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Concilio de Sárdica



El Concilio de Sárdica fue un concilio celebrado en 343 en la ciudad de Sárdica (la actual Sofía), en Tracia, y fue convocado por los Emperadores romanos Constante y Constancio II, a petición del papa Julio I. El objetivo del sínodo era conseguir la unidad entre los diversos bandos surgidos a raíz de las luchas arrianas, y concretamente para revisar la causa de san Atanasio, que, suplantado en el cargo de arzobispo de Alejandría por Gregorio de Alejandría, había tenido que huir de su sede el año 339.

El Concilio se celebró en otoño del año 343, aunque algunos autores, por razones de cronología, lo sitúan el año 342. Acudieron a la cita unos 90 obispos occidentales dirigidos por Osio de Córdoba. El obispo de Roma estaba representado por los presbíteros Arquidamo y Filóxenes, y por el diácono León. Los orientales —arrianos en parte— eran unos 80, entre los cuales destacaban Gregorio de Alejandría y Esteban de Antioquía; también eran arrianos en parte los occidentales Ursacio de Singidunum y Valente de Mursa.

El Concilio tenía que revisar los casos de la deposición de los obispos san Atanasio de Alejandría, Asclepio de Gaza y Marcelo de Ancira. El partido oriental pedía como condición previa a toda reunión la no asistencia de los encausados, puesto que habían sido depuestos en concilios anteriores. A pesar de la política conciliadora de Osio de Córdoba, los orientales no cedieron en su demanda y al llegar la noche abandonaron la ciudad. Antes de separarse, justificaron su actuación en una encíclica a toda la Iglesia, explicando los hechos según su punto de vista, y añadiendo un símbolo de fe.

El partido occidental ortodoxo no se desalentó. Teniendo conciencia de representar a la Iglesia universal continuó el concilio. En primer lugar revisó el proceso de los tres obispos depuestos, declarándolos inocentes, incluso a Marcelo de Ancira, cuyas sutilezas teológicas no fueron comprendidas por los latinos. Éstos, por otro lado, rompieron la comunión con el partido oriental, al que trataron de arriano.

Osio y Protógeno de Sárdica propusieron como réplica a los orientales, y como expresión de la fe ortodoxa, la confección de un nuevo símbolo. La versión que nos da Teodoreto de Ciro es la siguiente:[1]

Atanasio se opuso con éxito a esta fórmula poco clara, arguyendo que ya existía el símbolo del Primer Concilio de Nicea. El credo de Sárdica fue condenado el año 362 en el Concilio de Alejandría.

Además de algunas circulares explicativas a las iglesias, el Concilio de Sárdica dejó una serie de cánones, cuyo número oscila según las diferentes redacciones, con notables diferencias textuales entre ellas. Los cánones, que son sentencias particulares de obispos aprobadas por los presentes, tocan temas variados:

Históricamente, los resultados de Sárdica fueron negativos. El Concilio no consiguió la unidad que pretendía. Con la excomunión del partido oriental se excitaron aún más los ánimos, el símbolo fue rechazado y los cánones no fueron aplicados en Occidente ni en Oriente. Sárdica ahondó las diferencias entre los cristianos de Oriente y de Occidente, separados por la frontera de los dos imperios.



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