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Carbón pirolítico



Aunque el carbono –o grafito- pirolítico se conoce desde hace mucho tiempo, solo en los últimos años se ha pensado en desarrollar sus aplicaciones potenciales. No se encuentra en la naturaleza.[1]​ El carbono pirolítico se produce en forma de depósito, sobre una superficie caliente, por descomposición térmica de los hidrocarburos gaseosos, por ejemplo, metano, propano, benceno, etc. La temperatura de descomposición está comprendida en el intervalo de 1500 a 2500 °C (2730-4530 °F). La estructura y densidad del producto dependen de la temperatura de descomposición y de otros factores, pudiendo modificarse en cierto grado por calentamiento posterior a temperaturas más altas. Lo característico del carbono pirolítico es que posee una estructura cristalina fuertemente orientada. Como consecuencia de ello, las propiedades de este material en el plano paralelo a la superficie sobre la que fue depositado son las de un metal, por ejemplo, conductividad térmica elevada y gran resistencia a la tracción. En cambio en dirección perpendicular al plano de deposición, es un refractario típico, de baja conductividad térmica y poca resistencia a la tracción. El carbono pirolítico es prácticamente impermeable a los gases, incluso en capas delgadas, teniendo por ello las mismas aplicaciones potenciales que el grafito impermeable antes citado. Está siendo considerado, además como recubrimiento del carburo de uranio y combustibles similares, para evitar el escape de los productos de fisión gaseosa.




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