Carlota de Prusia (zarina) cumple los años el 13 de julio.
Carlota de Prusia (zarina) nació el día 13 de julio de 1798.
La edad actual es 226 años. Carlota de Prusia (zarina) cumplió 226 años el 13 de julio de este año.
Carlota de Prusia (zarina) es del signo de Cancer.
Carlota de Prusia (Berlín, 13 de julio de 1798 - San Petersburgo, 1 de noviembre de 1860) fue, con el nombre de Alejandra Fiódorovna, zarina de Rusia y esposa de Nicolás I de Rusia.
Carlota era la cuarta hija del rey Federico Guillermo III de Prusia y de su esposa, la duquesa Luisa de Mecklemburgo-Strelitz. Su hermano fue coronado en 1871 como el primer Káiser del Imperio alemán, bajo el nombre de Guillermo I de Alemania.
La infancia de Carlota estuvo marcada por las Guerras Napoleónicas. Tras la derrota del ejército prusiano por los franceses, la familia real se vio obligada a huir a Prusia Oriental, donde les dio protección el Zar Alejandro I de Rusia. Pronto, Berlín cayó en manos de Napoleón, y Carlota creció en la ciudad de Memel, Prusia. Su madre murió en 1810, poco después del duodécimo cumpleaños de Carlota, y durante el resto de su vida atesoró su recuerdo. Desde entonces, Carlota ocupó el primer rango entre las mujeres de la corte prusiana como la hija mayor de su padre viudo. Ella seguiría estando muy unida a Prusia y a su familia durante toda su vida.
En el otoño de 1814, el gran duque Nicolás Pávlovich de Rusia, el futuro Zar Nicolás I, y su hermano el gran duque Miguel visitaron Berlín. Se hicieron arreglos entre las dos familias para casar a Nicolás con Carlota, y en la segunda visita del año siguiente, el príncipe ruso se enamoró de aquella joven de diecisiete años. El sentimiento fue mutuoː "Me gusta y estoy segura de ser feliz con él". Ella escribió a su hermano: "Lo que tenemos en común es nuestra vida interior; dejar que el mundo haga lo que le plazca, en nuestros corazones tenemos un mundo propio". Cogidos de la mano, pasearon por Potsdam y asistieron a la Opera de Berlín. Al final de la visita, el gran duque Nicolás y la Princesa Carlota estaban comprometidos. Eran primos terceros, al ser los dos bisnietos de Federico Guillermo I de Prusia. La boda no se llevaría a cabo hasta después de otros dos años.
El 9 de junio de 1817 la princesa Carlota llegó a Rusia con su hermano Guillermo. Al poco de su llegada a San Petersburgo, se convirtió al cristianismo ortodoxo ruso, y tomó el nombre de Alejandra Fiódorovna. Se casaron en la Capilla del Palacio de Invierno en el día de su cumpleaños, el 13 de julio de 1817. "... Me sentí muy, muy feliz cuando se unieron nuestras manos ..." escribía más tarde acerca de su boda. "Con plena confianza y verdad, puse mi vida en las manos de mi Nicolás, y él nunca me traicionará."
Al principio, Alejandra tuvo problemas de adaptación a la corte rusa, le afectó el cambio de confesión y la abrumaba su nuevo entorno. Se ganó el favor de su suegra, María Fiódorovna, pero no se entendía bien con la emperatriz Isabel Alekséievna, esposa del zar Alejandro I.
Semanas después de la boda, Alejandra estaba embarazada. El 17 de abril de 1818 dio a luz a su primer hijo, el futuro zar Alejandro II de Rusia, y al año siguiente tuvo una hija, la gran duquesa María Nikoláievna. En 1820, en su tercer embarazo en tres años, dio a luz a una niña que nació muerta, algo que le causó una profunda depresión. Los médicos le aconsejaron unas vacaciones, y en el otoño de 1820, Nicolás se la llevó a ver a su familia a Berlín, donde permanecieron hasta el verano de 1821, regresando de nuevo en 1824. Pero no volvieron a San Petersburgo hasta marzo de 1825, cuando el Zar Alejandro I requirió su presencia en Rusia.
Desde sus primeros años en Rusia, Alejandra Fiódorovna trató de aprender el idioma y las costumbres de su país de adopción, bajo la tutela del poeta Vasili Zhukovski, quien se caracterizaba por ser "más un poeta que un buen tutor". Pero la familia imperial habla alemán y escribe sus cartas en francés, lo que provoca que Alejandra nunca domine completamente el idioma ruso.
Nicolás y Alejandra encuentran en privado el gran placer de su compañía mutua. Ella escribió en las memorias de sus primeros años en Rusia, "sólo somos verdaderamente felices cuando nos encontramos a solas en nuestras habitaciones, yo sentada en sus rodillas mientras él es amante y tierno". En ocho años, durante el reinado del Zar Alejandro I, la pareja vivió en silencio, ya que nunca esperaron con interés la posibilidad de ocupar el trono de Rusia. El Zar no tenía hijos, y su heredero, el gran duque Constantino Pávlovich, renunció a sus derechos de sucesión en 1822, lo que convertía a Nicolás en el nuevo Zarévich.
En 1825, Alejandra recibió de su cuñado, Alejandro I, el Palacio de Peterhof, en el que vivieron felices en el comienzo de su vida en Rusia, y que seguirá siendo su residencia de verano preferida cuando accedan al trono.
Alejandra era alta, delgada, con una cabeza de refinados rasgos. Sus ojos eran azules y desprendía un gran aire de majestuosidad regia. Caminaba de forma graciosa. Era frágil y a menudo sufría problemas de salud. Su voz era ronca, pero hablaba rápidamente y con decisión.
Alejandra era una ávida lectora y sabía disfrutar de la música. Era amable y gustó de la privacidad y la simplicidad. Vestía con elegancia, con una decidida preferencia por los colores claros, y con hermosas joyas. Ni arrogante ni frívola, Alejandra no carecía de inteligencia y tenía una excelente memoria. Sin embargo, sus intereses eran en su mayoría superficiales. Amaba la danza y el fantástico mundo de los palacios de la corte. Nunca se preocupó por conocer los auténticos problemas de la población rusa, que exigía de la emperatriz energía para ocuparse de los necesitados y los enfermos.
Alejandra se convirtió en emperatriz consorte con la ascensión de su marido como zar de toda Rusia en diciembre de 1825. Era un período turbulento, marcado por la sangrienta represión de la Revuelta Decembrista.
En 1832 Nicolás y Alejandra habían tenido siete niños a los que se les prestaba gran cuidado. Nicolás nunca vaciló en su amor por su esposa, a quien apodaron "Muffi". En 1837, cuando gran parte del Palacio de Invierno fue destruido por el fuego, parece que Nicolás le dijo a un ayudante de campo "que se queme todo, sólo para mí, simplemente, guardar las cartas que mi esposa me escribió cuando era mi prometida".
Después de más de veinticinco años de fidelidad, Nicolás tomó como amante a Bárbara Nelídova, una de las damas de compañía de Alejandra, ya que los médicos habían prohibido a la emperatriz mantener relaciones sexuales por su mal estado de salud y recurrentes ataques de corazón. Pero Nicolás continuó buscando refugio por las preocupaciones del Estado en compañía de Alejandra. "La felicidad, la alegría y el reposo, esto es lo que busco y encuentro en mi vieja Mouffy", escribió una vez el zar.
En 1845 Nicolás lloró cuando los médicos de la corte instaron a la emperatriz a que residiera en Palermo (Italia) durante varios meses debido a la mala salud. "Dejadme a mi esposa", suplicó a sus médicos, y cuando se enteró de que no tenía elección, hizo planes para juntarse con ella, aunque sólo fuera por un breve tiempo. Nelídova se fue con ellos, y aunque Alejandra estaba celosa al principio, pronto llegó a aceptar el asunto y mantuvo buenas relaciones con la amante de su marido.
La zarina Alejandra Fiódorovna siempre fue débil y de mala salud. A los cuarenta aparentaba mucha más edad, estaba cada vez más delgada.
En 1837 la emperatriz eligió Crimea como nueva residencia. Allí, Nicolás erigió el Palacio de Oreanda para ella. Sin embargo, ella solo pudo visitar el palacio una vez a principios de 1852 por la guerra de Crimea. Hacia fines de 1854 Alejandra cayó muy enferma y estuvo a punto de morir, si bien logró recuperarse. En 1855 el zar Nicolás I contrajo la gripe y murió el 2 de marzo.
Alejandra sobrevivió cinco años a su marido. Se retiró al Palacio de Alejandro en Tsárskoye Seló y se mantuvo en buenas relaciones con la amante de su marido Barbara Nelídova, a quien convirtió en su lectora personal.
La salud de la emperatriz viuda se hizo con los años más y más frágil. No podía pasar los inviernos en Rusia, por lo que se le obligó a mantener largas estancias en el extranjero. Ella escribió en septiembre de 1859ː "Siento nostalgia de mi país y me reprocho a mí misma los costos de tanto dinero en un momento en que Rusia tiene necesidad de cada rublo. Pero la tos causada por la enfermedad de mis pulmones no me permite estar sin un clima meridional". En el otoño de 1860, los médicos le dijeron que no sobreviviría al invierno si no regresaba de nuevo al sur. Conociendo el peligro, prefirió quedarse en San Petersburgo, de modo que si llegaba muerte, habría de venir en suelo ruso. La noche antes de su muerte, se le escuchó decirː "Niki, voy contigo". Murió mientras dormía, a la edad de sesenta y dos años.
Carlota fue la zarina de más notable estirpe en comparación con las demás emperatrices, que pertenecían a la aristocracia rusa o eran princesas alemanas de menor categoría, con la relativa excepción de María Fiódorvna (Dagmar de Dinamarca), que era hija del rey danés Cristián IX y hermana de Alejandra de Dinamarca, luego reina de Inglaterra como consorte de Eduardo VII.
Tendría nueve hijos:
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