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Condecoraciones Pontificias



Las condecoraciones pontificias (o papales) son órdenes ecuestres y otras distinciones honoríficas que el Soberano Pontífice confiere a personas de vida intachable que han promovido de alguna forma los intereses de la sociedad, de la Iglesia católica y de la Santa Sede.

Las condecoraciones que discierne la Santa Sede, ordenadas de acuerdo a su importancia y dignidad son:[1]

La Santa Sede también reconoce a la Soberana Orden Militar de Malta y tutela a la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén.[2]

El Papa confiere igualmente distinciones honoríficas exclusivas para clérigos:

Hasta el Papa Pablo VI, los Sumos Pontífices otorgaban también títulos de nobleza a hombres o mujeres extraordinariamente destacados en el servicio a la Iglesia, a la fe católica o al papa y eran concedidos por el Papa en su calidad de soberano temporal. Los títulos pontificios podían ser personales (vitalicios) o hereditarios en línea recta y masculina, por regir la Ley Sálica. Sin embargo, la Santa Sede, a diferencia de otras monarquías, se reservaba siempre el derecho de examinar la conveniencia, dignidad y méritos de los posibles herederos no bastando únicamente los derechos genealógicos.

Algunos títulos pontificios concedidos en España son:, Marqués de Balanzó, Marqués de Camps, Marqués de Casaquijano, Marqués de Julià, Marqués de Ferrer-Vidal, Marqués de Gadea-Orozco, Marqués de Montsalud, Condesa de Pardo Bazán, Conde de Sicart, Conde de Vidal y Conde de Vilarga Condado de Aldama y Marquesado de Ayala.[3][4]

Los últimos sumos pontífices, Juan Pablo II y Benedicto XVI retomaron discretamente la concesión de este tipo de dignidades [cita requerida].



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