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Carlina acaulis



Carlina acaulis, la carlina o carlina angélica, es una especie de planta del género Carlina en la familia Asteraceae.

Es una planta bienal, espinosa, semejante al cardo, con el tallo rígido que alcanza los 3 dm de altura. Hojas recortadas y espinosas, lobuladas con involucro hemisférico y brácteas punzantes, las basales en una ancha roseta, prácticamente lampiñas. El capítulo llega hasta 8-13 cm de diámetro, sus brácteas más internas, patentes y mucho más largas que los flósculos se asemejan a lígulas blancas plateadas; los flósculos del disco varían de blanquecinos a rojizos.[1]

Es natural de Europa central, hasta altas latitudes (Islandia, Suecia, Noruega);[2][3]​ en España, solo en los Pirineos, Cantabria, el norte de la provincia de Burgos, País Vasco, La Rioja y Navarra. Crece en montañas, pastizales y prados, y florece de junio hasta septiembre.

Principios activos: contiene abundante inulina (20%), taninos, aceite esencial (1-2%): óxido de carlina (furil-bencilacetileno), carileno. Flavonoides,

Indicaciones: Planta en desuso. El óxido de carlina es responsable de su acción como antibiótico. A los flavonoides se les atribuye su acción de diurético, diaforético y colagogo. A los principios amargos, su efecto aperitivo y digestivo. Estomacal, laxante. El centro carnoso es comestible, pero a dosis altas actúa como emético enérgico. Vermífugo, emenagogo, febrífugo, detersivo. Indicado para dermatitis, erupciones herpéticas, piodermias, colecistitis, disquinesias biliares, gripe. Estados en los que se requiera un aumento de la diuresis: afecciones genitourinarias (cistitis, ureteritis, uretritis, oliguria, urolitiasis), hiperazotemia, hiperuricemia, gota, hipertensión arterial, edemas, sobrepeso acompañado de retención de líquidos. Se ha usado para preparar un agua destilada a la que se le atribuye un efecto afrodisíaco.[4]

Se usa la raíz. Se recolecta en otoño. Decocción: 20 g/l, 1 taza tres veces al día.

Otros usos: Ornamental (seca). En Aragón se emplea como elemento protector contra las Bruixas y Bruixons (Brujas y Brujos) y contra el Foscor (la oscuridad, la maldad y los malos espíritus). Se colocan en puertas, ventanas y chimeneas para evitar la entrada de las brujas que debido a su gran curiosidad cuentan los flósculos que componen la inflorescencia haciéndoseles de día, momento en el cual deben volver a sus refugios sin haber cometido ninguna maldad. En otras regiones (País Vasco y Navarra), es una de las tres soluciones (en concreto la tercera) del mito de la creación del mundo de la mitología vasca, que Amalur proporcionó para proteger a los mortales de los genios nocturnos. Se colocaban en las puertas de los caseríos o encima de ellas para proteger la casa: si algún espíritu maligno pretendía entrar en la casa y encontraba una Eguzki lore (significa "flor del sol"), igual que ocurría con las brujas en Aragón, tenía que pararse para contar los numerosísimos pelos o brácteas de la inflorescencia y el día le sorprendía sin haber terminado su tarea. En las masías de los Pirineos catalanes también es tradición colgar una carlina.

Carlina acaulis fue descrita por Carolus Linnaeus y publicado en Species Plantarum, vol. 2, p. 828, 1753 [1].[5]

Carlina: nombre genérico que cuenta la leyenda que le enseñaron los ángeles a Carlomagno como debía emplearla (refiriéndose a Carlina acaulis) contra la peste, y que así libró a sus huestes de ella; y la planta se nombró así en su honor. Más tarde, la leyenda cambió a Carlomagno por Carlos I de España.[6]​ Está última «interpretación» sería la que sirvió de base a Linneo para nombrar al género.

acaulis: epíteto latino que significa "sin tallo".[7]

Tiene dos subespecies aceptadas:



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