Cleptocracia (del griego clepto, 'robo'; y cracia, 'poder' = dominio de los ladrones) es el establecimiento y desarrollo del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción y sus derivados como el nepotismo, el clientelismo político y/o el peculado, de forma que estas acciones delictivas quedan impunes debido a que todos los sectores del poder están corruptos, desde la justicia, funcionarios de la ley y todo el sistema político y económico.
Es un término de reciente acuñación, y se suele usar despectivamente para decir que un gobierno es corrupto y ladrón.
En una cleptocracia, los mecanismos del gobierno del estado se dedican casi enteramente a gravar los recursos y a la población del país, por medio de impuestos —no retribuibles a ellos— desvíos de fondos, etc. Los dirigentes del sistema amasan grandes fortunas personales, en especial el presidente o el mayor cargo de jefe de estado, junto a los más allegados como los ministros, gobernadores, alcaldes y asesores personales. El dinero es lavado o se desvía a cuentas bancarias secretas, por lo general en paraísos fiscales, como encubrimiento del peculado o robo.
Las economías de los regímenes cleptocráticos tienden a decaer constantemente, pues la corrupción sistemática engendrada por el gobierno significa que la economía está subordinada a los intereses de los cleptócratas.
Históricamente, el ambiente sociopolítico asociado al sistema colonial —la dominación de países colonizados, en donde sus economías son muy vulnerables al depender por un número pequeño de materias primas— ha sido particularmente proclive a la creación de las últimas cleptocracias: África y América Latina son las regiones más propensas.
Algunos analistas utilizan el término 'cleptocracia' para desacreditar los procesos políticos que permiten que las grandes corporaciones sean influyentes en la política. Ralph Nader llamó a Estados Unidos una cleptocracia, en ese sentido de la palabra, durante la campaña presidencial del año 2000 de ese país.[cita requerida] De todas formas, un término más exacto para esta influencia sobre un estado es la plutocracia.
La naturaleza sigilosa de la corrupción la vuelve difícil de combatir, ya que suele existir muy poca información sobre la identidad de los corruptos. Además, en muchos países en vías de desarrollo, las instituciones que monitorean la corrupción son ellas mismas corruptas, y los medios de comunicación son ineficaces en denunciar dichos actos.
Escasas evaluaciones se han realizado en los países en desarrollo, recibiendo especial atención dos tipos de intervención anticorrupción: la divulgación pública de información sobre corrupción y las campañas de movilización electoral contra el fraude electoral. Ambas han tenido más éxito en controlar la corrupción cuando hay votos en juego. Por su parte, se debe tomar en cuenta la dinámica del poder local y las percepciones de la población, las cuales influyen en cuan activamente los ciudadanos participen en tales iniciativas. Asimismo, es clave el apoyo gubernamental a las intervenciones, ya que de esto puede depender el éxito de los programas.
Según un índice realizado retrospectivamente desde 2004 por Transparencia Internacional, los diez mayores líderes cleptócratas internacionales (cantidades expresadas en dólares estadounidenses USD) eran los siguientes:
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