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Catedral Basílica Metropolitana de Medellín



¿Dónde nació Catedral Basílica Metropolitana de Medellín?

Catedral Basílica Metropolitana de Medellín nació en Antioquia.


La Catedral Basílica Metropolitana de Medellín, oficialmente Catedral Basílica Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María, es una iglesia catedralicia de culto católico dedicada a la Virgen María bajo el dogma de la Inmaculada Concepción. Está situada en la zona céntrica de la ciudad de Medellín (Colombia), en el barrio Villanueva, al costado norte del Parque de Bolívar. El templo fue llamado antiguamente y aún se le conoce pero en menor medida, como Catedral de Villanueva, especialmente durante su construcción para distinguirla de la Iglesia de la Candelaria, que por ese entonces era sede episcopal.

La catedral es el principal templo de la Arquidiócesis de Medellín, sede del arzobispo, así como del Capítulo Metropolitano. Igualmente, es la sede de la "Parroquia de la Catedral".[1]​ En 1948, el papa Pío XII le concedió al templo el título litúrgico de Basílica Menor por breve del 12 de junio de ese mismo año.

El edificio fue diseñado por el arquitecto francés Charles Émile Carré (1863-1909),[n. 1]​ en estilo neorrománico, cuenta con planta en cruz latina, consta de tres naves longitudinales, a su vez atravesadas por el transepto o nave transversal, y sus dos torres tienen 53.20 m metros de altura hasta la cruz.[2]​ Cuanta con 4.608 m² en la planta general y 7.300 m² de área total construida.[2]​ La basílica es una gran estructura de ladrillo macizo, pues para su construcción se utilizaron aproximadamente 1.120.000 ladrillos de 8 decímetros cúbicos cada uno (unidos entre sí con argamasa),[3]​ los cuales envuelven un volumen de 97.000 metros cúbicos.[3]

La obra de ornamentación estuvo a cargo del arquitecto italiano Giovanni Buscaglione quien diseñó el baldaquino, los altares, el púlpito, el coro, los vitrales, los pavimentos y demás obras ornamentales del templo.

Por su valor histórico y por ser una de los principales obras arquitectónicas del país, la Catedral fue propuesta como Monumento Nacional de Colombia por medio de la resolución 002 del 12 de marzo de 1982 y finalmente, el Ministerio de Cultura de Colombia por medio de la resolución 1686 del 1 de diciembre de 2004 es declarada Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional -BIC- (equivalente al antiguo título de Monumento Nacional).[4][5][6][7]

También posee un pequeño museo de arte religioso, localizado en una sala contigua a la basílica,[8]​ y no se encuentra abierto al público. La colección cuenta aproximadamente 40 obras pictóricas (entre los siglos XVII, XVIII, y XIX) y 15 obras escultóricas (entre los siglos XVIII y XIX).[9]

La historia de la catedral está dividida en tres etapas; la primera de ellas comienza en 1868 con la creación de la Diócesis de Medellín y Antioquia y la posterior búsqueda de una edificación adecuada para ser un templo catedralicio; este periodo termina en 1883. La segunda etapa comienza en 1886 cuando Bernardo Herrera Restrepo toma posesión como nuevo obispo y emprende la tarea de edificar la catedral, y termina en 1952 cuando gracias a una donación, el templo termina de adquirir sus últimos elementos más característicos. La tercera y última etapa abarca desde la creación de la parroquia hasta la actualidad.

Además, la política es un factor influyente en la historia de la basílica, dado que se vivía la rivalidad entre las ciudades de Medellín y Santa Fe de Antioquia; esta última pierde en 1826 su condición de capital de la provincia de Antioquia (hoy Departamento de Antioquia) de manos de la segunda, lo que incidió para que más tarde también fuera trasladado el poder religioso.

Cuando el papa Pío IX ordenó la traslación de la silla episcopal de la Diócesis de Antioquia donde funcionaba desde 1828 a la ciudad de Medellín, con el nombre de Diócesis de Medellín y Antioquia el 14 de febrero de 1868, nombró ejecutor del decreto al arzobispo de Bogotá, el antioqueño Vicente Arbeláez Gómez, quien expidió el decreto ejecutorial el 1 de agosto de 1868, el cual en las siguientes partes indica sobre la catedral.[10]

II - La iglesia principal de Medellín, dedicada a la Purificación de la Virgen María será promovida desde el referido día al honor y dignidad de iglesia Catedral, mientras se edifica un templo bastante cómodo y decente, el cual desde ahora lo elevamos a la dignidad de Catedral, con todos los honores, derechos y privilegios consiguientes.

Valerio Antonio Jiménez fue preconizado obispo de Medellín y Antioquia en 1868, consagrado en Bogotá el 28 de junio del mismo año, entró a Medellín y tomó posesión de la diócesis el 16 de noviembre de 1868. Luego, solicitó como obispo coadjutor al rector del seminario y deán del capítulo José Joaquín Isaza, una vez autorizado él mismo lo consagró el 17 de abril de 1870. Más adelante, después de atender los asuntos organizativos más urgentes, se empeñó en la construcción de la catedral. Con tal fin expidió el decreto del 8 de febrero de 1871 ordenando la edificación del nuevo templo.[11]​ En los considerados de este decreto indica las razones por las cuales había necesidad de construir ese templo "bastante cómodo y decente" como ordenó el arzobispo Arbeláez. Señala que la iglesia de La Candelaria no correspondía "ni a la naturaleza de los oficios pontificales ni a la numerosa concurrencia de católicos de esta ciudad".[11]​Añade otras razones como la de que los fieles han manifestado "interés y entusiasmo" por el nuevo templo "que sería de utilidad para la diócesis" y será "un monumento que transmita a la prosperidad y a las futuras generaciones la memoria de nuestra religiosidad y piedad para con Dios y será un ornato digno de la ciudad, símbolo de su progreso y prueba de su cristiana ilustración".[11]

Por tal motivo, el 29 de marzo de 1870 reunió a los canónigos y les manifestó el interés que tenía de empezar lo más pronto el templo que sirviera de catedral y que correspondiera a la dignidad de la nueva diócesis, y en vista de la magnitud de la obra quería, ante todo, contar con la cooperación y apoyo del Capítulo.[10]​ En dicha reunión, el Prelado obtuvo el interés y apoyo de los canónigos, de lo cual se resuelve, consultando la conveniencia pública, que la nueva catedral se construya en la Plaza de Villanueva (hoy Parque de Bolívar). Además, aprobaron una comisión compuesta por los canónigos José Dolores Jiménez y Sebastián Emigdio Restrepo, y por los laicos Pedro Justo Berrío (presidente del Estado de Antioquia), Marcelino Restrepo, Gabriel Echeverri, Ramón Martínez B. y Guillermo Restrepo, para que arreglasen los contratos necesarios a fin de obtener los terrenos requeridos para la construcción de la catedral, el Palacio Episcopal y el Colegio Seminario.[12]​ Esta resolución fue comunicada a dichos personajes por medio de una circular fechada el 3 de abril y firmada por el presbítero José Joaquín Isaza.[10]

La invitación del obispo fue secundada activamente en la primera reunión el 7 de abril de 1870. En ella se nombró presidente de la Junta a Pedro Justo Berrío, Vicepresidente al presbítero José Dolores Jiménez y secretario a Guillermo Restrepo Isaza. Además se distribuyeron las Comisiones para las diferentes tareas, especialmente la encargada de la compra de los terrenos.

En las siguientes reuniones de la Junta se informó de las labores ejecutadas por las distintas comisiones. Entre los logros más destacados, se encuentra la donación de los terrenos por parte del ingeniero y filántropo inglés Tyrrel Moore para la construcción de la catedral, adicionalmente junto a ese lote se encontraba la “Plaza de Villanueva”, terreno que el mismo Moore había trazado y donado para la ciudad, el cual se llamó en un principio “Plaza de Villanueva”, y, por deseo de Moore pasó a llamarse “Plaza de Bolívar” en honor al Libertador, (hoy Parque de Bolívar). La Junta también logró negociar de manera favorable la piedra de cantera que se necesitaría para la construcción de los edificios, además de una corriente de agua potable y la adquisición de otros terrenos aledaños.

Se convocó en la Iglesia de La Candelaria que era la catedral, a los católicos interesados a una reunión el 25 de marzo de 1871, encabezada por el obispo y por los de la junta; se dio a conocer el decreto del 8 de febrero de 1871 que ordena la construcción de la catedral en la Plaza de Bolívar, y en donde también se agradece especialmente a Moore por la donación. En la reunión, el obispo declaró la necesidad de construir un templo "más cómodo y capaz" que La Candelaria "más digno de las riquezas, ilustración y progreso de la ciudad de Medellín" y "más apropiado para la más cumplida satisfacción de las necesidades espirituales de toda la Diócesis en general".[12]​ Invitó a los feligreses a ofrecer mandas y donativos para poder empezar la obra. Todos los allí presentes ofrecieron su ayuda.

El 4 de febrero de 1873 fue restablecida la Diócesis de Antioquia (Santa Fe de Antioquia); desde entonces el obispado comenzó a llamarse simplemente Diócesis de Medellín. El 29 de marzo de 1873, el obispo Jiménez por razones de edad y enfermedad se retira del gobierno diocesano. Lo sucedió el obispo coadjutor Isaza.

Tiempo después, la Junta de la catedral planteó dos opciones para obtener el diseño: la primera, la consecución de libros de arquitectura religiosa para extraer de allí el boceto, y la segunda, inspirada por el obispo Joaquín Isaza, la de conseguir en el extranjero un arquitecto que elaborara el diseño. Se optó por la segunda.

Consecuentemente Isaza, hombre formado en Bogotá, inició los primeros contactos orientados a buscar un arquitecto jesuita, pero ante la dificultad de encontrarlo, acudió a los franciscanos, quienes enviaron dos de sus sacerdotes y al arquitecto Filippo Crosti, quien llegó a Medellín el 14 de agosto de 1874, gracias a un arreglo del viaje que hiciera el cónsul de Colombia en Roma. El 5 de octubre del mismo año, anota el obispo Isaza, que había hablado con los arquitectos, que Crosti le parecía hombre entendido pero pretencioso y que el fraile era bueno, moderado y podía servir de mucho.

Crosti dio cuatro conceptos antes de hacer contrato de planos y edificación. El primer concepto fue sobre el sitio escogido en el costado norte del Parque de Bolívar. Aprobó el lugar por su belleza, la pureza de sus aguas, por condiciones de luz y ventilación, y porque el desarrollo urbano avanzaba hacia ese lado. El segundo concepto fue sobre la naturaleza del terreno. Indica que el suelo ofrece solidez, que a poca profundidad hay roca, que es de origen fluvial, que las estratificaciones son sólidas. El tercer concepto fue sobre los materiales de que se podía disponer. Señala que existe buena piedra para cantera, piedra común, arena, cal, madera y se fabricaban ladrillos. El cuarto concepto fue sobre la mano de obra. Indica que con el personal humano que existe puede hacerse la obra, no hay que traer personal extranjero.

Luego de dar estos conceptos Crosti presentó varios proyectos. El primero que presentó lo valoró en $ 800.000 pesos fuertes, el cual fue rechazado por ser imposible financieramente. Presentó otro de $ 400.000, valor que el obispo Jiménez juzgó financiable, pues si se estaba construyendo el templo de Santo Domingo financiado en $ 100.000, siendo un templo parroquial, no era mucho $ 400.000 para el templo catedralicio; en cambio para el presbítero José María Gómez Ángel,[n. 2]​ sacerdote entendido en construcciones, el costo no debería de pasar de $ 200.000. Después de presentar un tercer diseño se firmó con Crosti contrato de construcción, fechado el 18 de noviembre de 1974 y firmaron el deán José Ignacio Montoya Palacio, los laicos Manuel Uribe Ángel y Recaredo de Villa (presidente del Estado de Antioquia), y el obispo Isaza. El contrato, con una validez de un año, estableció una asignación mensual, a partir del 1 de noviembre, ciento diez pesos fuertes ($ 110) y ciento sesenta pesos fuertes ($ 160) por indemnización. Se le permite aceptar otros trabajos sin perjuicio de la obra.

El 29 de diciembre de 1874, fallece el obispo Isaza, por lo cual el obispo Jiménez es nombrado vicario capitular en enero de 1875, para que administre la diócesis mientras se nombra un nuevo prelado.

De una nota de Filippo Crosti, leída en la sesión del 3 de febrero de 1875, informa lo siguiente:

"He reducido la extensión de los primeros en longitud, y he sustituido la forma de cruz latina con una de figura semigriega, para darle mayor latitud".

"Juzgo que conviene conseguir lo siguiente:

El 9 de marzo de 1875, el obispo Jiménez aprobó el diseño presentado por Crosti "por ser artístico, de posible realización y porque sería para Medellín el mejor templo de acuerdo con sus necesidades y recursos". Luego, Jiménez expidió el decreto del 17 de mayo de 1875, nombrando a Crosti como director, al fraile Benjamín Masciantonio como subdirector, con la asignación mensual de sesenta pesos y al presbítero José Dolores Jiménez como tesorero pagador. Además, que desde ese día se diera principio formal a los trabajos de construcción del templo, los cuales no debían interrumpirse a no ser por causas graves. En agosto, Crosti presentó unos informes detallados sobre la construcción del edificio, indicando sus costos por partes, donde totaliza $ 286.318 pesos el valor de toda la obra o sea que no llegaban a los $ 400.000. Los gastos de los cimientos fueron $ 28.504. Crosti estuvo al frente de la obra hasta el 18 de noviembre de 1875, cuando terminó su contrato, el cual no fue renovado, además, al año siguiente, la construcción tuvo que suspenderse por causa de la guerra civil de 1876 a 1877 que tuvo un carácter político-religioso.

Después de cinco años de suspensión de la obra, el nuevo obispo de Medellín José Ignacio Montoya Peláez, expidió un decreto el 12 de julio de 1882, nombró una nueva junta, con el presbítero José María Gómez Ángel y el laico Guillermo Restrepo Isaza.[13]​ El 19 de junio se reanudó la construcción, y la Junta estuvo al frente de los trabajos hasta el mes de octubre de 1883, cuando el obispo Montoya decretó la suspensión definitiva, a partir de los conceptos negativos de los padres Gómez Ángel y Masciantonio, quienes resaltaron la monumentalidad del edificio y la incapacidad e incompetencia profesional de Crosti.[13]

A pesar de que los planos habían sido revisados y rectificados, resultaba la obra de tal magnitud que sería imposible acabarla en el transcurso de muchos años, los diseños de Crosti pretendían una catedral de cinco naves que incluía los atrios actuales, además, los materiales de que se disponía no tenían la resistencia necesaria, y fuera de eso, los diseños contenían serios problemas estructurales, es así que el arquitecto no resultó con las capacidades que la obra requería.[13]

El 15 de julio de 1884, fallece el obispo Montoya, por lo cual el retirado obispo Jiménez es nombrado nuevamente vicario capitular, para que administre la diócesis mientras es nombrado un nuevo prelado, gobernó desde su natal Marinilla.

El 21 de enero de 1886 tomó posesión de la Sede Episcopal de Medellín Bernardo Herrera Restrepo, comenzando lo que pudiera llamarse la segunda época o etapa definitiva de la Catedral. Encontró que la construcción de la catedral había sido suspendida por su antecesor con base en los conceptos negativos de los padres Gómez Ángel y Masciantonio, por lo cual, solicitó otros conceptos. Primero acudió al arquitecto bogotano Mariano Santamaría, quien descalificó los diseños de Crosti y señaló graves errores en los planos.

Como Herrera se había educado en Francia, se contactó con el sacerdote Ludovic Douillard,[n. 4][14]​ notable arquitecto francés, a quien solicita concepto sobre la obra de Crosti. Douillard le pidió algunos datos como los planos, materiales de construcción disponibles en la región, con qué se suele cubrir los techos de los edificios, etc., y luego de revisar esa información enviada por Herrera, le manifiesta en carta del 9 de junio de 1888, que el proyecto "denota la ignorancia más profunda", los dibujos "son inaceptables y el autor, al retirarse, tuvo buen juicio".[15]​ Además, Douillard le envío un proyecto preliminar factible con los materiales con los que cuentan en Medellín, igualmente le sugiere que lo más indicado es "hacer venir a Medellín un arquitecto concienzudo".[15]​ En los siguientes términos le recomienda a Charles Émile Carré:[n. 1]

Luego, Herrera procedió a establecer una nueva Junta, la cual quedó compuesta por los canónigos José Dolores Jiménez, Juan de Dios Uribe, José María Gómez Ángel, Rafael María González, Sebastián Emigdio Restrepo y los laicos Marceliano Vélez (gobernador de Antioquia), de los hermanos Próspero, Guillermo y Carlos Restrepo Euse. En la primera reunión de la nueva Junta, celebrada el 22 de septiembre de 1888, Herrera les informó sobre las gestiones que realizó con los arquitectos Santamaría y Douillard. Les presentó el informe del arquitecto bogotano en el que demuestra que es imposible construir el templo con los diseños de Crosti. Luego presentó el diseño preliminar que envió el arquitecto francés, y una vez visto el gobernador Marceliano Vélez propuso: "contrátese el arquitecto de París, Señor Carré, según las bases de la propuesta que hizo al ilustrísimo Sr. Obispo (Herrera) el Sr. Abate L. Douillard, procurando las condiciones más ventajosas para la iglesia".[16]

El obispo Herrera se puso en contacto de nuevo con Douillard, y en carta del 21 de octubre de 1888 le informa que se han aceptado sus indicaciones, pero que antes de hacer venir a Carré quería dejar claro algunos temas.[16]​ Primero, le manifestó que le agradó el proyecto preliminar pero que algunos prefieren una iglesia de tres naves con capillas a razón que en las grandes solemnidades son muy numerosos los feligreses y necesitarían más espacio. Segundo, que antes de aceptar el contrato era preciso saber si Carré, al pedir 25.000 francos, o sea 5.000 dólares, conviene en recibir en pago plata o moneda de Colombia a la par. Tercero, ¿Que si era posible rebajar los 25.000 francos a favor de la iglesia que no es rica?, pues trabajo no le faltará, el gobernador ha prometido emplearlo como arquitecto para los edificios del gobierno y como profesor universitario. Cuarto, que sería más conveniente y más seguro que Carré venga y con pleno conocimiento se haga el contrato definitivo. En todo caso, se le pagaría el viaje de venida y vuelta. Además, le indica que mientras tanto se haga un estudio de planos bajo su dirección, y luego de que reciba sus respuestas a estas inquietudes le notificara cuando debe embarcarse el arquitecto Carré.[16]

En carta del 21 de diciembre de 1888, Douillard le responde, primero que hará un nuevo proyecto de tres naves con capillas centrales. Segundo Carré entendió 25.000 francos franceses. Tercero, no hay problema para llegar a un acuerdo, que Carré "está muy bien dispuesto a ser lo más obsequioso posible con la iglesia", que está a la espera para ponerse en camino y llevar un nuevo proyecto acerca del cual discutirán. Por lo cual la Junta, en reunión de 4 de febrero de 1889, resolvió hacer venir inmediatamente al arquitecto Carré y autorizó al obispo Herrera para celebrar el contrato.[16]

Fue entonces que el 19 de abril de 1889 el tesorero de la junta de construcción de la Catedral realiza el envío de 2000 francos, recibidos por Carré el 31 de mayo siguiente y usados de inmediato para el viaje que unos días después realizaría hacia Colombia. El 1 de julio, después de hacer escala en Barranquilla, entra en el interior del país en un vapor por el río Magdalena, hasta Puerto Berrío donde toma el tren hasta la estación Pavas y, finalmente, resto del viaje hasta Medellín lo hace a lomo de mula.[17]

Carré llegó el 30 de julio de 1889, y se ubicó en una celda del seminario, que simultáneamente le sirvió de habitación y de estudio. Después de analizar el terreno y los cimientos ya construidos del proyecto anterior, concluyó los planos del templo en noviembre del mismo año, basado en los tres tomos de "Eglises de bourgs et villages" traídos de Europa.[17]​ Antes de presentarlos oficialmente, se los presentó inmediatamente a quien puede considerarse el mejor interlocutor de Carré en Medellín: Francisco Antonio Cano, destacado artista, quien dio total respaldo al trabajo del arquitecto, siendo así el primer paso en firme de Carré y su obra.[17]

En la reunión de la Junta del 19 de enero de 1890, el obispo presentó los planos que había diseñado para la construcción de la catedral Carré, quien, estando presente, explicó y satisfizo las observaciones que se hicieron. La Junta acordó aceptar dichos planos por estar en todo conformes con las opiniones de cada uno de los miembros e inmediatamente se procedió a la construcción de la catedral, con los planos y bajo la hábil dirección de Carré. Puede decirse que en esta fecha nació verdaderamente la actual catedral de Medellín.[n. 5][12]​ Lo estipulado con Carré fueron los planos, la dirección de la construcción y la formación de algunas personas para que pudieran terminar la obra, ya que su contrato vencía el 14 de junio de 1894 y no se le renovaría.

Después, el 21 de noviembre de 1891, el presbítero Jesús María Marulanda (que en 1893 sería canónigo) fue nombrado Tesorero de Diezmos de la diócesis y encargado de la construcción de la catedral, y gracias a su capacidad financiera, su actividad permanente y su sentido práctico se dio un gran empuje a la obra.[18]

Para la construcción se utilizaron diferentes materiales, como varias clases de piedra, la común, la de lujo, la para los plintos, la negra, la de canto. En un comienzo, los ladrillos fueron comprados a varias ladrilleras por miles, entre varios tipos: ladrillos sencillos, ladrillos dobles, ladrillos moldurados, ladrillos de clase.[19]​ Después, Marulanda compró por Belén un tejar donde se fabricaron los ladrillos y las tejas necesarias para el templo y vendía el resto con cuyas ganancias pagaba los demás gastos.[20][19]​ Se utilizó la argamasa, mezcla de arena y de cal para pegar los adobes. Las piedras las traían de El Poblado o las sacaban de la quebrada La Loca. La cal procedía de Santa Bárbara. El agua para la mezcla provenía del acueducto de La Ladera y era propia.[19]

También fueron utilizados otros materiales, como pólvora y mezcla para pólvora, clavos, maderas para alfardas, bejucos, tablas y trozas para las columnas.[19]​ Marulanda compró una finca en Envigado para la provisión de esas maderas comunes para construcción, pues las maderas finas procedían de San Roque, San Luis y Puerto Berrío.[19]​ En esta última localidad, Marulanda compró una finca para dicho fin, la que a su vez sostenía con la venta de la madera sobrante.[20]​ Para el transporte de los materiales se compraron en Estados Unidos unos carros de tracción a animal, que eran reparados en la Escuela de Artes y Oficios.[19]

Luego, el 4 de junio de 1891 Herrera es trasladado para la Arquidiócesis de Bogotá, y a pesar del poco tiempo que llevaban los trabajos de la construcción, logró dejarlos bien encaminados. Antes de partir dejó a disposición los muebles de su propiedad que tenía en el palacio episcopal, para que el valor de los mismos se empleara en los gastos de la construcción de la Catedral. El 1 de febrero de 1892, monseñor Joaquín Pardo Vergara es nombrado como nuevo obispo de Medellín y el 18 de junio de 1892 tomó posesión de la Diócesis. Como su antecesor puso su empeño en la construcción de la catedral.

Carré continuó su labor hasta junio de 1894, dejando gran parte de las arcadas centrales y de la sacristía (que en el último período le sirvió de estudio), los planos y las suficientes directrices a los constructores empleados para terminar el edificio. Lo reemplazaron los señores Heliodoro Ochoa[n. 6]​ y Salvador Ortiz, los cuales estuvieron vinculados a la obra hasta que murieron en 1916 y 1919 respectivamente, y quienes dejaron la obra muy adelantada.

Para 1897 se encontraba terminada una de las sacristías, la que se localiza hacia la calle Ecuador y el 17 de octubre del mismo año se bendijo, con el fin de utilizarla como capilla, se consagró a la Inmaculada Concepción y prestó servicio hasta poco antes de la inauguración de la catedral.[21]​ En el acta de dicha bendición se describe el estado de la construcción del templo, se indica que los muros laterales, los de la parte de atrás, la pared anterior que recibe el coro y los pilares, tienen doce metros cincuenta centímetros (12.50 m) de altura; que las dos sacristías y los dos salones están techados, y uno, el que sirve de capilla se encuentra terminado del todo; que las bóvedas de los ábsides laterales, y los arcos torales de las naves laterales que sostienen los pilares están construidos; que el muro del frente tiene diez metros, y el arco de la puerta principal está ya cerrado a mayor altura; que las columnas están a nueve metros cuarenta centímetros (9.40 m) de altura, y en todas, menos en tres, los capiteles están terminados.[21]

Luego, desde la partida de Carré hasta 1898, el templo fue sometido a ciertas contrapropuestas en el diseño original como fueron: los nichos que albergan imágenes en los ábsides que rematan las naves laterales (ya construidos), la arcada ciega sobre las columnatas principales (en proyecto), una cúpula que cubría el crucero, y el bajo relieve que adornaría el tímpano del acceso central (estos dos últimos nunca realizados).

El maestro Francisco Antonio Cano, creyendo desacertadas desde su punto de vista todas estas propuestas reformadoras, manifestó su malestar en un artículo titulado «A propósito de la Catedral» publicado en la revista El Montañés (No.8, de abril de 1898).[22]​ En dicho artículo opina sobre varios puntos, por ejemplo, sobre la ausencia de obras en las puertas y de un bajo relieve en el tímpano, manifiesta que una vez todo este concluido «se verá que lejos de faltarle, tendrá suficiente grandiosidad...», en sí quiere decir que lo simple también es viable.[22]​ Igualmente, también opinó, que los nichos realizados en los ábsides, reemplazando las repisas dibujadas por Carré para sostener estatuas, son un «...verdadero error estético, porque se ha quitado a esa superficie tan hermosa la unidad que le daba su limpieza, interrumpiéndola con un hueco de tan mezquina forma, por lo bajo, y cuyo arco tiene una tangencia de atroz efecto con la cornisilla que sirve al arranque de la bóveda». Acerca de la idea de cambiar el muro liso diseñado por Carré sobre las arcadas por una arcada ciega donde se ubicarían esculturas, comentó que aparte de su difícil apreciación desde abajo sería demasiado costosa, así fueran las esculturas «groseros barros cocidos».[22]​ Afortunadamente fue respetada la autoría intelectual de Carré y el concepto de Francisco Cano sobre la sobria cubierta del crucero: «...torre cuadrada de sencillísima forma, en vez de una cúpula que muchos desean, y que, a más de ser imposible de construir...».[22]

El 24 de febrero de 1902 la Diócesis de Medellín fue elevada por el papa León XIII a la categoría de Arquidiócesis.[23]​ El obispo Pardo fue designado como el primer arzobispo de Medellín, quien luego fallecería el 14 de noviembre de 1904. El 12 de agosto de 1906 llegó a la ciudad como arzobispo Manuel José Caycedo, y se vinculó a la construcción de la Catedral, como sus predecesores. En ese mismo año las naves laterales del templo estaban techadas. [24]

En los medios locales, tristemente se informó que el 19 de diciembre de 1908 falleció el arquitecto Charles Émile Carré a los 46 años de edad, provisto de los sacramentos de la iglesia y su sepelio fue en la ciudad francesas de Honfleur.[25]

El reloj de la fachada principal fue donado por el expresidente del Estado de Antioquia Recaredo de Villa y fue inaugurado a las 12 del mediodía del 20 de julio de 1910, para celebrar el primer centenario del grito de Independencia de Colombia, además, también se inauguró la torre derecha del templo.

El 24 de mayo de 1917, se realizó la primera misa pontifical, celebrada por Caycedo, con motivo de sus bodas de plata episcopales.[26]​ Este fue el primer acto litúrgico episcopal celebrado antes del traslado de todo el culto de La Candelaria a la nueva catedral.

También en 1917, llamado por el arzobispo Caycedo, llega a Medellín procedente de Bogotá el italiano Giovanni Buscaglione, arquitecto y hermano salesiano, para que se encargue de los proyectos de construcción del seminario mayor y de las obras ornamentación y acabados del nuevo templo. Buscaglione, había trabajado en importantes obras en Italia, Constantinopla, Esmirna y Alejandría. Finalmente, en 1919 es contratado y viaja de nuevo a Medellín a dirigir la construcción del nuevo seminario a espaldas de la catedral, la nueva sede del centro de formación sacerdotal se había postergado para dar prioridad al templo (actualmente es un centro comercial y sede de la Curia arquidiocesana).

El diseño u obra negra de la catedral puede considerarse que fue terminado en 1920, cuando fueron construidos los atrios frontal y laterales del templo por la Sociedad de Mejoras Públicas en colaboración con el concejo municipal y el comercio de la ciudad.[27]

En 1923, Buscaglione viaja a Europa por cuenta de la arquidiócesis de Medellín, a estudiar los acabados para la catedral. Estudió los coros de la grandes catedrales de España, Francia y por supuesto Italia. En Turín hace los planos para el presbiterio mayor y la sillería del coro de los canónigos. Buscaglione diseñó el baldaquino, los altares, el púlpito, el Coro, los pavimentos y demás obras ornamentales del templo. Al lado del arquitecto y como encargado de los trabajos estuvo el presbítero Lucas Vásquez quien posteriormente se encargó de la etapa final.

En 1923 el arzobispo Caycedo, viendo la estrechez de la capilla (que se había habilitado para culto y dedicado a la Inmaculada Concepción), que tenía una capacidad de unas 300 personas, ordenó que el culto se hiciera dentro de la misma Catedral, pues ya se encontraba terminado el edificio y estaba en proceso de ornamentación.[26]​ Como parte de dicho proceso en 1921 llegan los vitrales, y entre en 1923 y 1924 se instaló el baldaquino y el altar mayor, este último llegó con su sagrario y su expositorio.

A principios del 1924 se género un fuerte debate sobre la estabilidad estructural de la Catedral, a causa de las denuncias hechas por el arquitecto Horacio M. Rodríguez en una columna en un periódico local, donde dijo «la catedral ofrecía gravísimo peligro puesto que con un sismo de intensidad algo más que media, podría ocasionar una catástrofe, ya que las columnas cargan un peso 10 veces mayor del que soporta el ladrillo, la argamasa está ya hecha polvo y prácticamente los ladrillos no están pegados».[17]​ Fue tanto el debate que se formó, que hasta el alcalde de la época Nicanor Restrepo Giraldo presionó para crear una comisión expertos entre arquitectos e ingenieros para que estudiaran el problema. Entre los consultados estaba el arquitecto e ingeniero belga Agustín Goovaerts, quien en un medio dijo «las columnas de la catedral están bien dimensionadas; fue un error inicial no desviar la quebrada La Loca; pues ahí es donde podría estar el problema»; y agrega que sin ornamentos, «la Catedral sólo es un montón de ladrillos».[17]​ Este comentario avivó más el debate, por lo cual Goovaerts posiblemente para corregir lo expresado anteriormente, concluye diciendo «Que los vecinos de la Catedral duerman bien tranquilos de noche y que de día admiren mucho la obra magna de Medellín que resiste toda crítica», dejando claro su voto a favor por la Catedral.[17]

Finalmente, la comisión rindió un informe completo sobre el estado de las cepas, el peso que resiste el terreno, el estado de las columnas, los muros y concluyó que no había peligro de derrumbamiento.[29]​ Después de este informe, los temores fueron despejados y se continuó con la ornamentación.

En 1924 fueron instalados los altares de los ábsides laterales traídos de Italia, los cuales fueron inaugurados el 12 de marzo del mismo año con motivo de las bodas de oro sacerdotales de Marulanda, y en 1925 se celebró la segunda misa pontifical, cuando Medellín celebró los doscientos cincuenta años de su erección como Villa, a la que asistió el entonces presidente de la República Pedro Nel Ospina.[26]​ En 1926 se instalaron los altares del transepto, también provenientes de Italia. En 1928 fueron construidas las bancas y los confesionarios, y entre 1928 y 1932 se construyó la sillería de los Canónigos.

El 7 de septiembre de 1928 a las cuatro y media de la tarde tuvo lugar un incendio en la parte superior del cimborrio, debido al impacto de un rayo y a una mala colocación del pararrayos; el cuerpo de bomberos, la policía y el ejército trabajaron de manera activa y eficaz para extinguirlo.[30]​ El sistema de pararrayos había sido instalado en 1927 y costó $ 2000 pesos.[31]

En 1929 se instaló el pavimento de las naves traído de Bélgica. En 1930 fue instalado el púlpito y en 1931 fue colocado el pavimento de mármol del presbiterio central, ambos elementos fueron traídos de Italia. También en ese año se tramitó la instalación de la red eléctrica para el templo.

Para 1931, se estimó que ya el edificio podía darse al servicio como catedral. Así lo determinó el arzobispo Caycedo, mediante decreto el 11 de agosto del mismo año, pasando la catedralidad de La Candelaria, que mantuvo durante 63 años y devolviendo a ella el culto parroquial. Para lo cual, en esa misma fecha Caycedo hizo la traslación solemne del Santísimo desde de la antigua catedral (Iglesia de La Candelaria) y acompañado de sus sufragáneos los obispos Francisco Cristóbal Toro Correa[32]​ y Miguel Ángel Builes Gómez[33]​, del Capítulo Catedralicio, del Clero, de las autoridades civiles y militares, además de la población en general. Una vez llegados al nuevo templo se cantó un solemne Te Deum y el canónigo Enrique Uribe pronunció un sermón alusivo al hecho y los canónigos tomaron posesión de sus puestos y recitaron por primera vez las horas canónicas. Al día siguiente, 12 de agosto, el templo fue inaugurado solemnemente como Catedral, coincidiendo con las bodas de plata de la posesión de Manuel José Caycedo en la Arquidiócesis de Medellín.

En 1932 el Capítulo adquirió para la catedral un órgano tubular de la marca alemana Walcker, el cual llegó a Medellín el 25 de marzo de 1933, al mes siguiente llegó a la ciudad el organero alemán Oskar Binder para hacerse cargo de su montaje y entrega, y tenerlo listo para su inauguración. Para dicho evento, y con el fin de adiestrar personal para su manejo, fue contratado por un año los servicios del organista alemán Alfons Merz. El 12 de agosto del mismo año, a las cuatro de la tarde, el arzobispo Manuel José Caycedo bendijo el órgano, y Merz dio un concierto con un lleno total.

También, en 1933 la Catedral vendió al Municipio de Medellín los derechos sobre un acueducto que habían sido adquiridos en 1871 para la construcción del templo y que luego sirvió para el suministro de agua. Desde entonces el servicio de agua es suministrado por el acueducto municipal por tubería galvanizada. En 1934 los servicios sanitarios fueron instalados en la torre occidental cerca del coro alto.

El 22 de junio de 1937, después de estar 29 años al frente de la sede de Medellín, fallece monseñor Manuel José Caycedo y su coadjutor monseñor Tiberio de Jesús Salazar y Herrera comenzó automáticamente a ser arzobispo de Medellín, quien a su vez gobernó hasta su muerte el 4 de marzo de 1942, ambos están sepultados en la Catedral. El 14 de mayo de 1942, monseñor Joaquín García Benítez es nombrado como nuevo arzobispo de Medellín y el 28 de agosto del mismo año tomó posesión de la sede arzobispal.

En 1939 fue instalado el viacrucis proveniente de Italia y en febrero de 1940 fue inaugurado al celebrar las bodas de oro sacerdotales el Vicario General y Canónigo Lubín Gómez. En ese mismo año fueron instaladas la cátedra de mármol y las pilas de agua bendita.

En noviembre de 1943, el arzobispo García realizó visita canónica a la catedral, de la cual realizó varias disposiciones, entre ellas la de retirar el sagrario, el expositorio y las estatuas de ángeles del altar mayor (fueron retirados al año siguiente), igualmente ordenó retirar los escaños capitulares que estaban en el área del presbiterio pasando desde entonces los Canónigos a la sillería para el rezo.[34]

En 1944, el arzobispo García logró que el municipio de Medellín desviara la quebrada “La Loca” por la Calle La Paz, la cual pasaba debajo del presbiterio y desde 1910 se venía tratando el problema con las entidades oficiales.[29]​Al parecer la quebrada fue canalizada antes de los trabajos de Carré y dicha canalización consiste en un arco romano, (formando una bóveda), la cual va más o menos desde la mitad de la Plazuela Pardo Vergara, hasta pasar la calle de Venezuela, en la Plazuela Caicedo. Este lugar no ha tenido ningún uso, aunque se ha pensado en aprovechar el espacio para ubicar osarios.

En 1945 la firma Mesa Ormaechea realizó la restauración de todos los canales y bajantes de las aguas pluviales de los tejados, pues estaban afectando los muros.

Luego el arzobispo García logró conseguir para la Catedral el título de Basílica Menor por breve del papa Pío XII del 12 de junio de 1948. Se hizo la consagración el 11 de agosto de 1950 por Luis Andrade Valderrama, obispo de Santa Fe de Antioquia, y el 13 de agosto del mismo año fue proclamada Basílica Menor en misa pontifical celebrada por Antonio José Jaramillo Tobón, obispo de Jericó.

PÍO PAPA XII
para perpetua memoria

    Entre los más insignes monumentos de la fe católica que adornan a la República de Colombia hay que poner sin duda alguna la Iglesia Catedral de Medellín dedicada a Dios en honor de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Ella, en efecto, no sólo aventaja en honor y dignidad a los otros templos de dicha ciudad y de la Arquidiócesis, sino que excede a los demás templo de toda la nación por la amplitud de su fábrica, como por su estilo egregio, plenamente conforme con las leyes de la arquitectura romana y semejante al de las antiguas Basílicas como también por la belleza maravillosa de cada una de sus partes y de todo el edificio. La cual se acrecienta y se hace más digna de admiración por la gran piedad de los fieles, que con toda diligencia se propusieron levantar desde los fundamentos y adornar adecuadamente este templo venerable y que a él acuden multitudinariamente y no cesan de venerarlo con devoción. Ahí mismo desempeña con toda asiduidad y decoro el oficio que se le ha encomendado de cantar las divinas alabanzas y de ejercer las funciones sagradas en nombre de la Iglesia un ilustre Cabildo de Canónigos dotado de una artística sillería, de tal manera que Dios perennemente recibe el culto devoto y solemne que le es debido de parte de los sacerdotes y de los fieles. Todo esto nos lo ha referido el Venerable Hermano Joaquín García Benítez, Arzobispo de Medellín; y deseoso de aumentar el honor de su iglesia metropolitana y de llevar una intima y gran alegría al ánimo de sus fieles. Nos ha dirigido preces humildes y solícitas para que Nos dignáramos decorar con el título de Basílica Menor el ilustre templo mencionado. Queriendo Nos acceder benignamente a estos votos, para hacer gracia al Arzobispo peticionario y a los fieles, no solo de la Arquidiócesis de Medellín, sino de toda la nación colombiana; y para demostrar nuestra benevolencia, habiendo comunicado nuestro designio con el Venerable Hermano Clemente de la Santa Iglesia Romana Cardenal Mícara, obispo de Velletri, Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, con nuestro conocimiento cierto y madura deliberación y por nuestra autoridad apostólica; en virtud de las presentes Letras y de manera perpetua decoramos y distinguimos la iglesia Catedral Metropolitana de Medellín, consagrada a Dios bajo el título de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, con los honores y privilegios de Basílica Menor. Nada valen cualesquiera disposiciones contrarias. Esto mandamos y establecemos, decretando que las presentes Letras serán y permanecerán siempre firmes, válidas y eficaces y que producirán y obtendrán sus efectos plenos e íntegros; y que a todos aquellos a quienes conciernen o puedan concernir, favorecerán ahora y en el futuro plenísimamente; y que así habrá de juzgarse y sentenciarse ligítimamente; y que desde ahora será írrita y vana cualquier cosa que se atentare en contrario, a sabiendas o ignoradamente, por quienquiera y por cualquiera autoridad.

En 1949 fueron colocados los dos retablos laterales en el Sotacoro o Pronave, provenientes de Italia. En 1952, el empresario y filántropo Pablo Tobón Uribe donó a la Basílica la suma de doscientos mil pesos ($ 200.000) con destino al embellecimiento e iluminación de la misma, con lo cual se compraron cuatro grandes campanas, 14 confesionarios de mármol, 8 ángeles de mármol con candelabros eléctricos, 4 altares auxiliares de mármol, 4 mesas de credencia de mármol, una custodia de oro de un metro de altura con cien diamantes, lámparas eléctricas y otros elementos menores.

En 1957 el arzobispo García presentó ante la Santa Sede la renuncia al gobierno pastoral por problemas de salud, la cual fue aceptada ese mismo año y monseñor Tulio Botero Salazar es nombrado como nuevo arzobispo de Medellín.[35]​ Y el lunes 1 de septiembre de 1958 muere García,​ al día siguiente después de su funeral fue sepultado en la cripta de la Catedral.[36]​ Más tarde, a petición de su familia, en 1963 fueron trasladados sus restos mortales al convento de las Hermanas de la Anunciación, en el sector conocido antiguamente como Cuchillón.[36]

En octubre de 1961, varios vecinos de la Basílica elevaron una petición, firmada por 144 personas, en donde solicitan que se establezca una parroquia en dicho templo, alentados por el artículo de prensa publicado en el periódico El Colombiano, titulado «Acción moderna de la Iglesia», escrito por el presbítero Marco Tulio Zuluaga Gómez y firmado con el seudónimo «Emetez», en el cual expone las razones para la creación de la parroquia de la Catedral.[37]

Entre los argumentos a favor de crear la parroquia que esgrime el pbro. Zuluaga están: que los demás barrios cuentan con su parroquia y disfrutan de una vida pastoral y religiosa, en cambio los del barrio Villanueva las parroquias les quedan alejadas y que para ellos su centro religioso es la Catedral (en las catedrales no parroquiales no se pueden realizar exequias de civiles, bautismos y matrimonios, y solo el arzobispo y los canónigos podían celebrar misa en el altar mayor).[37]​ Igualmente, indica que no hay incompatibilidad entre ser catedral y parroquia, que este tema ya hace tiempo fue superado en Europa, señala que algunas de las catedrales del viejo continente han sido revitalizadas al hacerlas parroquias. También indica, que los servicios parroquiales no son incompatibles con las fusiones de los canónigos, todo está en la coordinación.[37]

Finalmente, el arzobispo Botero Salazar crea la “Parroquia de la Catedral”, por medio del decreto del 29 de junio de 1962, quedando a cargo de todo lo referente al culto en la Basílica y la administración del edificio.[37]​ Además, establece las obligaciones del párroco y las del Capítulo Metropolitano. El 2 de junio de 1962 fue nombrado el primer párroco, el pbro. Eugenio Arango Santamaría, se deja claridad que su sede es la catedral y que en el altar mayor puede celebrar cualquier sacerdote.[37]

En 1963 como consecuencia del fuerte sismo que sucedió ese año, se averiaron los arcos que sostienen el coro donde esta el órgano, el cual fue reparado por la firma Ingeniería y Construcciones.[38]

A falta de espacio por la dinámica tanto parroquial como capitular del templo, se decide intervenir tres de los cuatro grandes salones que tenía la catedral para obtener nuevos espacios, es así como en 1969 la firma Ingeniería y Construcciones construyó un sótano bajo las dependencias noroccidentales para ubicar la cripta de orarios, además construyó el actual mausoleo de los obispo (reemplazando el que se había construido en el mismo lugar en 1950), igualmente en la dependencia nororiental que era la antigua sacristía auxiliar se construyó un entrepiso para obtener espacio para el despacho parroquial y la sala capitular.[29]

A finales de 1979 se notaron grandes deterioros en la estructura física de la catedral.[39]​ Al año siguiente, el ingeniero calculista Víctor Suárez fue comisionado para analizar la edificación y presentar un informe,[38]​ el cual una vez presentado indica que no hay falla estructural grave pero que existe algunas grietas y el desplazamiento de las claves de algunos arcos, a los que se deben intervenir para evitar posibles fallas durante fuertes sismos u otras causas.[38]

Por lo cual se creó una Junta presidida por el arzobispo Alfonso López Trujillo, para conseguir los fondos necesarios para realizar las reparaciones.[38]​ Finalmente en 1983, la firma Coninsa S.A procedió a realizar dichas obras,[29]​ las cuales consistieron en:

El agrietamiento vertical de las paredes de las torres desde el suelo hasta el techo, se corrigió mediante anillos perimetrales a la altura de los sillares, los dinteles y en algunos casos en los intermedios.[39]​ El descuelgue de claves o agrietamiento de las mismas en gran parte de los arcos, a lo largo de las naves se corrigió mediante vigas longitudinales a lo largo de toda la nave central. Las fisuras en la base de las columnas tercera y cuarta del lado oriental de la nave central, fueron corregidas mediante la inyección de concreto.[39]

Para reparar el agrietamiento de los arcos del crucero se debió armar una compleja estructura de andamios, no solo por su altura sino por el peligro que implicaba el hecho de trabaja sobre el baldaquino.[39]​ Mientras se adelantaban dichos trabajos se descubrió el mayor problema estructural hasta ese momento, el cual consistió en grandes y profundas grietas que afectaban uno de los pilares del crucero, concretamente aquel sobre el cual se apoya la cátedra (la cual fue desmontada para hacer las obras). Dicho pilar fue necesario reforzar, y donde si no se actuaba en el momento en que se hizo, podría haber ocasionado el colapso total del templo.[39]

Sobre la bóveda de la sillería de los Canónigos y a lo largo de la fachada norte fue necesario amarrar con vigas que se vaciaron desde el exterior, a la altura de los sillares y dinteles. Durante las obras se descubieron grietas en dos columnas del lado occidental de la nave central, las cuales también fueron tratadas con inyección de concreto.[39]

En toda esta obra se construyeron aproximadamente 2600 metros lineales de vigas de orden de 400 m³. Cada viga tiene 8 varillas de hierro de ¾” y estribos cada 20 cm que con los traslapos da 26 000 m de varilla de ¾”.[39]​ El trabajo que se realizó costó 12.000.000 de pesos,[39]​ pero quedó inconcluso por falta de fondos para continuar. La firma Coninsa S.A., solo cobró el costo de los materiales y los salarios de los trabajadores.[29]

Por su valor histórico y por ser una de las principales obras arquitectónicas del país, la Catedral fue propuesta como Monumento Nacional de Colombia por medio de la resolución 002 del 12 de marzo de 1982.[4][5][6]

En la tarde del 5 de julio de 1986, como parte de su visita apostólica a Colombia, el papa Juan Pablo II visitó la catedral, y al verla exclamo ¡Magnífica, magnífica!.[40]​ En la Catedral, el Santo Padre presidió un encuentro con más de seis mil religiosas y miembros de Institutos Seculares Femeninos.[41]

Entre 1998 y 1999 se adelantó por cuenta del Consejo de Monumentos Nacionales el diagnóstico para constatar el estado físico del edificio y poder proceder a su restauración. Ganó el concurso para este fin la Fundación Ferrocarril de Antioquia.[29]​ El trabajo se comenzó en 1998 y se entregó en marzo de 1999; y para lo cual se realizó una investigación histórica, el levantamiento arquitectónico y finalmente se dio un informe detallado de deterioros, grietas, humedades, desprendimientos y otros problemas.[29]​ La conclusión fue que la Catedral estaba enferma, pero no desahuciada ni en estado terminal. Por lo cual el Instituto Nacional de Vías -INVIAS- había hecho donación al Departamento de Antioquia de un valioso inmueble con destino a la restauración de varios monumentos nacionales en Antioquia, entre los cuales está la Catedral de Medellín.[29]

Finalmente, el Ministerio de Cultura de Colombia por medio de la resolución 1686 del 1 de diciembre de 2004, se concreta y la catedral es declarada Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional -BIC- (equivalente al antiguo título de Monumento Nacional) junto con otros veintuatro bienes inmuebles de arquitectura religiosa del país.[4][5][6][7]​ Actualmente, aún está pendiente la restauración del templo.

Actualmente no existen planos ni maquetas de la obra que pretendía construir Crosti, solo están los informes que él mismo dejó, además, también están los datos suministrados por el arquitecto bogotano Mariano Santamaría, consultado por el obispo Bernardo Herrera Restrepo.[13]​ Con base en ellos, se sabe que la planta era de cinco naves, comenzaba donde hoy termina la última escala del atrio y acababa cerca a donde está el baldaquino, pues el mismo Crosti dice que construyó un muro para aislar la construcción de la quebrada La Loca y comprendía todo el terreno que hoy ocupan los atrios laterales.[13]​ Las alturas eran: la cúpula 90 m, los muros de la nave central 60 m y los de las naves laterales 25 m. El ancho de la fachada era de 60 m. La planta era en forma de crux conmissa o cruz de San Antonio, pues el travesaño horizontal tenía la misma medida que el vertical. La nave central era de 20 m de ancho y las cuatro naves laterales, cada una de 18 m.[13]​ También se sabe que la bóveda de la nave transversal solo tenía apoyos en dos columnas y dos brancas,[n. 7]​ lo que es insuficiente y de difícil ejecución. Lo mismo sucede con el Coro que era de 30 m de altura y sin bases suficientes.[42]

Era pues de dimensiones monumentales, irrealizable con los materiales que existían en esa época en Medellín.[13]​ Ya el obispo Jiménez le había desechado el primer diseño por monumental y costoso. Entre los datos del arquitecto Santamaría, dice: “el plano adolece de muchísimos defectos de estilo y de construcción”,[42]​ y el arquitecto L. Douillard a quien también estudio los diseños de Crosti, los encontró inaceptables y «reveladores de la ignorancia más profunda»; sería él mismo quien recomendara a Carré.[12][43]​Así pues, la suspensión total del proyecto de Crosti fue lo que se consideró más sensato; y en realidad, lo que se perdió fueron los cimientos, los cuales más adelante no sirvieron para el nuevo diseño de Carré.[13]

Otro memorable fiasco del arquitecto Crosti fue la intervención que realizó a la iglesia parroquial del municipio de Marinilla. En 1874, sobre los muros de este templo y aprovechando la estadía en Antioquia del italiano se reformó dicho templo.[44]​ El diseño de Crosti incluía un esquema de 5 naves, fachada con dos torres laterales, un pórtico con balaustrada que las unía y una cúpula de cobre.[44]​ En 1891, la iglesia presentaba serios problemas estructurales por lo cual el obispo Herrera Restrepo envió a Carré, quien después de haber analizado y revisado lo efectuado por Crosti, rediseñó totalmente el templo.[44]​ Redujo la iglesia de 5 a 3 naves, rediseñó totalmente la fachada principal, suprimiendo el pórtico y las torres antes mencionadas por una sola torre que enmarcase de la nave central y señalara el acceso principal; cambió la cúpula de cobre por una sutil aguja de ladrillo y cambió las columnas.[44]

La catedral se encuentra emplazada en el barrio Villanueva, en plena zona céntrica de Medellín, al costado norte del Parque de Bolívar, nombrado así en honor al libertador Simón Bolívar, pero no fue sino hasta 1923 que se colocó en todo su centro la estatua ecuestre del libertador, obra del escultor italiano Giovanni Anderlini y fundida por el también escultor italiano Eugenio Maccagnani.[45]

Dicho parque es un sitio emblemático de la ciudad, cargado de simbolismos históricos y culturales. A su alrededor convergen varias vías nombradas en honor a sitios y a eventos relacionados con el libertador, como es el caso de las calles Perú y Bolivia, las carreras Venezuela y Ecuador, naciones liberadas por Bolívar, también se hallan las calles Caracas y La Paz, esta última pasa justo por la parte posterior de la catedral. Asimismo, se encuentra la carrera Junín, uno de los pasajes comerciales más tradicionales de la ciudad, el cual remata en el costado sur del parque y es llamada así en memoria de la batalla del mismo nombre.[46]

Las vías que enmarcan al Parque de Bolívar son: por el occidente la carrera 49 (Venezuela), por el oriente la carrera 48 (Ecuador), por el sur la calle 54 (Caracas) y por el norte da con la fachada principal de la catedral.[46]

En el parque se realizan frecuentemente eventos culturales, como conciertos al aire libre y encuentros artesanales, y en el costado sur-oriental se encuentra el Teatro Lido restaurado en 2007,[47]​ sede del Ballet Folclórico de Antioquia.[48]

El área donde se construyó la catedral, al lado norte de la quebrada Santa Elena se estaba comenzando a urbanizar y se llamó Villanueva en contraposición del área urbana ya establecida desde la época colonial, o sea la «vieja villa». En sus inicios el templo fue un referente urbano fácilmente identificable desde cualquier parte de la ciudad y prácticamente desde cualquier parte del valle de Aburrá.[17]​ Todo gracias a que las edificaciones alrededor no superaban los dos o tres niveles de altura.[17]

El barrio Villanueva (que se consolidó alrededor del templo) junto con el barrio Prado, conformaban el sector residencial más lujoso de la ciudad, unidos por un corredor que los integraba, sin embargo, con la creación de la Avenida Oriental en la década de los 60 se cortó dicha integración.[48]​ Muchas casas fueron reemplazadas por enormes edificios que atrajeron a nuevos habitantes.[48]​ Y a partir de los años 80, Villanueva sufrió el deterioro de su espacio público, inseguridad y proliferación de indigencia y prostitución, igualmente, las pocas casonas que aún quedan se convirtieron en sedes comerciales padeciendo un paulatino deterioro.[48]​ Además, la catedral perdió su carácter de referente urbano por el incremento de edificios que la superan en altura, a pesar de la normatividad que existe para que este templo no pueda ser superado en altura por ninguna otra estructura en su en torno.[17]​ Hoy, sin muchos detalles, solo desde algunos sitios de la ciudad se logran ver sus torres. [17]

Recientemente, como parte de la renovación y revitalización tanto urbana, social y cultura emprendida en el centro de la ciudad, el parque Bolívar fue sometido una remodelación que inició en el 2019 y finalizó a principios del 2020.[49][50]​ La obra tuvo un costo de $11.246.000 de pesos y se renovaron 23.520 m² de espacio público y todo el mobiliario urbano.[49][50]​ Además, con el objetivo de igualar los materiales y la arquitectura del parque, la transformación también contempló los atrios de la Catedral, los cuales presentaban deterioro desde hace tiempo.[50]

La obra que diseñó el arquitecto Charles Émile Carré está bajo los parámetros del estilo neorrománico, una reinterpretación del estilo románico, llevado a cabo en el templo de forma sobria y sencilla, careciendo de la exuberancia de las grandes catedrales. La planta es cruciforme, cuanta con 4.608 m² en la planta general y 7.300 m² de área total construida,[2]​ consta de tres naves longitudinales, la principal y dos laterales, a su vez atravesadas por el transepto o nave transversal que forma los brazos de la cruz. Cada nave longitudinal cuenta con acceso por la fachada principal y termina en ábsides, además, las naves laterales tienen cada una dos accesos en sus costados, los cuales comunican con los atrios laterales.

La fachada principal está conformada por dos torres, unidas por un cuerpo que enmarca la nave central y en donde también se encuentran las puertas que comunican directamente con las naves longitudinales.

Las columnas son lisas de forma cilíndrica regular, cuentan con capiteles de estilo corintio reformado o degenerado, muy propios del románico, los cuales fueron construidos con diseños de Solé (excepto los de mármol); además de las 16 columnas que separan las naves longitudinales, la basílica posee dos más que sostienen el coro, 64 en la parte superior de la nave central, 32 en los ventanales absidales, 68 en los arcos ornamentales de la nave del crucero, 4 en los ábsides secundarios, más de 120 en el frontis, 16 en los ventanales del ábside y capillas laterales, para un total de 330.

La catedral está edificada en ladrillo macizo, que se encuentra a la vista tanto en el exterior como en su interior, y para su construcción se utilizaron aproximadamente 1.120.000 ladrillos de 8 decímetros cúbicos cada uno,[3]​ los cuales cuentan en total con una masa de 11.000 metros cúbicos,[3]​ que envuelven un volumen de 97.000 metros cúbicos.[3][17]

Además, el ladrillo es un material que resulta bastante idóneo para el estilo del edificio, ya que los muros trabajan a compresión y dicho material resiste ese fenómeno. Adicionalmente, los ladrillos fueron pegados con argamasa, un tipo de mortero formado de cal, que actúa como conglomerante, arena y agua, que al secarse adquiere una constitución dura, pero de menor resistencia e impermeabilidad que el cemento; esta argamasa se utilizó en la edificación del templo ya que al comienzo de la construcción no se empleaban los morteros a base de cemento.[3]

Estructuralmente la basílica funciona con muros de carga que transmiten todo el peso a los cimientos y estos a su vez al suelo, además cuenta con contrafuertes para reforzar los muros, principalmente en donde estos reciben mayores empujes laterales. Los muros cuentan en promedio con 1.70 a 2 m de espesor y las columnas de las naves longitudinales 1.20 m de diámetro. Los cimientos se levantaron sobre la roca, y los sobrecimientos en piedra alcanzan hasta la altura de los ventanales; este detalle no se puede observar debido al revestimiento de ladrillo.[3]

Las ventanas, son angostos y alargados vanos rematados en arco, esta forma tan común en el románico responde más a razones estructurales, que a la estética o a ofrecer un ambiente de penumbra en el interior de la basílica. Como los muros son de carga y al contar con una ventana, se están desviando las cargas hacia los extremos, provocando una sobrepresión en determinados puntos de la pared. Cada vano actúa como un arco de descarga, el cual ayuda en la bifurcación natural de las cargas hacia los laterales, pero para que esta situación se produzca debe haber suficiente espacio entre ventana y ventana, y una buena cohesión entre los distintos materiales del muro (ladrillos y argamasa).

El exterior del templo se caracteriza por dar la sensación de una "compacta solidez", efecto generado por la estructura pesada de los gruesos muros, siendo este a su vez, uno de los rasgos de la arquitectura románica.

La volumetría del edificio responde totalmente a la disposición y composición espacial del interior del templo, su forma escalonada permite distinguir claramente los diferentes cuerpos que lo conforman.

La fachada principal da la cara al costado norte del Parque de Bolívar y es quizás el frente con más rasgos románicos. Es totalmente simétrica, está conformada por dos torres de base cuadrada, con una altura de 50.4 metros sin contar con las cruces, que miden 2.80 metros, ambas torres están unidas por un cuerpo que enmarca la nave central, tiene 52 metros de ancho en la parte inferior y de torre a torre tiene aproximadamente 40 metros de ancho, además, cuenta con tres entradas, la central y las laterales, cada una da con las naves del templo.

Cada una de las torres está formado por tres cuerpos distintos pero combinados de una manera sencilla. El inferior se puede decir que es el marco de un arco con tímpano que da entrada a la nave lateral; el que le sigue tiene la más clásica estructura románica por estar decorado con 6 grandes saeteras con arcos y columnas que las enmarcan en el exterior; el superior se sienta en un cuerpo que bien pudiera sumarse a los tres citados por su altura y por su decoración de arquillos seguidos con saeteras más pequeñas en los centros; este cuerpo superior es el más saliente no solo por la altura sino por la construcción y belleza ornamental y está decorado con 8 ventanales o ajimeces. Cada uno de estos tramos está separado por molduras de canecillos adornados y dientes de sierra perfilados por contrafuertes.

El cuerpo situado entre los dos torreones está constituido en su parte inferior por la entrada principal, formada por una serie de arcos concéntricos y en degradación (llamado arquivolta), apoyados en pequeñas columnas, todo el conjunto forma una especie de arco abocinado muy sencillo. Entre el último arco de la arquivolta se encuentra el tímpano que descansa sobre el dintel, luego le siguen las puertas hechas en madera, forradas en láminas de Cobre pintadas de negro y pegadas con grandes clavos cabezones en forma de botón.

Luego, sobre el acceso principal, le sigue un tramo que corresponde al Coro con tres altos ventanales y sobre este una variedad de jable moldurado; en su centro está el reloj de la catedral.

En las fachadas laterales se distinguen los diferentes cuerpos que conforman el templo, e igual que la fachada principal cuenta con elementos de estilo románico manejados de forma sobria. En cada fachada se distingue la torre, seguida de los cuerpos longitudinales de las naves, luego está la fachada del transepto y sobre esta se encuentra la torre del crucero; después sobresale la continuación de las naves para luego rematar en los ábsides, en la parte inferior se distingue el cuerpo de la sacristía.

Entre la torre y la fachada del transepto se encuentran los 2 cuerpos, la nave central y la nave lateral más baja, cada una cuenta con 8 ventanas en forma de arco de medio punto. Cada fachada lateral posee tres accesos, dos dan con la nave lateral y la tercera con la sacristía, e igual que las puertas de la fachada principal están hechas en madera, forradas en lámina de hierro pegada con grandes clavos cabezones en forma de botón.

Al igual que las fachadas laterales, en la posterior también se distinguen varios cuerpos que conforman la basílica y es quizás en donde se nota con mayor realce la forma escalonada del templo.

De abajo hacia arriba, encontramos los cuerpos más pequeños, que dan cobijo a las áreas posteriores del templo, como el museo, la sala capitular, etc.; luego está el volumen del ábside central, el cual se alza en el medio de la fachada, rodeado de los pequeños cuerpos y de los ábsides laterales, e inmediatamente de dicho ábside está la continuación de la nave central, que junto con al ábside central contienen el presbiterio; después y a la misma altura de la nave central está el volumen del transepto o nave transversal, el cual está dividido por la torre del crucero siendo el volumen más alto de la parte posterior del edificio.

La cubierta del templo es de teja de barro y madera de comino, madera altamente valorada en el área de la construcción por su alta resistencia a las diferentes condiciones ambientales (humedad, agua, suelo) y al ataque de insectos como el comején.[51]​ La estructura del techo está conformada por cerchas, alfardas, alfardas durmientes, tirantes, nudos de tirantes, cuñas, soleras, piedeamigos, cumbreras, travesaños. La armazón está en forma de caballete con mediaguas a lado y lado en la nave central, mediaguas en la cubierta de las naves laterales y en la torre del crucero también en caballete. Los empates se hacen con platinas metálicas sobre la madera, una esterilla de cañabrava sobre la que va la teja de barro y por debajo emboñigado entre listón y listón y un acabado que parece de madera. La nave central por dentro tiene forma trapezoidal.

Son tres atrios, uno central y dos laterales, son unos andenes amplios que están más altos que el piso de la calle, enmarcando parte del edificio y lo aíslan de las construcciones de su alrededor, abarcan un área de 2.170 metros cuadrados y no fueron diseñados por Carré.[52]​ En 1920, la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín -SMP- en colaboración con el concejo municipal y el comercio de la ciudad, construyen los atrios en baldosa ranurada de cemento que costó $ 3.000. Además los bordes de las escalas fueron reforzados con láminas metálicas traídas de Estados Unidos.[52]​Hubo así un cambio del proyecto original en que los atrios iban al nivel de la calle y al pie de cada puerta había una serie de escalas. Con este cambio el atrio dio realce a la Catedral.[53]​ Desde 1967 se buscaba la integración del Parque de Bolívar con el templo, pues entre el atrio central y el parque pasaba un tramo de la calle 56 (Bolivia), por lo cual, en 1968 fue remodelado el parque, se suprimo dicho tramo peatonizándolo, se colocó la fuente luminosa y se dejó un espacio amplio entre la pila y el atrio, que sirve para realizar ceremonias en el exterior.[53]​ En 1976, fueron remodelados los tres atrios, empleando para ello grandes baldosas de arenón por las Empresas Públicas Municipales. Hay planos para cerrarlos con rejas metálicas, lo que unos juzgan necesario y otros rechazan.[52][n. 8]

A mediados del 2019 y principio del 2020 el Parque de Bolívar fue sometido una nueva remodelación y con el objetivo de igualar los materiales y la arquitectura del parque, la remodelación también contempló los atrios de la Catedral, los cuales presentaban deterioro desde hace tiempo.[50]

El interior del templo se caracteriza por ser un ambiente penumbroso, sombrío y tranquilo, solo alterado durante las celebraciones religiosas; su distribución está enmarcada de acuerdo con su planta de cruz latina, y sus diferentes espacios están claramente definidos. Cuenta con tres naves longitudinales, la principal o central y dos laterales, a su vez atravesadas por el transepto o nave transversal que forma los brazos de la cruz, y el encuentro entre esta última con la nave central genera un espacio llamado crucero. Cada nave longitudinal cuenta, en el extremo sur con accesos en la fachada principal y al norte rematan en ábsides abovedadas.

De sur a norte encontramos primero, el sotacoro o pronave, área ubicada bajo el coro y las torres, antecede a las naves longitudinales y es una especie de vestíbulo o recibidor; en él se encuentran las pilas de agua bendita, dos estaciones del vía crucis y en los extremos oriental y occidental se encuentran dos ábsides de forma trapezoidal (trapecio isósceles) abovedado, cada uno contiene un retablo de mármol y están cerrados por canceles (rejas). Igualmente, cada ábside cuenta con dos puertas que dan con las escaleras contenidas entre los muros y que comunican con el coro y las torres, además el occidental tiene un ascensor.

La nave central tiene 14,50 m de ancho y una longitud de 98,45 m incluyendo en esta medida el grueso de los muros; está separada de las laterales, entre el sotacoro o pronave y el crucero, por dos arcadas a lado y lado, conformadas por dos series de ocho columnas cada una (16 en total), las cuales miden, incluyendo bases y capiteles, una altura de nueve metros por 1,20 m de diámetro y están unidas por arcos de medio punto de 1,70 m de diámetro. Sobre estos arcos, en la parte alta de la nave central se encuentra a lado y lado una serie de arcadas ciegas que cumple una función solamente decorativa, y sobre estos, están dos series de 8 ventanales cada una, luego la nave es cubierta por un techo a dos aguas formado por gruesas vigas de madera.

Continuando por la nave central, hacia el norte, se encuentra el área del crucero, siendo una especie de antesala para al presbiterio, dicha área es de forma cuadrada y cada lado tiene el mismo ancho que la nave central, además, en esta área se levanta la torre del crucero que sobresale en el exterior llamada cimborrio y cuenta con 3 ventanales a cada lado. Por último la nave central termina en el brazo superior de la cruz, el cual comprende el presbiterio, zona que contiene la cátedra, el altar mayor con el baldaquino y la sillería de los canónigos, esta última rodeada por un ábside semicircular de 14,50 m de diámetro y a su vez cubierto por una bóveda de ladrillos, cuyas juntas de argamasa forman un encaje de perfecta ejecución.

Las naves laterales corren en casi toda la longitud de la nave central, tienen ocho metros de ancho y están delimitadas entre las arcadas ya antes descritas y el muro que da con el exterior. Cada nave tiene en su respectivo muro, cinco confesionarios empotrados a la pared, 8 ventanales con sus vitrales y coincidiendo con el eje de 6 ventanales, se ubica una estación del viacrucis; en los otros dos se localizan las puertas que comunican directamente con los atrios laterales. Luego, hacia el norte de las naves está la zona que comparte con el transepto, para luego rematar en los ábsides laterales que cobijan los altares laterales con sus respectivos retablos de mármol.

El transepto o nave transversal, el cual, como ya se había mencionado antes, forma los brazos de la cruz, se extiende en sentido oriente-occidente o viceversa, tiene una longitud de 63,40 m y los mismos 14,50 m de ancho que la nave central. Está dividido en dos áreas, en el extremo de cada brazo se encuentra un retablo de mármol, y al lado de cada uno de estos, se encuentran dos puertas, las que dan hacia el sur se encuentran con los atrios laterales, las que dan al norte comunican con diferentes dependencias, la del brazo oriental comunica con la sacristía, y la occidental con el panteón de los obispos. Sobre el eje de dichas puertas se localizan cuatro cuadros de grandes proporciones y los muros entre el crucero y los brazos se encuentran 2 estatuas religiosas sobre repisas.

Finalmente, están las dependencias ubicadas en los ángulos superiores formados por el cruce de las naves longitudinales con el transepto. En el ángulo occidental se localizan dos grandes salones; en el del norte se encuentra el museo de arte religioso, y en el del sur está el Mausoleo de Obispos; además, debajo de estos se encuentra la Cripta de Osarios. En el ángulo oriental se localizan varias dependencias; al sur está el salón de la sacristía y al norte está la sala capitular, y otras dependencias menores de la Basílica.

El presbiterio central se encuentra elevado del resto del templo por cinco escalones. Comprende el área final de la nave central, desde el crucero hasta el ábside de más de 14 metros de diámetro y se encuentra separado o encerrado del público en general por un comulgatorio (barandilla) de mármol. En el presbiterio se encuentra el altar mayor cubierto por un baldaquino, la sillería de los canónigos y el solio episcopal.

Baldaquino y Altar Mayor. El Baldaquino es un pabellón que cubre el altar y le da realce, lo diseñó el arquitecto salesiano Giovanni Buscaglione, quien diseñó o aprobó los diseños de casi todos los elementos decorativos de la catedral.[54]​ La cúpula está sostenida por cuatro columnas de mármol azul oscuro en la base y en el fuste de rosado de Verona, los capiteles son de estilo corintio y reciben los arcos de medio punto con bordes denticulados. Las cornisas forman los cuatro costados y tienen rosetones de mármol crema, la cúpula tiene forma octagonal tanto en su interior como en su exterior, y está coronada por una cruz. Cuatro pequeños pináculos de exactas proporciones sobresalen en los cuatro ángulos de la cúpula.[54]

Los mármoles se clasifican por las canteras de donde provienen, el blanco es de Carrara, el rosado es mandorlato de Verona, o Nero enoro di Levanto, el azul es gallo di Siena, el café oscuro es de flor di Pesco, tiene verde autico y un crema de Rosa de Vaticino. La obra la ejecutó la Casa Américo Martino Darsanti en sus talleres de Pietrasanta.[54]

El Altar Mayor que está cubierto por el baldaquino, es una mesa de mármol blanco de Carrara. Su frente consta de una arcada adosada a la mesa compuesta de cinco cuerpos, el del centro, el más grande es un arco achatado, y es el que enmarca La Última Cena de Leonardo da Vinci tallada al frente de la mesa. Cuando lo colocaron en 1923 y 1924, tenía unas gradas para los candeleros, un Sagrario con su expositorio y a cada lado un ángel portacandelabro. Estos elementos fueron retirados en 1944 por orden del arzobispo García Benítez, quien en una visita canónica a la catedral en noviembre de 1943 realiza dicha orden, actualmente se encuentran en la Parroquia de Nuestra Señora de Las Lajas, en el barrio Francisco Antonio Zea. El costo de todo el conjunto fue de $ 25.065.37 pesos.[54]

En 1967 el párroco Eugenio Arango realizó una modificación que consistió en centrar la mesa debajo del baldaquino, quitarle altura suprimiendo dos gradas para el piso sobre el que se apoya la mesa llamada también tarima, de esta manera ya no se necesitaba altar móvil, se podría celebrar de cara al pueblo y quedó más visible la sillería de canónigos que ocupa el ábside central. El baldaquino tiene una altura de 22 metros.[17]​ La mesa del altar tiene 4 metros de largo por 1.18 de ancho y 1.5 de altura y pesa 18 toneladas.[54]

El baldaquino y debajo el altar mayor completo con el Sagrario y su expositorio

El baldaquino y debajo el altar mayor con su apariencia actual.

Alzado del altar mayor y el baldaquino.

Detalle del capitel de las columnas del baldaquino.

Cátedra, solio o sede episcopal. La primera cátedra era de madera y fue reemplazada por la actual en 1940, en el mismo año que fueron colocadas las dos pilas de agua bendita. Fue diseñada por Hermenegildo Bibolotti, y modificada en sus medidas por el arzobispo Salazar y Herrera; su diseño está de acuerdo con el estilo del altar y del baldaquino, y su costo fue $ 5.900 pesos.[54]​ Tiene 5.40 metros de alto y 4,10 metros de ancho, la tarima es de 1,30 x 1,00 metros, la segunda grada es de 70 x 70 cm., la tercera de 60 x 60 y la cuarta de 30 x 30 cm. Las sillas fueron colocadas en 1947: las primeras eran de madera, las actuales son de mármol y están debidamente acolchadas. Toda la cátedra está adosada al pilar noroccidental del crucero, y puesta sobre el pavimento de mármol.[54]

Sillería del coro de los canónigos. Fue diseñada por Buscaglione en 1923 en Turín, Italia, cuando viajó a Europa para estudiar las grandes catedrales. Las partes laterales son de Buscaglione y el trono episcopal de Luis Eduardo Arenas, quien fue el ebanista ejecutor del diseño, y junto con otros, realizaron casi todo el trabajo en madera.[55]​ Se construyó entre 1928 y 1932, su costo fue $ 60.000 pesos, es totalmente desarmable, sin un clavo ni un tornillo, para la armazón se utilizaron ensambles. Esta hecho en gran parte en cedro negro y se gastaron más de mil trozas de dicha madera.[55][56]​ Los pisos de las plataformas son de madera de comino.[57]​ La sillería es una obra de talla de gran precisión, cuenta con sartas de perlas, hojas retorcidas, palmetas, entrelazados, espirales, volutas, capullos, entre otros.[55]​ Da la impresión de ser circular pero es ochavada en los tableros, pero la moldura superior y las escalas de subida si son circulares.[55]​ Son 32 sillas en la primera fila, la pegada al muro, y 22 en la segunda fila, en total son 54 asientos.[55]​ La sillería esta dividida por el trono episcopal que se ubica en el medio de la semicircunferencia, en cada lado hay 27 asientos.[55]​ El acabado es mate causticado con cera y con trementina.[57]

Sillería del coro de los canónigos.

Alzado lateral de la sillería, firmado por Buscaglione en Turín en 1923.

Corte y costado de la sillería, firmado por Buscaglione en Turín en 1923.

Pavimento del Presbiterio Central. El suelo del presbiterio es también de mármoles italianos, fue diseñado por Buscaglione, colocado en 1931 y el costo fue de $10.475.93 pesos.[58]​ Va desde el comulgatorio central hasta la sillería de los canónigos. Fue diseñado teniendo en cuenta la tarima del altar mayor y la sillería de los canónigos.[58]​ En cambio el solio fue colocado sobre el pavimento, pues fue adquirido, más tarde. Está constituido por placas de mármol de diez colores identificados así: rosado, rojo de Verona, crema, blanco con vena negra débil y delgada, blanco con vena negra más ancha y muy negra, azulado, café oscuro, verde, gris y negro. Todo el conjunto es como un gran mosaico con piezas grandes de varios colores unidos con figuras rectangulares, cuadradas, circulares, semicirculares y triangulares, combinadas con orquídeas, la flor nacional de Colombia.[59]​ Es como un tapiz, pero de mármol y solo con motivos eclesiásticos y simbólicos. Ha venido deteriorándose y su restauración resulta costosa.[58]

Ambón. Se encuentra al pie de la cátedra, está hecho en mármol de varios colores, fue construido por el maestro Juan de Dios Urquijo después de 1983, cuando fue nombrado cardenal el arzobispo Alfonso López Trujillo, cuyo escudo cardenalicio quedó grabado en la parte inferior del ambón.[60]​ Para su construcción se utilizó parte de las láminas de mármol de una mesa de credencia que se encontraba al servicio del presbiterio occidental, la cual fue desmantelada para dicho fin.[60]​ En sí, es un pequeño muro rectangular en mármol blanco, que contiene en su frente un rectángulo en mármol verde, que influye en su parte superior una circunferencia que a su vez contiene una cruz patada, además, el frente del ambón está flaqueado por dos columnas con fuste rosado y de estilo toscano,[n. 9]​ lo cual va en contravía del orden corintio que predomina en el edificio.

Comulgatorios (barandilla). El central está colocado en forma de U, las partes laterales pegan con los pilares ubicados al norte del crucero. La parte frontal tiene la longitud de la nave central y posee en el medio una puerta metálica. También tienen comulgatorio los presbiterios de los dos retablos laterales de los ábsides, pegan con los muros y tienen entrada central. Los dos retablos del transepto, tiene cada uno su comulgatorio en forma de U. Todos son de mármol blanco, con cruces en forma griega, y los cinco tienen el mismo diseño. Fueron instalados en los mismos años que los altares y su costo está incluido dentro de estos.[61]

Son seis retablos grandes de mármol distribuidos así: dos en los ábsides laterales, dos en el transepto y dos en la parte inferior, en el sotocoro o pronave a la entrada del templo. Tienen integrados un altar y un sagrario, excepto los de la pronave que no cuentan sagrario, fueron diseñados para celebrar la misa de espaldas a los feligreses pues fueron concebidos antes de las reformas del Concilio Vaticano II.

Los dos retablos de los ábsides laterales. Fueron conseguidos al mismo tiempo que el altar mayor, colocados también en 1924 y 1925, y costaron $ 11.975.61 pesos. Cada retablo se acomoda al ábside y son similares. El del ábside occidental es el de la Virgen del Carmen y el del ábside oriental es el de San José, y ambas imágenes están colocadas en los nichos centrales del retablo.[62]​ En el ábside occidental estuvo una imagen de Jesús Crucificado hasta 1943 cuando el arzobispo Joaquín García Benítez ordenó sustituir el Cristo por la imagen de San José. Cada retablo tiene su tarima y su presbiterio al frente, que está cerrado con comulgatorio (barandilla).[62]

Los dos retablos del transepto. Están ubicados en los extremos, sobre los muros occidental y oriental, son de mayor tamaño que el de los ábsides laterales. Cada retablo cuenta con nicho, tarima de mármol y están cerrados en forma de U por un comulgatorio (barandilla). Hoy en día, en el retablo del costado oriental se guarda en su Sagrario la sagrada hostia, es como la Capilla del Santísimo con la imagen del Corazón de Jesús en el nicho. En el occidental está la imagen de la Inmaculada, titular del templo. Cada uno tapa el vitral del centro del muro del transepto que tiene tres vitrales. Fueron adquiridos y colocados en 1926, después del central y de los laterales. Su costo está incluido en el de los altares laterales.[62]

En 1931, por disposición del obispo Caycedo, el oriental fue de la Inmaculada y el occidental del Corazón de Jesús, aunque se desconoce quien hizo el cambio actual.[62]

Los dos retablos laterales en el Sotacoro o Pronave (en la entrada del templo). Fueron colocados en 1949, están ubicados en dos espacios que se salen del hilo de los muros laterales como dos entradas o brazos pequeños, que terminan en ábsides de forma trapezoidal (trapecio isósceles) abovedado, forman parte del Sotacoro o Pronave y están cerrados por canceles (rejas) de madera.[62]​ En el oriental está la imagen de San Francisco de Asís y en la parte superior está enmarcado un pequeño vitral. En el occidental está la imagen de Santa Bárbara, patrona de la Arquidiócesis de Medellín y por un tiempo estuvo la pila bautismal que hoy está junto al retablo de San José en el ábside oriental. La imagen de Santa Bárbara fue adquirida en 1952. El retablo de mármol de San Francisco reemplazó uno de madera, que al parecer fue elaborado en 1943. Además, en ambos espacios están las puertas de entrada a las torres.[62]

Los vitrales de la catedral de Medellín fueron diseñados por Giovanni Buscaglione y construidos por la Casa Francesa Vidrieras Artísticas de Maumejean hermanos, en sus talleres de España,[n. 10]​ elaborados con vidrios martales o vidrio catedral y costaron $ 25.608.37 pesos.[63]​ Son 76 en total en diversos tamaños y con distintas figuras y dibujos. Llegaron a Medellín en 1921; cubren los ventanales de los muros externos y dan a la catedral un aspecto místico. Hay ocho en cada muro lateral así: en el muro occidental que da a Venezuela están: Simón el Cananeo, San Bartolomé, el escudo del obispo Montoya, Santiago el Menor, San Judas Tadeo, el escudo del obispo Isaza, Santo Tomás y el escudo del obispo Jiménez.[63]

En el muro de la nave oriental que da a Ecuador están: San Andrés, San Lucas con el símbolo del Toro, el escudo del arzobispo Herrera Restrepo, San Marcos con el símbolo del León, San Felipe, el escudo del arzobispo Pardo Vergara; San Mateo con el símbolo del Hombre y el escudo del arzobispo Cayzedo.[63]​ En el ábside de la nave central están colocados cinco: en todo el centro el Corazón de Jesús, y a lado y lado El Buen Pastor, el regreso del Hijo Pródigo, que representan el amor de Dios y su misericordia, Santa Rosa de Lima y Santa Bárbara.[63]

En los muros de fachada de la nave del transepto, hay tres en cada fachada así: en la occidental que da a Venezuela uno de dibujos que quedó tapado con el retablo, San Pedro y San Juan. En la fachada del de oriente que da a Ecuador, el del centro también quedó tapado por el retablo, Santiago el Mayor y San Pablo.[63]​ En la fachada hay otros tres con figuras geométricas y son los que dan luz al coro del órgano. En los ábsides de las naves laterales, en cada una, hay un vitral que representa Ángeles adoradores. Encima de las puertas de las Sacristías están el Cura de Ars y San José. En los retablos de la pronave hay dos: el bautismo de Cristo y el Cordero de Dios. Encima de la cornisa del muro con la arcada ciega, que forman la nave central hay unas pequeñas ventanas con vidrieras en colores y 8 figuras geométricas a lado y lado.[63]

En la torre sobre el crucero hay 12 y en los brazos del transepto hay nueve iguales a las vidrieras de la nave central y en el presbiterio hay dos. Son 36 en total. Los que no tienen figuras humanas tienen motivos decorativos copiados de los de otras Catedrales como de San Marcos de Venecia, San Esteban de Bolonia y otras.[63]​ Los vitrales están colocados en marcos de hierro y protegidos por fuera con una malla. Además, tienen bastidores de madera y refuerzo de hierro para prevenir la fuerza del viento. Fueron instalados por el maestro Rosendo.[63]

En 1956 fueron reparados por Vitrales Colombia y dejaron esta valoración después de reparar 22 «Tienen un sin número de detalles, riqueza de colores, armonía cromática y muy buen acabado. Beben ser reparados sólo por verdaderos artistas».[63]

El órgano de la Catedral fue fabricado en Alemania por la casa organera E.F. Walcker & Cie., en la ciudad de Ludwigsburg, en 1932 con el Opus 2367. Fue inaugurado el 12 de agosto de 1933 y fue armado por el organero alemán Oskar Binder, quien luego se radicaría en Colombia. El instrumento costó en esa época la suma de 25.000 dólares, un precio muy elevado, pero los materiales utilizados fueron de la más alta calidad y traía incorporado lo último en tecnología.[64][65]​ Entre el 2009 y el 2010 el órgano fue sometido a una restauración que estuvo a cargo de la empresa alemana Oberlinger, casa organera experta en este tipo de instrumentos. Para tal fin, los recursos necesarios se obtuvieron de entidades públicas y privadas de Colombia y especialmente del gobierno alemán, pues es considerado patrimonio para los alemanes por ser de los pocos construidos antes de la Segunda Guerra Mundial y que aún se conservan.[66]

El instrumento mide diez metros de alto, doce de ancho y cinco de fondo.[67]​ La madera por fuera y por dentro del órgano es en caoba (palosanto), muy bien seleccionado y fue importada de Belice (Centroamérica).[64]​ El órgano E.F. Walcker Opus 2367 es estilo romántico, técnicamente se compone de 52 juegos o registros (sonidos) repartidos en tres teclados manuales cada uno con 61 notas y un teclado que se toca con los pies (pedalero) con 30 notas, que sirve para los bajos graves.[64]​ Todos los teclados están dispuestos en una consola, la cual está separada y puesta delante del órgano con vista a la nave central. Estos teclados hacen sonar un total de 3.478 flautas (incluido el registro nuevo) de muy variada longitud, calibre y material, de las cuales 228 son de madera de caoba, 3.250 en metal con aleación de 75 por ciento de estaño y 25 por ciento de plomo.[64][65]​ La flauta más grande de madera tiene 5.80 m. de largo por 45 x 40 cm. de ancho. La más larga de zinc mide 6.20 m. de largo por 24 cm. de diámetro. La flauta más pequeña tiene 6 milímetros de largo y 5 mm. de diámetro.[64][65]​ En sí, el órgano es una orquesta con instrumentos como trompetas, bombardas, oboes, clarinetes, flautas y voces humanas.

Para hacer sonar todas estas flautas un ventilador con dos turbinas produce el aire y está acoplado a un motor de 3 caballos de fuerza. El ventilador suministra 50 de aire por minuto con una presión de 30 libras. Este aire llena 5 grandes fuelles que miden 1.50 x 1.00 metros, están hechos de madera y los pliegues están forrados en cuero. Estos fuelles se encargan de regular la cantidad y la presión para que el órgano no suene desafinado.[65]

La catedral cuenta con varios elementos que sobresalen por su diseño, función o material; entre los principales se encuentran:

Púlpito. Diseñado también por Giovanni Buscaglione, fue colocado en 1930 y costó $ 5.000.00 pesos. Se encuentra adosado al pilar sur-oriental del crucero, con vista de la nave central. El diseño del púlpito tiene planta hexagonal, está constituido por una columna con base y capitel, cuanta con la tribuna con su plataforma donde se sitúa el orador, antepecho o pretil que cierra la parte inferior de la tribuna, espaldar y el tornavoz que cubre el púlpito. Se accede por medio de una escalera con pasamanos situada alrededor del pilar.[68]​ En 1934 se habló de darle mayor altura ya que la que tenía no era apropiada. Consta de mármol de varios colores, sobresaliendo una especie escasa, la del portato o morado, del que tienen algunas incrustaciones los retablos del transepto, y que por fortuna no se ha suprimido ni cambiado de lugar.[68]

Pilas de agua bendita. Fueron construidas por U. Luisi y Cia. Pietrasanta (Italia), colocadas en 1940,[69]​ y son de estilo renacentista, por lo cual desentonan con el estilo neorrománico del templo y demás elementos decorativos. Las dos pilas están localizadas en el Sotacoro, empotradas en la pared y constan cada una, de dos ángeles de mármol blanco de aspecto regordete e infantil, que portan una concha de color rojo en sus manos, y están inspiradas en las pilas de la Basílica de San Pedro en Roma. Sus dimensiones alcanzan 160 x 135 cm, su costo fue de $ 4.100 pesos y junto con la cátedra costaron $ 10 000 pesos colombianos.[69]

Confesionarios. Los primeros eran de madera, y fueron realizados por el maestro Luis Arenas. En 1952, fueron reemplazados por los actuales, que hicieron parte de la donación del Pablo Tobón Uribe y fueron comprados a Marmolería Artística de Hermenegildo Bibolotti. Cada confesionario está constituido por tres cuerpos, uno central donde está el asiento para el Sacerdote y dos laterales con cancel para los penitentes.[70]​ Cada cuerpo consta de un arco con sus respectivas columnas, están incrustados dentro del muro. Su marco externo es de mármol y todo el interior es de madera. Se hizo estudio por ingenieros sobre la localización y sobre la no debilitación de los muros. Son en total catorce, cinco en cada nave lateral y dos en cada brazo del transepto. Fueron colocados por Juan de Dios Urquijo y Manuel Rave. La obra de madera, incluyendo las bancas que hay a lado y lado, son obra de los ebanistas Luis Hidalgo, el maestro Luis Arenas y Alfonso Martínez. La altura de los confesionarios es de 3,45 metros, el ancho de 2,50. Para los marcos se utilizaron mármoles blanco y rojo, salen del muro 25 cm y la grada exterior tiene 45 cm.[70]

Viacrucis. Son catorce estaciones hechas de mosaicos venecianos con marco de mármol, construidos en 1937 por U. Luisi y Cia. Arquitectos y Escultores, en Pietrasanta, encargado por medio de Marmolería Artística de Hermenegildo Bibolotti.[71]​ Fueron inauguradas en febrero de 1940 al celebrar las bodas de oro sacerdotales el Vicario General y Canónigo Lubín Gómez. Las medidas son 1.90 x 270 cm, tienen cornisa y arco. La estación que en 1938 se envió como modelo es la Crucifixión que está hoy en la Sacristía. Fueron colocados en 1939, cada una coincide con el eje de un vitral. Costaron en total $ 17.629.48 pesos.[56]​ Cuatro se pagaron con un legado testamentario de monseñor Jesús María Marulanda. Las novena fue donación de la señora Julia Herrán de Mejía.[71]

Bancas. Fueron construidas también por el maestro Luis Eduardo Arenas en 1928 y son de forma muy sencilla. Carecen de gravados u otros elementos ornamentales. La Catedral adquirió maquinaria especial para estos trabajos, que luego vendió en 1934. En la nave central se localizan 164 bancas, que van en dos hileras a cada lado de la entrada central. Al frente del Presbiterio y después del Púlpito, o sea en el área del crucero se ubican 24.[72]​ En los brazos de la nave transversal o transepto, se sitúan 18 en el Altar de la Inmaculada y 16 en el del Santísimo. Las 22 bancas junto a los confesionarios son de igual diseño, pero construidas en 1952 cuando se instalaron los nuevos confesionarios. Son en total 244 bancas incluyendo las de los confesionarios. También existen sillas individuales, que se colocan delante de las bancas, para invitados especiales y también se ubican en el presbiterio para las concelebraciones (20 de madera, 14 abullonadas).[72]​ Las bancas (sin contar las hechas en 1952), los primeros confesionarios de madera y las sillas para recepciones costaron $ 5.000 pesos.

Lámparas. Las actuales luminarias de la catedral datan de 1952 y forman parte de la donación de Pablo Tobón Uribe. Fueron diseñadas por la casa Rambusch Dec., Nueva York (Estados Unidos) y su diseño está inspirado en los candelabros circulares medievales que consistían en aros suspendidos horizontalmente, sobre los que se colocaban lucernas o velas.[73]

Dicha empresa fue fundada en 1898, se enfoca en la arquitectura, diseño y decoración, y cuenta con experiencia en sistemas instalados en espacios públicos, como bancos, iglesias, edificios históricos, museos, entre otros. Al principio, fue difícil encontrar quien diseñara las grandes lámparas, señalar la altura a que debían situarse y el tipo de bombilla.[73]

Existen doce grandes lámparas, colocadas en la nave central, seis a cada lado, constan de un gran y delgado aro metálico que sostiene de 8 cilindros de vidrio esmerilado, que albergan bombillas de luz amarilla y en el centro del aro se localiza un gran cilindro de vidrio esmerilado sostenido por una delgada estructura metálica y dicho cilindro contiene una bombilla de mayor tamaño de las anteriores. Existen otras diez lámparas de gran tamaño y con diferente diseño, las cuales constan de un grueso aro metálico parecido a una rueda, donde tiene incrustado 8 bombillas y carecen de los cilindros y del cilindro central. Se localizan: una en cada presbiterio lateral y cuatro en cada brazo del transepto.[73]

Hay una lámpara más grande que las ya descritas, ubicada en todo el ábside central, detrás del altar, consta de un anillo metálico con 8 bombillas incrustadas y en el centro se encuentra un elemento en vidrio en forma de un plato, que a su vez es sostenido por una delgada estructura metálica, dando la sensación de ingravidez de dicho elemento.

Existen otras doce lámparas, esta vez de sencilla forma, constan de un cilindro de vidrio sostenido por una delgada estructura metálica, y están en las naves laterales, el sotacoro y el coro alto. Todas las lámparas se sostienen a su vez por delgados cables metálicos.[73]

Pila bautismal. Junto al retablo de San José en el ábside lateral oriental, se encuentra la pila bautismal, adquirida al crearse la parroquia en 1962, por un tiempo estuvo localizada en el ábside occidental del sotacoro o pronave. Es toda en mármol, excepto la tapa metálica que cubre el recipiente circular cóncavo en el que se deposita el agua, a su vez sostenido por una columna de estilo “toscano”. Esta última característica también la comparte con el ambón, estando ambos en contravía con el orden corintio que predomina en el templo, además fueron en diferentes lapsos los últimos elementos que adquirió la catedral.

Curiosamente, la Catedral de Caldas cuenta con una copia exacta de esta pila bautismal, no es de extrañar, pues antes de que el templo parroquial de Caldas fuera elevado a sede episcopal pertenecía a la jurisdicción de la arquidiócesis de Medellín, y posiblemente las pilas fueron obtenidas al mismo o en diferentes momentos del tiempo, pero es claro que fueron adquiridas del mismo diseñador o proveedor.

Pavimento de las naves. La mayor parte del piso de la catedral está pavimentado con baldosa de cemento, fue colocado en 1929,[74]​ aunque en aquella época ya existían fábricas de baldosas en Medellín, fueron pedidas a Bélgica a la Casa Almietach Thiener y Cia., ya que se quería que el pavimento fuera también de lo mejor que podría tenerse, tuvo un costo de $ 4.000 pesos que con la instalación se subió a $ 11.000 pesos.[74]​ No son propiamente baldosas sino baldosines de 10 x10 cm. El diseño es también como el del presbiterio de Giovanni Buscaglione. La colocación la dirigió el padre Lucas José Vásquez, ecónomo de la Catedral, con base en un plano donde venían numerados para formar diversas figuras.[74]

El diseño es todo un mosaico, como el presbiterio, el emblema aquí fue la cruz, símbolo del cristianismo. Los baldosines son de cuatro colores: café semioscuro, gris, crema y rosado que van puestos todos en el mismo sentido, todos a hilo se forman figuras con la combinación de dichos colores, muchas en forma de rombos sin estar colocadas las baldosas en esa forma, también ahí figuras cuadradas y rectangulares. Estos baldosines están presentes en los suelos de las naves longitudinales, los presbiterios laterales, el transepto y la sacristía.[74]

Reloj. En la fachada principal se encuentra el reloj de la catedral, fue inaugurado a las 12 del mediodía del 20 de julio de 1910, para celebrar el primer centenario del grito de Independencia de Colombia y fue donado por el expresidente del Estado de Antioquia Recaredo de Villa y su familia, como consta en la placa que tiene el reloj, la cual que dice: «Regalado por don Recaredo de Villa y familia».[75][76]

El reloj es mecánico, fue fabricado por la compañía Seth Thomas Clock en su fábrica de Thomaston, Connecticut , (EUA). Fue construido el 8 de abril de 1909 y se marcó como el número 1.514 en la línea de producción.[76][59]​ La esfera es de vidrio, tiene dos metros de diámetro y sobre dicha esfera está la numeración en números romanos.[76][75]​ El reloj anuncia las horas, las medias horas y los cuartos de hora, y dispone de sus propias campanas para tal fin, siendo el mecanismo del reloj que automáticamente las hace sonar por medio de cuerdas, que a su vez hacen mover unos martillos que las golpean.[76]

Para hacer funcionar al reloj se debe «dar cuerda» al mecanismo cada tres días, por medio de una palanca que se incrusta en el tambor de las medias horas, al cual se le da 100 vueltas o giros, hasta levantar la pesa de 125 kilos, que de una altura de unos 20 metros aproximadamente, desciende lentamente durante tres días.[77]​ Luego, se realiza lo mismo con el tambor de los cuartos, otras 100 vueltas hasta levantar la pesa de 125 kilos. Al de las horas, cuya cuerda rinde más, solo se le dan 12 giros.[77]

Son tres campanas que vinieron con el reloj, están ubicadas en la torre occidental que da a la carrera Venezuela, solo se utilizan dos, la tercera esta junto con las demás, pero no hace parte del mecanismo.[76]​ Dichas campanas son conocidas como las campanas menores y fueron las primeras que tuvo el templo.[59][76]​ El mantenimiento y cuidado del reloj está a cargo del relojero y mecánico Rubén Darío González Montoya, quien heredó dicho trabajo de su padre Leonel González quien por cerca de 35 años estuvo encargado del reloj de la Catedral.[78]

Campanas. En la torre derecha que da a la calle Ecuador, está el campanario litúrgico, que contiene las campanas mayores, las cuales forman parte de la donación del Pablo Tobón Uribe y por lo tanto son de 1952.[59][79]​ Fueron fundidas en Alemania por la Casa Bernard Vortmann e instaladas por la Casa Petit y Alberto Edilbrando, para lo cual hubo que hacer un refuerzo a la torre derecha donde fueron ubicadas.[79]​ Fueron solicitadas por el representante de la empresa en Medellín Luis Ramos.[79]

Son cuatro campanas que tuvieron un costo de $45.410.64 pesos.[79]​ Son bamboleantes, se accionan desde la sacristía mediante un equipo eléctrico y son utilizadas para anunciar las actividades religiosas.[79]​ Cada una tiene un sonido, una da el «Re», otra el «Fa», otra el «Sol» y la cuarta el «La» sostenido.[79]​ Son de bronce en un 78% de cobre, un 20% de estaño y el resto 2% de plomo, pesan un total de 3200 kilos y cuentan con grabados externos.[79]​ Como dato curioso, la más grande de las cuatro no se encuentra en servicio, pues su vibración es tan intensa que afectaría los vidrios de los edificios vecinos, por tal motivo, a manera de precaución se dejó de utilizar.[59]

Ascensor. Entre los muros donde está el retablo de Santa Bárbara ubicado en la parte occidental del Sotacoro o Pronave se encuentra un elevador de la Compañia Otis que fue instalado en 1933, tuvo un valor 15.000 pesos de la época y aun funciona a la perfección; su sistema de puertas es totalmente manual, para ingresar primero se debe abrir una puerta abatible que abre hacia el corredor, luego está la puerta de cabina tipo reja extensible o tijera, finalmente ambas puertas deben estar cerradas para que el ascensor se accione.[80]​ Es el segundo elevador que fue instalado en la ciudad de Medellín después del desaparecido edificio Olano, que contó con un elevador colocado en 1922.[59]

Altares menores o auxiliares. Son cuatro mesas de mármol adosadas a la pared y fueron parte de la donación de Pablo Tobón Uribe.[81]​ Están ubicadas en los presbiterios laterales, dos están localizadas a lado y lado de la puerta de la sacristía y las otras dos a lado y lado de la puerta que comunica con la cripta de osario y el museo.[81]​ Fueron fruto de la necesidad que tenía la catedral de más altares para que los sacerdotes pudieran celebrar la misa cuando la celebración era personal y no estaba permitida la concelebración.[81]​ Tiene cada uno una especie de retablo pequeño con una sección que sobresale al centro para un crucifijo metálico, de los cuales solamente existe uno; los otros tres desaparecieron, no se sabe cómo, si por venta, donación o robo.[81]​ Fueron instaladas en 1955 y 1956, después de fallecido Pablo Tobón Uribe.[81]

Mesas de credencia. Para el servicio del altar mayor existes dos mesas de credencia, están adosadas al muro que forma el arco para entrar al presbiterio central, una en la parte occidental y la otra en la oriental.[60]​/ También existe una mesa más pequeña para el servicio del altar lateral oriental e igualmente el altar occidental también tuvo su mesa, pero fue desmantelada para construir el ambón.[60]​ Todas las mesas son de mármol, fueron parte de la donación de Pablo Tobón Uribe e instaladas también en 1955 y 1956.[60]

Al norte del templo, en los ángulos superiores formados por el cruce de las naves longitudinales con el transepto, se ubican las dependencias de la catedral, dichos recintos son de paso restringido al público en general y en su mayoría han sido intervenidos para adaptarlos a sus funciones actuales. En el ángulo occidental se localizan tres áreas; en el extremo norte se ubica el Museo de Arte Religioso de la catedral, y debajo de este, la cripta de osarios, ambos recintos se comunican por medio de un pasillo que da tanto con el interior del templo, como con el exterior sobre la carrera Venezuela; y el del sur es el Mausoleo de Obispos y su acceso da directamente con el transepto.

En el ángulo oriental se localizan varias dependencias; al sur está el gran salón de la sacristía y al norte se encuentra una de las zonas que más ha sufrido cambios, lo que antes era un gran salón, se intervino para generar nuevos espacios que requería el edificio, se excavó en el suelo para luego crear un semisótano donde se ubicaron las áreas de servicios, como aseo, baños, entre otros; luego, sobre estos, en un segundo piso o mejor dicho en un entrepiso se ubicó la Sala Capitular y una sala auxiliar. Todas estas áreas se articulan por medio de un pasillo, que a su vez comunica con el interior del templo, y con el exterior sobre la carrera Ecuador.

El Museo de arte religioso de la catedral, se emplaza en un gran salón que conserva las proporciones y algunas características originales como los ladrillos a la vista, pero como el área fue intervenida para crear el semisótano para los osarios su pavimento es reciente. Además, cuenta con equipos que mantienen climatizado el recinto para preservar en buenas condiciones las obras.

El museo fue establecido en 1995,[82]​ no obstante, no se encuentra abierto al público. El presbítero Santiago Ospina Ospina, párroco y Canónigo, adaptó el Salón grande que está encima de la cripta de osarios,[82]​ con planos del Arquitecto Carlos Julio Calle para Museo,[82]​ para lo cual recurrió a obras de la Catedral y otras de su colección particular para dicho recinto.[82][9]

En 1997 anunció públicamente que donaría esas obras a la catedral,[82]​ pero ha habido dificultades por la modalidad de la donación y todavía esos objetos son de propiedad del presbítero Santiago Ospina.[82]​ Los elementos están debidamente identificados por el presbítero Ospina y por Gustavo Vives Mejía.[82]​ En la colección se encuentra pintura y escultura de procedencia europea y latinoamericana, especialmente de las escuelas quiteña, santafereña, cuzqueña y antioqueña, son aproximadamente 40 obras pictóricas (entre los siglos XVII, XVIII, y XIX) y 15 obras escultóricas (entre los siglos XVIII y XIX), de los cuales unos pocos son de la catedral.[9]

En el pasillo de acceso al Museo y en estantes, mandados a construir también por el presbítero Ospina, se encuentra una serie de ornamentos (mitras, casullas, dalmáticas, capas pluviales, etc.) que son de propiedad de la catedral.[82]​ Tanto por razones de seguridad, por falta de recursos económicos y por las dificultades de la donación el museo no se permite el acceso del público.

El mausoleo es el lugar de sepultura definitiva de los Obispos y Arzobispos residenciales de la Arquidiócesis. Se encuentra ubicado en una sala contigua que da al ala accidental del transepto, allí reposan los restos de los obispos Valerio Antonio Jiménez Hoyos, José Joaquín Isaza Ruíz y José Ignacio Montoya Peláez, y los arzobispos Joaquín Pardo Vergara, Manuel José Caycedo Martínez, Tiberio de Jesús Salazar y Herrera, Joaquín García Benítez y Alfonso López Trujillo. También se encuentran los restos del arzobispo Arturo Duque Villegas arzobispo emérito de Manizales, igualmente, por permiso especial están los de monseñor Jesús María Marulanda.[40]

Los restos de monseñor García tienen una historia peculiar, primero estuvieron enterrados después de su muerte en el mausoleo, pero más tarde su familia solicitó permiso al arzobispo Botero para retirarlos y depositarlos en el convento de las Hermanas de la Anunciación, en el sector conocido antiguamente como Cuchillón.[83]​ En el decreto arzobispal del 19 de junio de 1963 en su parte resolutoria dice: «Artículo único. Trasládense los restos del Excmo. Sr. Arzobispo Joaquín García Benítez, de grata memoria, al templo de la casa madre de la Congregación de las Hermanas de la Anunciación de esta ciudad (Medellín) y conforme a los deseos de su muy ilustre familia. (firma) Tulio Botero Salazar.»[83]​ Pero en el 2019, por orden del arzobispo Tobón, después de 65 años, los restos de monseñor García volvieron al mausoleo de la Catedral.

Además, en el mausoleo reposan, desde el 1 de junio de 1918 y procedentes de Roma, los restos mortales del cardenal Darío Castrillón Hoyos, primer cardenal antioqueño y oriundo de Medellín, quien manifestó en vida que deseaba que sus restos descansaran en la Catedral de Medellín.[84]​ Su sepelio fue presidido por Ettore Balestrero, en ese entonces Nuncio Apostólico en Colombia. Igualmente, la ceremonia contó con la presencia de 15 obispos de distintas diócesis de Colombia, familiares y público en general. [84]

El primer Mausoleo que existió fue construido en 1950 por el Arquitecto Antonio Mesa Jaramillo en el mismo lugar donde está hoy.[52]​ En 1969 fue sustituido por el actual cuando se construyó la Cripta de Osarios con planos, para ambas obras de Ingeniería y Construcciones.[52]​ Los muros del mismo están cubiertos con piedra bogotana un tipo de piedra arenisca. El recinto cuenta, al pie de la pared norte, con dos tumbas que sobresalen del piso y sobre dicho muro se encuentra un Crucifijo; en la pared oriental del salón, precisamente donde antes se encontraban dos puertas se construyeron osarios, donde se colocaron las ánforas metálicas que contienen los restos de los Obispos, cubiertas con lápidas de mármol donde se identifican los restos.[52]​ Allí se guardaba el Sepulcro hasta que pasó al salón Museo.[52]

La Cripta de Osarios se localiza justo debajo del Museo y del Mausoleo de los obispos. Es un semisótano, que gracias a la pendiente del suelo exterior, una porción del muro de los cimientos no quedó enterrado, lo cual permite que la parte alta de las paredes del recinto cuenten con claraboyas que iluminan y ventilan el interior. La cripta comenzó a ser construida en 1968 por Ingeniería y Construcciones, e inaugurada el 31 de octubre de 1969, consta de varias galerías con más de 2.000 osarios, tiene un pequeño oratorio y el acceso al recinto da directamente con el pasillo, que a su vez cuenta con entrada por la carrera Venezuela.[52]​ El costo de la obra fue de más de un millón de pesos de la época.[85]

Dentro del recinto se encuentran dos pequeñas puertas que comunican con la canalización dejada por el antiguo recorrido de la quebrada la Loca, desviada en 1944 por la Calle La Paz, dicha canalización consiste en un arco romano que forma una larga bóveda, y desde el desvío se ha pensado en aprovechar el espacio para ubicar osarios, pero hasta el momento no se realizado ninguna intervención. Entre los restos de personajes destacados que yacen en la cripta se destacan los del escritor antioqueño Tomás Carrasquilla, el cual decía que "la Catedral era barro a la altura de Dios"[40]​ y su hermana Isabel Carrasquilla de Arango.[86]

La sacristía de la catedral es el único salón que quizás no ha sufrido modificaciones, se mantiene casi intacto de como fue construido. En él se guardan los objetos que son necesarios para las celebraciones religiosas, como por ejemplo hostias sin consagrar, cálices, casullas, etc., y es de paso restringido al público en general.

El recinto es rectangular y amplio, los muros cuentan con el ladrillo a la vista, dispone de tres puertas: dos en la pared occidental que dan con el pasillo que comunica con las demás dependencias y la restante está en el muro sur y viene a dar con el brazo oriental del transepto. También cuenta con tres ventanas, todas ellas localizadas en la pared oriental, que dan sobre la carrera Ecuador.

Todos sus muebles fueron construidos por el ebanista Luis Eduardo Arenas y constan de una fina talla.[87]​ Entre los que más se destacan están: en el centro del salón se localiza la "mesa de sacristía" de 1,10 x 4,90 x 1,70 metros, tallada en cedro negro, en estilo renacentista español, decorada con tallas de rombos y círculos con figuras de santos, cuenta con pequeñas alacenas para cada uno de los canónigos.[88][87]​ En la pared del norte de la habitación, está localizado un gran armario y tiene la distribución adecuada para guardar los ornamentos, fue hecho en cedro negro, en estilo renacentista español y decorado con tallas de rombos, círculos y motivos vegetales.[88]​ El costo de estos muebles fue de $ 36.000 pesos y fueron construidos entre 1930 y 1935.[88][87]



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