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Cecilia de Baden (Olga Feodorovna)



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Cecilia de Baden (Olga Feodorovna) cumple los años el 20 de septiembre.


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Gran Duquesa Olga Fiódorovna de Rusia (en ruso: Ольга Фёдоровна; Karlsruhe, 20 de septiembre de 1839 - Járkov, 12 de abril de 1891), nacida princesa y margravina de Baden, fue la hija menor del gran duque Leopoldo I de Baden y de Sofía Guillermina de Suecia.

Recibió una estricta educación en la corte de Baden en Karlsruhe, convirtiéndose en una de las mujeres más cultas de la época. El 28 de agosto de 1857 se casó con el gran duque Miguel Nikoláyevich de Rusia, hijo menor del zar Nicolás I de Rusia. Tras su matrimonio, se convirtió a la fe ortodoxa rusa y tomó el nombre de Olga Fiódorovna, con el título de Gran Duquesa de Rusia.[1]​ A diferencia de la mayoría de los Románov de su generación, su matrimonio fue una unión larga y feliz. Olga se encargó personalmente de educar a los siete hijos que tuvieron juntos, de una forma estricta pero práctica.

Entre 1862 y 1882, vivió con su marido y sus hijos en el Cáucaso, en un palacio en Tiflis. Fue una firme defensora de las actividades gubernamentales de su marido como virrey de la región y se interesó en obras de caridad, sobre todo aquellas dedicadas a mejorar la educación de la mujer. En 1882, la familia se trasladó de nuevo a la corte imperial de San Petersburgo, a un gran palacio en la orilla del río Nevá. Dotada de una fuerte personalidad, la gran duquesa Olga Fiódorovna no era un miembro popular de la familia Románov. Durante los últimos años de su vida viajó con frecuencia, tratando de encontrar alivio a sus numerosos problemas de salud. Murió de un ataque al corazón durante un viaje en tren a Crimea, en 1891.

La Gran Duquesa Olga Fiódorovna nació en Karlsruhe como Cecilia Augusta, princesa y margravina de Baden. Era la hija menor de los siete hijos del gran duque Leopoldo I de Baden y de la princesa Sofía Guillermina de Suecia. Era descendiente del rey Jorge II de Gran Bretaña y de la dinastía rusa Rúrikovich por Ana de Kiev, reina de Francia e hija del Gran Príncipe de Kiev Yaroslav I el Sabio.[2]

El padre de Cecilia, el gran duque Leopoldo, era descendiente de una rama morganática de la familia Baden, cuya madre fue Luisa Carolina Geyer von Geyersberg, una mujer de la nobleza. El matrimonio desigual de sus padres implicaba que Leopoldo no tenía derecho a un título real ni estaba en la línea de sucesión al trono de Baden, a diferencia de los demás miembros de la Casa de Zähringen. Sin embargo, tras la extinción de la principal línea masculina de la familia en 1830, Leopoldo ascendió al trono del Gran Ducado. Leopoldo fue considerado el primer gobernante alemán en emprender reformas liberales en su nación.

La madre de Cecilia, Sofía Guillermina de Suecia, era hija del rey Gustavo IV Adolfo de Suecia y Federica de Baden. A diferencia de su marido, Sofía Guillermina apoyó las políticas conservadoras. Durante el tumulto causado por la aparición de Kaspar Hauser, en 1833, se rumoreó que ella misma ordenó el asesinato de Hauser. Este hecho dañó la relación entre la pareja, y se cree que Sofía pudo tener un romance después del distanciamiento. De hecho, en su día muchos atribuyeron la paternidad de Cecilia a un banquero judío llamado Haber. Sin embargo, no hay pruebas históricas que confirmen esta teoría.[2]

La oleada de revoluciones de 1848, que también afectó a Baden, obligó a la familia gran ducal a huir por seguridad a Coblenza. Cecilia recibió una educación casi espartana, y, a raíz de ello, la relación con sus padres era más formal que cariñosa, un patrón que se repetiría con sus propios hijos. Cecilia tenía tan solo doce años cuando su padre murió, en 1852. Con el tiempo se acabó convirtiendo en una chica mordaz, ingeniosa y bien educada. Sus altos pómulos y ojos oblicuos le daban un llamativo aspecto eurasiático.

Cecilia tenía diecisiete años cuando su familia acordó su matrimonio con el gran duque Miguel Nikoláyevich de Rusia, el hijo menor del zar Nicolás I de Rusia. Aunque se desconocen los detalles de su noviazgo, se cree que se casaron por amor.[3]​ En 1856, su hermano, Federico I de Baden se casó con la princesa Luisa de Prusia, hija del (entonces príncipe heredero) Guillermo I de Alemania y, por lo tanto, prima hermana del Gran Duque Miguel.

A su marido no le gustaba su nombre de nacimiento, y por esta razón, Cecilia decidió tomar el nombre de Olga Fiódorovna al convertirse a la fe ortodoxa. Ya en Rusia, la boda se celebró el 28 de agosto de 1857 en la Capilla del Palacio de Invierno, en San Petersburgo.[4]​ El Gran Duque Miguel amaba profundamente a su esposa, que tenía una fuerte influencia sobre él. A pesar de sus caracteres opuestos, esto no supuso un obstáculo para su felicidad.[5]​ Miguel era un hombre amable y tranquilo, más bien aburrido, que hubiera sido completamente feliz dedicándose solo a la artillería y a su familia. Pese a todo, no brillaba por su inteligencia. Por otro lado, Olga Fiódorovna era una mujer vivaz e ingeniosa, toda una dama de sociedad, muy aficionada a contar cuentos y a chismorrear.

La pareja se mantuvo unida, y el suyo fue un matrimonio feliz.[6]​ Durante los primeros años de su matrimonio vivieron en su propio palacio en San Petersburgo, que fue construido para ellos en 1861. También tenían una residencia de verano en Peterhof, Mijáilovskoie, y Grushevska, una finca rural en el sur de Ucrania.[7]​ La Gran Duquesa Olga, con una personalidad más fuerte que la de su marido, era la fuerza dominante en la familia, y crio a sus siete hijos con mano de hierro:

En el otoño de 1860, Olga Fiódorovna y su esposo visitaron Inglaterra. Más tarde, la reina Victoria describió su encuentro con ellos en una carta a su hija Victoria, Princesa de Prusia:

En 1862, el hermano del Gran Duque Miguel, el zar Alejandro II de Rusia, lo nombró virrey en el Cáucaso, y Olga se trasladó con su marido a la ciudad de Tiflis, lugar donde residirían durante casi 20 años. La pareja ya tenía tres hijos, y cuatro más nacieron allí. Además de las funciones oficiales como esposa del gobernador imperial, Olga apoyó a su esposo a supervisar la aplicación de las reformas liberales de Alejandro II en la región.

Como esposa del virrey, gran parte de su deber consistía en participar en actos oficiales. Aparte de eso, apoyó numerosas organizaciones, especialmente aquellas dedicadas a mejorar la educación de la mujer.[8]​ En 1864, y utilizando para su financiación una cantidad considerable de sus fondos personales, la gran duquesa organizó una escuela de mujeres en Tiflis, bautizada más tarde como "Instituto de la mujer Gran Duquesa Olga Fiódorovna". También fundó la primera escuela para niñas de Osetia, y fue la patrona de un hospital en Pyatigorsk. Una de las calles de Tiflis fue nombrada en su honor. El pueblo de Ólguinskaya (en la margen derecha del distrito de Osetia del Norte-Alania) también lleva su nombre.

Con el asesinato del zar Alejandro II en 1881, el gran duque Miguel abandonó su puesto como virrey del Cáucaso. Durante el reinado del nuevo zar, Alejandro III, el Gran Duque Miguel Nikoláyevich ostentó el cargo de presidente del Consejo Imperial, lo que requirió que tanto él como toda su familia se trasladaran definitivamente a San Petersburgo. Alejandro III, a quien no le gustaba Olga Fiódorovna, solía referirse a ella a sus espaldas como "la Tía Haber", haciendo alusión a su supuesta ascendencia judía, un rumor que la persiguió insistentemente aún en Rusia. Su marido trataba de protegerla de estas burlas.

Olga Fiódorovna era una mujer ingeniosa y con una personalidad fuerte, con una lengua afilada que no dudaba en utilizar cuando algo no era de su agrado. Sus relaciones con los zares no fueron particularmente buenas: despreciaba abiertamente a la segunda esposa de Alejandro II, y más tarde se sintió particularmente mortificada por la decisión de Alejandro III de limitar el número de los grandes duques, un título del que sus propios nietos se verían privados. Mientras su marido se ocupaba de su carrera militar y gubernamental, la gran duquesa Olga se encargó de asegurar el porvenir de sus hijos, de los que exigía una total obediencia. De entre todos ellos, sentía un especial cariño por el primogénito, el gran duque Nicolás, con el que compartía los mismos intereses intelectuales, mientras que se mantuvo distante y fría con los otros.[9]​ Su segundo hijo, el Gran Duque Miguel, que no era especialmente inteligente, fue una fuente constante de decepción para ella.[10]​ En 1879, Olga acordó junto a la gran duquesa María Pávlovna el matrimonio de su única hija, la gran duquesa Anastasia Mijáilovna Románova, con Federico Francisco III de Mecklemburgo-Schwerin, el hermano de María Pávlovna.[11]​ Anastasia nunca guardó un buen recuerdo de su madre ni de su relación. Años más tarde, le relataría a su hija Cecilia cómo durante su fiesta de compromiso su madre la envió a dormir pronto como castigo, como una niña que hubiese cometido una travesura.[12]

En sus diarios, Aleksandr Polovtsov, Secretario de Estado durante el reinado de Alejandro III, dejó un retrato poco favorecedor de la Gran Duquesa Olga. Aunque en él admitía que era una mujer inteligente, también la calificaba de mordaz, perezosa y poco comprometida con el bienestar social.

Olga Fiódorovna, que era profundamente religiosa, sufrió un duro golpe cuando su segundo hijo, el gran duque Miguel, contrajo matrimonio en San Remo el 26 de febrero de 1891 con la condesa Sofía de Meremberg (1867-1927), nieta del famoso poeta ruso Aleksandr Pushkin. El matrimonio no solo era morganático, sino también ilegal según las leyes de la Familia Imperial, y causó un gran escándalo en la corte rusa. El Gran Duque Miguel fue privado de su rango militar y de su posición como ayudante en la Corte Imperial, y se le prohibió volver a Rusia de por vida. Se dice que cuando Olga Fiódorovna recibió el telegrama comunicándole la noticia sufrió una gran conmoción y cayó enferma.[13]​Pocos días más tarde, ante la insistencia de sus médicos, la Gran Duquesa viajó a Ai-todor, su finca en Crimea, para recuperarse.[14]

El 9 de abril de 1891, el tren en el que viajaba Olga Fiódorovna atravesaba Járkov, en el sur de Ucrania. Durante la tarde, la Gran Duquesa sufrió un ataque al corazón y se temió por su salud. Como Járkov era la ciudad más grande cercana, el tren volvió allí hacia la noche. Varios médicos fueron llamados a su compartimento del tren, y le diagnosticaron inflamación de los pulmones. De ahí fue llevada a la sala de espera de la estación, donde permaneció tres días, sin su marido y sus hijos (viajaba sola), rodeada solamente por su séquito y los médicos. Finalmente, viendo que su fin se aproximaba, un sacerdote fue llamado y le administró los ritos ortodoxos correspondientes. Poco más tarde, el 12 de abril de 1891, Olga Fiódorovna moría a los 51 años de edad. Fue enterrada en la fortaleza de San Pedro y San Pablo, en San Petersburgo.[15]



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