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Comprar, tirar, comprar



Comprar, tirar, comprar, es el título de un documental dirigido por la alemana Cosima Dannoritzer, sobre obsolescencia programada, es decir, la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo.

La directora Cosima Dannoritzer quería investigar y separar los hechos de la ficción de las varias leyendas urbanas que había oído como son: las bombillas eternas, los coches que funcionan sin gasolina, en donde la historia siempre terminaba con una conspiración, la desaparición del inventor o del aparato.[1]

Es una coproducción de Article Z (Francia) y Media 3.14 (Barcelona), cofinanciada por varias televisiones: Arte (Francia), TVE y Televisió de Catalunya.[2]

El documental de 75 / 52 minutos revela por qué los productos que compramos duran cada vez menos. La versión extendida de este documental de setenta y cinco minutos añade nuevas historias y nuevos ejemplos de obsolescencia programada. Son unos veinte minutos más que la versión original.

El documental comienza cuando Marcos se da cuenta de que una pieza de su impresora falla y de como en todos los establecimientos a los que acude le recomiendan comprar una nueva. Si hubiese aceptado, hubiera sido otra de las víctimas de la obsolescencia programada, el motor secreto de nuestra sociedad de consumo, pero sin embargo intenta arreglarlo y descubre un vídeo que explica que el fallo de su impresora fue provocado por un microchip contador explicándonos al final como consiguió repararlo..

Toda esta historia de la obsolescencia programada comenzó con las bombillas. En el 1924, se crea Phoebus, que controlaba toda la producción de bombillas e ideaba un plan para sostener a la economía, bajando la vida útil de las bombillas a 1000 horas multando severamente a los fabricantes del cartel que no cumplieran esa norma. Para mantenerse en la sombra, iban cambiando de nombre continuamente.

También nos habla de las linternas, fabricadas para que la bombilla y la pila duren lo mismo y del Ford T, que era un coche rudo pero fiable y de como los de Chevrolet, salen con unos coches más bonito pero menos fiables, vendiendo muchos más. También nos cuenta como tras el crack del 29, Bernard London se opone al New Deal con un sistema de obsolescencia programada obligatoria, pero nunca se llevó a la práctica, sino que apareció unos años después la obsolescencia percibida, en la que se persuade al cliente a comprar algo que no necesita, pero “sin obligarle”. Sigue narrando varios ejemplos como el de las medias Dupont, creadas con un nailon muy resistente pero que enseguida se vuelven a fabricar frágiles.

En lo que respecta a la lucha contra la obsolescencia programada, destacan los hermanos Neistat, que fueron por las calles tachando a los de Aple de diseñar las baterías para fallar. Un grupo genera una demanda colectiva, pero al final no se lleva a juicio, sin embargo ambas partes llegan a un acuerdo donde Apple se dedicará a ofrecer servicios de reemplazo y ampliar la garantía de los productos. Casi al final del documental nos comenta sobre el desecho ilegal de los residuos en Ghana, de como venden productos de segunda mano cuando no funcionan y de como algunos luchadores como Mike Anane, que etiqueta los residuos por origen para llevarlo a juicio, intentan parar este sistema de economía. El documental termina con las nuevas propuestas de economía sostenible y con el decrecimiento, para los más radicales.

El documental menciona los siguientes productos que fueron diseñados con Obsolescencia programada:

En la versión extendida del documental se añadieron nuevos productos con Obsolescencia programada que son los siguientes:

Ya se están creando movimientos en contra de la Obsolescencia Programada, como, por ejemplo:



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