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Chinelo



La Danza de los Chinelos es una de las más reconocidas en México. Está danza se basa al año 1807 en el estado de Morelos, en la ciudad de Tlayacapan. El baile folclórico hace referencia a las rencillas que siempre han existido entre los españoles e indígenas de la zona.

La historia del chinelo procede con el huehuenche, el personaje principal en los carnavales del centro de México, surgido desde finales del siglo XVII, en celebraciones de los pueblos de tradición náhuatl a lo largo del territorio novohispano. En el siglo XIX, diversas identidades regionales aportaron elementos culturales propios. La historia del Chinelo es una expresión de la cultura campesina vinculada a las haciendas tal como lo son otras danzas.Los disfrazados en la región, buscaron darle una identidad propia a su celebración; comenzando a recibir la denominación de tzinelohua, palabra de etimología náhuatl que quiere decir “movimiento de cadera”, derivando de ella el nombre contemporáneo, el chinelo.(López Benítez, 2016, pp.55-61). Otra versión, según el profesor y nativohablante de Tetelcingo, Tirzo Clemente Jiménez, en lengua náhuatl existe la palabra Chinele, que proviene de las raíces chichiltek que significa rojo o colorado (referido al español por el color de su piel) y niele, expresión exclamativa de burla, por lo que se traduce como "¡Ay sí, se cree mucho ese colorado!"

Durante las fiestas de Carnaval carnavales, traídos por los españoles, quienes lo celebraban según sus costumbres, lo mismo en la capital como en las provincias y los pueblos. En la obra de Don Alejandro Ortiz Padilla “Una aproximación al origen del Chínelo, su danza y música”, Don Brígido Santamaría Morales narra que:

"en Tlayacapan por el año de 1867, según le platicaron su abuelo y sus tíos, así como de muchos viejitos del pueblo, hubo la costumbre de chiflar. En el pueblo no había fiesta para la gente pobre sino puro trabajar en calidad de esclavos, como gente inferior, el pueblo en esos tiempos no era libre, los hacendados y los españoles que trabajaban en las haciendas eran dueños de todo, y en las fiestas de carnaval, estos abusivos, se adueñaban de todo el pueblo para celebrar las llamadas carnestolendas, disfrazados a su modo, vestidos de pantalonera negra a la rodilla, medias blancas, chiquitines cortos llenos de borlas y colgajos, con falda roja, capa y boina a la torera o grandes chambergos con plumas esponjosas, y bailando  “jotas aragonesas”, con antifaces en la cara, esto era andar los tres días del carnaval cantando y escandalizando en las calles con sus borracheras. Mientras el pueblo no hacía nada, sólo miraba, pero un día un grupo de muchachos y varones de edad adulta se reunieron en algunos lugares del pueblo y haciendo uso de su pensamiento en una gran discusión hablaron para buscar un juego, porque se aburrían mucho, pues eran jóvenes en la edad del “chincual”, de la inquietud, y los de mayor edad eran viejos alegres, por eso buscaban un juego en que todos se distrajeran en esos días que no tenían que ir a trabajar en los campos de las Hacienda haciendas."

Los españoles ceden a los peones esos días de asueto, como un gesto de piedad y para ganar indulgencias, antes de entrar a la cuaresma con el miércoles de la ceniza. Por lo que el mestizo como desahogo por el mal trato y el mal pago que recibían de sus patrones en la Haciendas de: San Nicolás Tolentino de Pantitlán, Oacalco, San Carlos Borromeo y San Diego Huixtla, decidieron también divertirse en esa misma temporada, mofándose de los mismos patrones “gachupines” y es así como nace una cuadrilla integrada por los llamados Huehuentsin que quiere decir: -Viejo- o también llamados “Garroteros”, porque llevaban con ellos unas garrocharas con las que brincaban apoyándose en ellas, imitando de esta forma los actos de ligereza y atrevimiento que los españoles solían ver en las corridas taurinas. También les dio por cargar animales disecados como: mapaches, iguanas, zorrillos, lechuzas y víboras, haciendo bromas pesadas a las hijas y esposas de los hacendados; otros cargaban muñecas viejas de trapo o de tsompantli, que hacían brincar en una batea, otros usaban vestimentas arremedando y ridiculizando al hacendado, al capataz, al agiotista y hasta al cura del pueblo, sin faltar también un personaje que se vestía con una bata de dormir de las señoras ricas de esa época. Como bandera utilizaban un chicol de carrizo al que ataban un trapo, esto era para señalar el recorrido de la cuadrilla por las calles del pueblo. Cabe mencionar que el ridiculizar al cura era debido a que se oponía a esta celebración además de prohibir el jaripeo, de echar cohetes y prender toritos.

Tlayacapan, Morelos es la tierra donde se origina el personaje carnavalesco mestizo, el chínelo. Así lo testifica el Archivo Histórico Municipal, en un documento con un sello que se lee “JEFATURA POLITICA, DISTRITO DE YAUTEPEC” y con número 181, documento enviado de Yautepec al C. Presidente Municipal de Tlayacapan de aquel entonces y que a la letra dice:

Ha tenido noticia cierta esta Jefatura, de que en esa población se está disponiendo una cuadrilla para el próximo carnaval, ridiculizando á varios personajes de respetabilidad y con vituperio á la Religión Iglesia católica/Católica, provocando con esto una alarma de las personas de juicio y criterio; por lo que prevengo á U. expida oportunamente el Reglamento á que deben de sujetarse esas cuadrillas, prohibiendo personificar á las autoridades constituidas y á las Religiones toleradas ó á sus Dignidades, bajo las penas ó multas á los infractores, que U. estime oportunas.

Independ. A y Lib. Yautepec feb. 7 de 1872.

Antonio Ortiz y Arvizu

Se le atribuye a Atlatlahucan como la original cuna del Chinelo, así como la música y danza, las cuáles (sostienen los lugareños) fueron creadas cuando este aún era una ayudantía del municipio de Tlayacapan.

En los primeros años no existían sonidos determinados, sino que la música era de chiflidos y gritos de alegría, chiflidos que se adaptaban al ritmo del “brinco” acompañados con sonidos producidos con botes viejos, en este grupo de chifladores, sobresale por sus chiflidos un individuo de nombre Jesús Meza apodado “Chucho el Muerto”, quien en 1860 inventa más de 72 sonidos para el brinco del Chinelo que él llamó TSINEOLOHUA que se traduce como el que brinca, moviendo los hombros y las nalgas, como de cosquilleo. Luego  ya acompañaban algunos jóvenes, usando como instrumentos: flautas de carrizo o jaranitas y una tambora, eran conocidos como “Los Tepachichis”, después en el año de 1872, se organizó la primera Banda de Música integrada por dos violines y una tambora, era conocida como la Banda de “Los Alarcones”, integrada por Don Miguel, Don Julio y Don Antonio Alarcón con todos sus hijos, donde también participaron músicos, familiares de Don Brígido Santamaría Morales, ya desde 1870 se había fundado una Banda de Música con instrumentos de aliento bajo la dirección del Sr. Vidal Santamaría, después la dirección la toma Don Cristino Santamaría Rojas, uno de los hijos del viejo Vidal, el grupo crece y se fortalece con la dirección de Don Brígido Santamaría Morales, a quien se le debe la notación musical de la danza o “brinco” de los Chinelos en el año de 1923.


Los Huehuentsin, para su recorrido, usaban “ropas viejas”, imitando al hacendado, al capataz, al agiotista y hasta al cura de la parroquia, ya que éste no les permitía que hicieran esa fiesta de los pobres, y también regañaba a la gente por asistir al jaripeo, además que les prohibía la quema de cuetes y “prender” toritos. Entre esa multitud de Huehues, hubo un personaje que se puso un camisón de dormir de las señoras ricas de esos años, ridiculizando así al español opresor a través de su esposa e hijas.

Así pues, el disfraz del muchacho que se vistió con una vieja sotana de cura, y de aquel que se puso una bata de dormir de las señoras ricas de esa época, fueron imitados de inmediato por los demás Huehues, ya que era muy fácil de hacerlas, echando mano de las viejas enaguas de mujer, ya que eran peones y no tenían dinero. Tiempo después, se comenzó a confeccionar con manta, por lo que se convierte ya desde ese momento en el dominó, es decir la bata, del disfraz representativo para el carnaval.

Entre algunos de los personajes que la tradición oral del pueblo de Tlayacapan recuerda como principales artífices en la construcción del disfraz, se recuerda a un señor llamado Santiago y apodado “el Barrabas”, se cuenta que este personaje tenía buen gusto, y decidió colgarle listones por dondequiera a su dominó. Por otro lado, Don Ángel Rojas, apodado “el Diablo”, decía que hubo también quien usó un domino con tres bandas con los colores de la bandera nacional,  ese es la base del domino que se usa actualmente en el disfraz de Chinelo. La máscara de malla de alambre fue hecha por un muchacho apodado “el Caramba”, que sustituyó a las caretas de cartón con barba de ixtle tipo Maximiliano, por otro lado, las plumas de guajolote que usaban los integrantes de la cuadrilla en sus sombreros, también se sustituyen por unos plumeros que hacían unas señoras apodadas “las Caltencos”, que les daban forma torciendo alambre con plumas de gallina que después pintaban, y el bonete eclesiástico usado por el muchacho que se disfrazó con la sotana vieja del cura, se suple por un sombrero arriscando su ala hacia arriba, adornado con figuras de abalorio y motivos aztecas tejidos con estambre.

Actualmente el disfraz de Chinelo es sencillo y de color blanco de algodón cuentan con franjas 3 azules, adornados con vistosas plumas en los sobreros. La vestimenta a pesar de los años ha luchado por conservar su originalidad sin sufrir modificaciones ya que se considera el traje típico y original en todo el Estado de Morelos.

Del disfraz de Chinelo, se derivian hasta ahora dos versiones:

Siguiendo el rítmico y contagioso compás de la tambora, de los platillos y los instrumentos de viento que componen la banda, los chinelos "brincan" incansablemente por todo el pueblo, y contagian a quienes se encuentren a su lado.

Finalmente es en Yautepec donde se adopta también el traje de chinelo, con diferente estilo. Al pasar el tiempo se extendió esta práctica y hoy día se puede ver el brinco de los chinelos por todo el estado, al grado de llegar a ser un símbolo del estado de Morelos.

Los danzantes llevan un rico traje tradicional, que varía según el poblado, y en algunos casos suelen ser muy elaborados por su colorido, su realización y su manufactura. La danza divertida, festiva, alegre sigue el ritmo de las notas jocosas de las bandas musicales de pueblo; las danzas con su bullicio y colorido retumban al igual que los cohetes que son lanzados en cada momento. Todo esto motiva a realizar el famoso “brinco del chinelo” que es la danza típica de estas festividades de carnaval, una danza que ha logrado mantenerse con pocos cambios desde hace más de un siglo, y se celebra en diferentes fechas en las fiestas de carnaval de cada comunidad.

En la actualidad, debido al intercambio cultural y la migración, la danza del chinelo se puede encontrar también fuera de Morelos; en su mayoría, la danza del chinelo está presente en algunas festividades en la Ciudad de México, el sur y oriente del Estado de México, en la Región Norte y Tierra Caliente de Guerrero, así como en festivales de los Estados Unidos, debido a la presencia de morelenses en ese país

El Museo del Chinelo nació con el objeto de cubrir la inexistencia de un espacio de difusión, conservación e investigación del Carnaval y la Danza del Chinelo, Patrimonio Cultural Inmaterial del estado de Morelos. Se utiliza para fortalecer la identidad local y regional, además de fortalecer los lazos de comunidad. El Museo del Chinelo es una opción para incidir en los procesos sociales que dan lugar a la organizacnitarios de la fiesta.

El Museo del Chinelo contiene materiales relacionados con los orígenes, organización y celebración del Carnaval en Yautepec principalmente, pero también se incluyen los municipios de Tlayacapan y Tepoztlán.

Su puesta en marcha fue con la intención de dar a conocer e intentar contener el fenómeno de masificación y mercantilismo del Carnaval y la elaboración del Traje de Chinelo, debido a la apropiación que los Ayuntamientos en turno han hecho, y ha afectado la festividad y arrebatado a la comunidad la organización.

El proyecto ha difundido la labor artesanal en la elaboración del Traje de Chinelo, a efecto de promocionar su trabajo y dar conocer su realización llegando incluso a participar en dos proyectos del CRIM-UNAM, uno es el documental “de chaquiras y lentejuelas” y el libro Patrimonio Cultural Inmaterial de la Dra. Lourdes Arizpe. El Museo ha sido un espacio de difusión y promoción cultural en la comunidad. En sus instalaciones se han llevado a cabo presentaciones de libros, coloquios, proyecciones, etcétera.

El proyecto fue iniciado por un grupo de personas locales interesadas en el Carnaval, integrado por Celina Miranda (+), Víctor Maya Lagunas, Ángel García Anzúrez, César E. Ortiz Triana, Felipe Terán Pedrote, Julio Quiroz Mendoza, Germán Alcántara Álvarez y Héctor Daniel Bastida Salomón, el 31 de julio de 2005, presentado a la ciudadanía en la Ex Hacienda de Apanquetzalco, en Yautepec, Mor. Así arrancaron los trabajos para montar la primera exposición sobre el Carnaval que se denominó “Exposición Itinerante del Carnaval de Yautepec, base del Museo del Chinelo”.

El grupo se dio a la tarea la recolección de fondos, piezas y fotografías, además de visitar a diversas personas fundadoras y organizadoras de comparsas, para investigar y recopilar antecedentes e historia del Carnaval de Yautepec, y apoyar así la conserva del Patrimonio Cultural Inmaterial.

Con los fondos y materiales recopilados, se lograron construir algunos elementos de equipo museográfico, como mamparas y bases de madera, así como los materiales requeridos para la museografía de la citada exposición. Después de siete meses de trabajo, se tuvo un inicial acervo de materiales y piezas que permitieron dar a conocer a la comunidad los antecedentes del Carnaval de Yautepec. El 4, 5, 6 y 7 de marzo de 2006, se presentó la exposición montada en las instalaciones de la Escuela Secundaria para Trabajadores Moisés Sáenz Garza. A partir de esa primera exposición, el Grupo Cultural Yautepec, A. C., ha obteniendo más apoyo y confianza de la comunidad, se hicieron donaciones que enriquecieron el proyecto y lograron conformar una colección de más de 300 piezas en la actualidad. Se logró despertar el interés de instituciones y centros educativos que fueron solicitando la colaboración del Grupo Cultural Yautepec, A. C., para llevar la exposición a diversas instalaciones.[1]

López Benítez, Armando Josué, El carnaval en Morelos, de la resistencia a la invención de la tradición, (1867-1969), México, Museo del Chinelo-Libertad Bajo Palabra, 2016.

-Archivo histórico del municipio de Tlayacapan Morelos.

Oscar Antonio Gomora Ibarra. Recopilaciones de información tradición oral. [1] Traje típico de Morelos



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