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Cepo



El cepo es un artefacto ideado para sujetar, retener o inmovilizar. Como consecuencia, tiene una función muy amplia tanto en el hombre como en la caza, alguna determinada conducta del inmovilizado, para la que ha sido ideado, y de la que deriva su forma o el estado de sujeción, la cual puede ser planificada o espontánea, incluso sorpresiva y pícara. Los hay, y los ha habido, de diversas clases, surgidas a raíz de las finalidades o del origen de los mismos, entre los cuales destacan aquellos que se destinaban históricamente a la tortura, o a la caza, a la seguridad de la conservación de algo, a la certeza del cumplimiento de una sanción, o a la seguridad de fondos donados unilateralmente.[1][2]

En épocas históricas pasadas, se empleaba una forma de cepo, usada como instrumento de tortura, en el que la víctima quedaba inmovilizada de pies y manos.[3]​ Cuando se trataba de un castigo, el cepo se encontraba generalmente en la plaza del pueblo, para exponer al reo, servir de escarnio y someterlo a todo tipo de vejaciones, como el ser golpeado, escupido, insultado. En ocasiones, la plebe incluso orinaba y defecaba sobre el condenado o le arrojaban comida podrida.

Ya abolido y prohibido en la mayoría de países, el cepo de caza se caracteriza por su eficacia y capacidad de sujetar al animal, normalmente de alguna de sus extremidades, sin causarle la muerte[3]​ (salvo en animales de pequeño tamaño como pájaros[4]​). El animal atrapado en el cepo era posteriormente hallado vivo por el cazador, que se decidía en ese momento por rematar o por liberarlo, dependiendo la decisión del sexo del animal o de la situación en que se encontraba la extremidad mordida por el cepo. Entre cazadores respetuosos con el equilibrio natural era corriente soltar a las hembras de cría, si tenían en buenas condiciones las cuatro extremidades.

El cepo aplicado a inmovilizar el automóvil puede estar orientado, bien a protección, limitando o impidiendo sus movimientos y evitar así que el mismo sea robado, o bien ser usado como pena accesoria por el incumplimiento grave del propietario. En esta última forma, y en uso en determinados lugares y países, se utiliza el cepo para causar una agravación de la pena impuesta a los infractores de las normas relativas al tráfico automovilístico. Se trata de un artefacto que queda sujeto a una de las ruedas del auto, que queda, por ello, imposibilitado para circular.[5]​ De ese modo se impide la huida del dueño que tiene que pagar la sanción antes de litigar, en su caso, con la administración pública competente en materia de tráfico y circulación automovilística.

Se trata de una especie de caja fuerte que permite introducir dinero, que luego atrapa, e impide que puede ser sacado por quienes no tienen encomendada la llave que abre la portezuela que permite acceder al interior y sacar el dinero atesorado. Este tipo de artefactos se suelen colocar en lugares de culto en los cuales se invita a los fieles a colaborar apoyando la tarea sacerdotal mediante la limosna.[3]

Asimismo se relaciona con el cepo un artefacto diseñado para ayudar a vencer los momentos de debilidad ahorrativa, en los cuales incurrimos en el deseo de tomar de una vez nuestros propios ahorros pacientemente acumulados. Nos referimos aquí a las célebres y entrañables huchas o alcancías, que participan del concepto instrumental de cepo, en tanto que facilitan la introducción de las monedas ahorradas y, al mismo tiempo, impiden o dificultan su extracción, reteniendo o favoreciendo retener el contenido acumulado en su interior.



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