y putrescente obra.

Raul Leal, descontento con la ausencia de respuesta de Fernando Pessoa, publicó en 1923 el opúsculo Sodoma Divinizada en la editora Olissipo (también de Fernando Pessoa), donde ataca ferozmente a Álvaro Maia y defiende a Botto, teorizando acerca de la divinización de la inmoralidad y del pecado, que así pasaría a ser moral y aceptable: «Sodoma no fue condenada a la llamas por ser viciosa, sino por no ser místicamente viciosa. (...) Ahora, a buen seguro, António Botto no satisface mi ideal del lujurioso y pederasta místico; pero eso depende principalmente del medio en que vivimos, medio perverso en que se no siente a Dios, que así se mantiene alejado de nosotros. (...) ¡Créense templos de Lujuria, en los que esta tome una función litúrgica, y sólo entonces surgirá el verdadero sensualismo místico que debe expresar la divinización del Mundo, la divinización de Sodoma, establecida de forma exaltada por el Verbo y por el Espíritu Santo de Dios!.»

La tempestad desencadenada por Canções y por «Sodoma Divinizada», así como por otras obras y artículos que aparecían en las librerías y periódicos de la época, entre los que se debe destacar Decadencia de Judite Teixeira, fue tremenda y la Federação Académica de Lisboa, teniendo cómo portavoz a Pedro Teotónio Pereira, denunció en febrero de 1923 en el periódico A Época la «vergonzosísima desmoralización que bajo los más repugnantes aspectos, se extiende constantemente.» La Federación Académica de Lisboa probablemente sólo estaba sirviendo de voz pública a los poderes públicos de la época, ya que poco después, en marzo, el Gobierno Civil de Lisboa ordena la retirada de los mencionados libros de Botto, Raul Leal y Judite Teixeira.

Fernando Pessoa y Álvaro de Campos protestaron contra el ataque de los estudiantes a Raul Leal: «Oh niños: estudien, diviértanse y cállense. (...) Diviértanse con mujeres, si gustan de mujeres; diviértanse de otra manera, se prefieren otra. Todo está bien, porque no pasa del cuerpo de quien se divierte. Pero en cuanto al resto, cállense. Cállense lo más silenciosamente posible.» Pero con poco efecto. El impulso censurador, moralista, obscurantista y homofóbico, gana fuerza con el régimen del Estado Novo y la revista Orden Nueva se declara «antimoderna, antiliberal, antidemocrática, antibolchevista y antiburguesa; contra-revolucionaria; reaccionaria; católica, apostólica y romana; monárquica; intolerante e intransigente; insolidaria con escritores, periodistas y cualesquier profesionales de las letras, de las artes y de la información.» António Botto terminó por verse forzado a emigrar a Brasil y Raul Leal sería víctima de palizas y dejaría de escribir para periódicos durante 23 años.



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