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Columna de la muerte



La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz es un libro histórico sobre la Guerra Civil Española escrito por el historiador español Francisco Espinosa Maestre.[1]

El libro, con prólogo de Josep Fontana, analiza minuciosamente los sucesos ocurridos durante el avance de las tropas franquistas desde el desembarco en la península del Ejército de África hasta la toma de la última localidad de Extremadura, período durante el cual se produjeron graves episodios de represión y asesinatos masivos que han sido considerados crímenes contra la humanidad por varias asociaciones de derechos humanos, como Equipo Nizkor y Amnistía Internacional.[2][3][4]

Por extensión, la denominación la columna de la muerte comenzó a ser utilizada en algunos contextos para denominar al ejército dirigido por el general Juan Yagüe en su avance por Andalucía y Extremadura.[5][6]​ En otros ámbitos es conocida como columna Madrid, al ser la capital el destino final de la ofensiva.

Aunque a raíz de la publicación del libro se dio a conocer la denominación de «la columna de la muerte» para las tropas que, procedentes del norte de África, tomaron la línea Sevilla-Badajoz, lo cierto es que este sobrenombre comenzó a circular ya en 1936 por la España republicana, cuando comenzaron a recibirse informaciones de las atrocidades perpetradas por este ejército.[7]

El avance desde Andalucía del ejército sublevado, a través de Extremadura, hacia el norte de la península, era vital para los intereses del golpe de estado, pues significaba la unión del ejército del sur, que desde el norte de África había desembarcado en Algeciras con el del general Mola que dominaba el norte. Al mando de este Ejército Español de África, formado por legionarios, y regulares marroquíes se encontraba el teniente coronel Juan Yagüe.

La situación en Extremadura al estallar el conflicto, reunía algunas características que la diferenciaban del resto del país, especialmente debido a la Ley de Reforma Agraria, que otorgó a los campesinos (más del 50% de la población activa) la posibilidad de ser dueños de las tierras que trabajaban, a través de la expropiación a los latifundistas y que produjo un enorme enfrentamiento entre clases sociales, sobre todo cuando en marzo los campesinos de Badajoz decidieron acelerar la entrada en vigor de la ley e invadieron las fincas a las que iba a afectar.[8]

La Campaña de Extremadura duró desde el 3 hasta el 27 de agosto de 1936, e incluyó varias batallas cruciales (Batallas de Badajoz, Mérida y Almendralejo) y varios episodios de represión por parte republicana (matanza de Fuente de Cantos) y, muy especialmente, por parte de los sublevados (matanzas de Badajoz, Mérida y Almendralejo).[9]

Tras la campaña, el ejército franquista logró el control absoluto del corredor y comenzó el asedio sobre Madrid.

Basado en un exhaustivo trabajo de campo, La columna de la muerte parte de la fase inicial de la Guerra Civil Española y concluye con la toma de Badajoz y la brutal represión llevada a cabo en la ciudad y poblaciones aledañas. Espinosa lleva a cabo un minucioso estudio pueblo a pueblo de los sucesos allí desarrollados, intentando demostrar que la represión "no fue una consecuencia de la guerra, sino una de sus razones explicativas fundamentales". Según él: "la violencia formaba parte del proyecto inicial de los insurgentes, dispuestos a exterminar a todos aquellos elementos de la sociedad española –políticos, sindicalistas, profesionales, maestros...- que habían contribuido a articular la alternativa reformista iniciada en 1931", concluyendo que la masacre de Badajoz es un anticipo de Auschwitz.[10][11]

Las fuentes utilizadas por el autor para la realización de la obra incluyeron todo tipo de archivos documentales: registros civiles, listados de quintas, medidas oficiales de los organismos de sanidad e higiene, datos de la Cruz Roja, diarios personales y libros de memorias.[12]

Asimismo, utilizó el trabajo realizado sobre el terreno por corresponsales que siguieron la guerra, especialmente Mário Neves, René Brut y Jay Allen. Espinosa explicó que Queipo de Llano encarceló al camarógrafo francés René Brut para obligar a la compañía Pathé Newsreels a entregar las imágenes de los asesinatos cometidos en la ciudad de Badajoz.[12]

Como conclusión, Espinosa afirmó que «la represión inscrita (en registros oficiales) solo afecta a un tercio de la represión que en realidad se produjo».[12]

Entre otros datos, el libro documenta las identidades de 1 518 personas asesinadas tras la entrada de las tropas franquistas solo en la ciudad de Badajoz,[13]​ aunque indica que la cifra de represaliados entre la capital y 84 pueblos de la zona occidental alcanza las 6 610 víctimas,[14]​ y más de 12 000 el total de la provincia.[15]



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