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Concurso anual de edificios artísticos (Barcelona)



El Concurso Anual de Edificios Artísticos de la ciudad de Barcelona fue instaurado por el Ayuntamiento el 23 de junio de 1899 para premiar al mejor edificio construido anualmente en la ciudad. A partir de 1902, se creó una categoría para galardonar al mejor establecimiento comercial.

Su concesión, con algunas interrupciones, se produjo desde 1899 hasta 1930. En 1916 se otorgaron simultáneamente los premios de 1913, 1914 y 1915 debido a que el jurado no se había reunido en ese período.[1]

A partir de 1917 se modificaron las menciones para poder acoger mejor la proliferación de obras de calidad presentadas.[2]​ En total, se premiaron más de sesenta inmuebles y locales, buena parte de ellos coincidiendo con el período álgido del modernismo, que es la etapa durante la que esta distinción tuvo más prestigio.

El primer edificio galardonado fue la casa Calvet, de Antoni Gaudí; no obstante, este arquitecto no volvería a ser premiado.[3]​ Sin embargo, Lluís Domènech i Montaner y Enric Sagnier fueron premiados en diversas ocasiones, accediendo a la categoría especial de Medalla de Oro, prevista para los arquitectos galardonados tres veces en el certamen. Dicha Medalla fue diseñada por Eusebi Arnau.

En alguna ocasión las obras no acababan dentro del año, por lo que quedaban fuera de las deliberaciones del jurado. A pesar de que podían presentarse en el año siguiente, el efecto de la "nueva construcción" no causaba el mismo efecto. Ello ocurrió con la casa Milà en 1910[4]​ y el de la casa Fuster en 1915[5]

El premio consistía en una placa decorativa de azulejo para colocar en la fachada del edificio, pero el 26 de enero de 1900 se decidió cambiarla por una de bronce (diseñada por Andreu Aleu y Bonaventura Bassegoda y fundida en los talleres de Masriera y Campins).[6]​ Asimismo, el autor del proyecto y el propietario recibían sendos diplomas, unas verdaderas obras de arte realizadas por Francesc Mirabent, pintor especializado en este tipo de trabajos.[7]

Las placas del premio son visibles en muchas de las construcciones galardonadas, especialmente hasta el 1919. Los establecimientos comerciales recibían un diploma honorífico, pero la mayoría de estos locales han desaparecido. La mayor parte pertenecía al periodo modernista, y el novecentismo eliminó lo que consideraba "excesos del modernismo". Esta destrucción fue sistemática en los lugares habituales de ocio de la burguesía, tiendas, cafés y restaurantes.[8]​ Estos premios tenían un carácter puramente honorífico y, a diferencia de otros concursos europeos coetáneos, no premiaban los edificios exclusivamente por sus condiciones estéticas, sino también por las calidades constructivas y funcionales. Se galardonaron inmuebles destinados a vivienda, unifamiliares y de pisos, pero también edificaciones industriales y de servicios.

Entre los edificios modernistas premiados, se encuentra la mencionada casa Calvet (Antoni Gaudí), el Palacio de la Música Catalana (Domènech i Montaner), la Fábrica Casaramona (Puig i Cadafalch) y la casa Roviralta (Juan Rubió), entre otros. Uno de los últimos edificios premiados fue la Fábrica Myrurgia.

El galardón municipal se considera un precedente de los Premios FAD (Fomento de las Artes y el Diseño), creados en 1958.

La planta de la torre es octogonal, de unos diez metros de diámetro y cuarenta y dos metros y medio de altura, tiene dos miradores con barandilla de hierro forjado y se cierra con una cúpula que inicialmente estaba coronada con una linterna que ha desaparecido. El repertorio formal se basa en una sucesión de falsos arcos de medio punto sustentados sobre pilastras adosadas y ventanas también de medio punto, con ojos de buey. La verticalidad se rompe gracias a los dos miradores, y el cromatismo es producto de la combinación de materiales: pedra artificial y mampostería.

La fachada actual es el producto de una reforma realizada en 1915. Resuelta con un clasicismo poco brillante, que no tiene nada que ver con la arquitectura modernista, en la que destacan las ventanas italianizantes de las plantas primera y segunda y del elemento central que lo corona. La planta baja también ha sufrido muchas modificaciones.

Josep Barba[46]

Destaca la imponente marquesina de la fachada, los grandes faroles que la resiguen y el grupo escultórico situado sobre un portal con el emblema de los antiguos Almacenes Jorba: "LABOR OMNIA VINCIT". Se estructuraba a partir de un núcleo de comunicaciones central, con una escalera imperial y cuatro ascensores que la flanqueaban, y alrededor de dos patios de luces cubiertos por claraboyas de cristal de forma cupular, que unas reformas realizadas durante los años 60 destruyeron. El edificio sigue los corrientes conceptuales y estilísticos de los grandes almacenes centroeuropeuos y, en concreto, franceses.

Además de los aspectos estéticos, la nueva galería contaba con la novedad tecnológica de la iluminación artificial, lo que permitía ubicarla en una planta baja -ofreciendo, así un plus de comodidad para los clientes- y no en la azotea, como era costumbre, con la finalidad de aprovechar la luz natural.



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