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Comunión Tradicionalista (2001)



La Comunión Tradicionalista es un grupo político español de ideario carlista encabezado por el príncipe Sixto Enrique de Borbón y organizado en torno a la Secretaría política de éste.

La organización se declara continuadora de la Comunión Tradicionalista reorganizada en 1975 y de la anterior Comunión Tradicionalista histórica. Está constituida por carlistas que se separaron de la Comunión Tradicionalista Carlista establecida en 1986, a la que habían concurrido en un primer momento los tradicionalistas sixtinos.

En 2001 Sixto Enrique designó jefe delegado al pensador e histórico dirigente carlista Rafael Gambra. Tras su fallecimiento en 2004, fue sucedido por Miguel Ayuso, al que sustituyó en 2010 José Miguel Gambra, hijo del primero.[1]

La Comunión Tradicionalista de Sixto Enrique cuenta con diferentes plataformas de difusión ideológica, como son la Agencia Faro, la Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas (AET), la Asociación Universitaria Francisco de Vitoria, un total de 31 círculos repartidos por España e Hispanoamérica, el Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, la Fundación Francisco Elías de Tejada, la Fundación Speiro, La Librería Católica y varios portales y blogs de Internet.[2]

En 2010 inscribió legalmente la Candidatura Tradicionalista (CTRAD), con sede en El Espinar.[3]​ El 8 de diciembre de 2020, día de la Inmaculada Concepción, puso en marcha el periódico digital La Esperanza como segunda época del diario carlista La Esperanza publicado en Madrid entre 1844 y 1874.[4]

Se declara «fiel seguidora de las enseñanzas multiseculares de la Iglesia Católica sobre los fines últimos de la sociedad humana y las normas morales a que deben atenerse sus miembros». Se propone «alcanzar la unidad católica de las Españas, la confesionalidad de sus órganos de gobierno y, por lo mismo, rechaza explícitamente las «doctrinas sociales del modernismo religioso», como ellos denominan, entre otras, a las directrices emanadas del Concilio Vaticano II.[5]

Afirma defender «la constitución natural de las Españas, tal y como ha sido legada por la tradición» y persigue «mantener la unidad e independencia de la Patria como sociedad suficiente para alcanzar el bien común humano, sin detrimento de la legítima autarquía de sus regiones expresada en sus fueros y con subordinación expresa a los fines últimos de toda empresa humana que sólo en Dios se encuentra». Por ello mismo rechaza tanto los separatismos como cualquier clase de nacionalismo exacerbado que haga de la Patria un fin en sí mismo.[6]

Se propone mantener o restaurar los fueros y las libertades concretas de las sociedades subordinadas, como son los gremios, corporaciones, cofradías, hermandades, municipios, regiones, reinos y demás comunidades, cuyos fines y medios se conformen a la ley natural y a las enseñanzas de la Iglesia. Por eso se opone a «todo tipo de estatismo y de socialismo que tienda a la homogeneización de la sociedad y a la absorción centralista de todo poder social».[7]



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