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Chopos



Sec. Populus
Sec. Aigeiros
Sec. Tacamahaca
Sec. Leucoides
Sec. Turanga

El género Populus comprende unas cuarenta especies de árboles y arbolillos de las zonas templadas y frías septentrionales, en concreto las que se conocen vulgarmente como álamos o chopos. Aparece en el Cretáceo inferior, si bien es en el Terciario cuando alcanza amplia representación. Pertenece a la familia de las salicáceas.

Son árboles de crecimiento rápido y pueden alcanzar grandes tallas (de 10 a 30 metros, dependiendo de la especie). Ramas flexibles y corteza lisa, de colores blanquecinos o cenicientos, con marcas horizontales de tonos más oscuros similares a estrías. Hojas simples, alternas y caedizas, habitualmente anchas y de bordes enteros, aserrados, dentados, lobulados o festoneados. Sus yemas están cubiertas por escamas. El peciolo, largo y glanduloso, con frecuencia aparece comprimido lateralmente, lo que confiere gran movilidad a la hoja.

El álamo es habitualmente dioico, con las flores masculinas y femeninas en ejemplares distintos. Las flores se encuentran agrupadas en amentos y su polinización se realiza básicamente por acción del viento, por lo que se dice que es anemófila.

El fruto, con forma de cápsula, es lampiño, dehiscente, de color verdoso que se torna pardo al madurar generalmente en verano, y libera numerosas semillas pequeñas provistas de vilano blanco, lo que les confiere aspectos de copos de algodón.

Dentro de los ecosistemas se relacionan con multitud de seres vivos, por ejemplo, alimentando a diversos lepidópteros.


Son nativas de las regiones templadas del hemisferio norte, aunque también se introdujeron en el hemisferio sur. Así, podemos decir sobre su localización que se extiende por Europa, (llegando a formar bosques frondosos en las regiones nórdicas), parte de Asia, América del Norte y norte de África. También está muy extendido el híbrido de esta especie, sobre todo orientado a su potencial productor.[1]

Cultivado en estaciones húmedas de agua movida y rica en nutrientes es aprovechado por su rápido crecimiento (bajo líneas de mejora genética detrás); presenta fustes largos y rectos y es plantado en formaciones regulares llamadas choperas, plantíos o plantigos.

Su madera es de buena calidad a pesar de ser una especie de crecimiento rápido: en buenos sitios llega a crecer más de 20 m³/ha/año. Si se ha seguido un buen itinerario silvícola la madera se destina a muebles de baja densidad, puntales y chapa la plana; pero su uso estrella es el de la industria del tablero contrachapado. Si presenta una disminución de calidad notable y no satisface la demanda del contrachapado, se destina a la industria de trituración devaluándose así el precio por métro cúbico. También se puede mencionar el uso de su madera como soporte en la pintura, como por ejemplo en la Mona Lisa.

Son también apreciados como árboles de sombra en parques y paseos.

Son utilizados en el sur de Argentina como cortinas forestales cortavientos.[4]

Uno de los usos más interesantes de los árboles pertenecientes a este género es en fitorremediación, tanto usando directamente la planta como a partir de ella, consiguiendo, mediante biotecnología, replicar su capacidad para acumular xenobióticos en otras especies.[5]

En muchas culturas a lo largo de la historia se le han atribuido propiedades curativas y místicas al álamo, usándose muchas veces sus ramas flexibles para espantar a malos espíritus. Esta creencia se daba, por ejemplo, en Japón, donde, en sus templos shinto se llevaban a cabo ceremonias en las que se azotaba el aire con estas ramas para espantar a los oni.[1]

En el marco europeo, la Inquisición flagelaba a los culpables de crímenes menores con ramas de álamo como medio de expiación.[1]



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