El conocimiento de sí mismo o el autoconocimiento, es el saber que una persona adquiere sobre ella misma, en términos psicológicos y espirituales, durante el curso de toda la vida, y sobre la base de sus propias experiencias y a la introspección.
El conocimiento de sí mismo es un tipo particular de conocimiento en la medida que el sujeto que intenta conocer y el objeto a conocer están confundidos, o sea, se es «juez y parte» al mismo tiempo. Esta dificultad central hace imperativo que se exija objetividad.
El conocimiento de sí mismo requiere honestidad y rectitud de pensamiento, espíritu crítico, y una cierta consideración en relación a la «mirada» exterior de los otros. Debido a su naturaleza subjetiva, para que este conocimiento pueda cristalizar, se requiere cierta habilidad metacognitiva, así como cierto grado de lucidez personal que permita generar un pensamiento bien consistente.
Si se tiene en cuenta la opinión de los grandes filósofos, pensadores, y escritores, que a través de los tiempos incursionaron en esta temática, surge que el conocimiento de sí podría tener ventajas bastante variables, e incluso en ciertos casos podría ser hasta contraproducente para aquel que acomete en esta línea de investigación.
Blaise Pascal por ejemplo opinaba lo siguiente :
Marguerite Yourcenar se refería al tema como una experiencia esencial :
Por su parte, Thomas Szasz afirmaba : « A menudo las personas dicen que aún no se han encontrado a sí mismas. Pero el sí mismo no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea. » Y el escritor y novelista Aldous Huxley nos dejó el siguiente pensamiento : « Sólo hay una pequeña parte del universo de la que sabrás con certeza que puede ser mejorada, y esa parte eres tú mismo. » Y sobre este asunto, Lao-Tse señalaba : «El que domina a otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso ».
Pero no todos se expresaron positivamente sobre esta cuestión, como por ejemplo Anatole France quien afirmaba:
En cuanto a la célebre frase «Conócete a ti mismo», en realidad no es exactamente atribuible a Sócrates, pues la misma estaba inscrita en el frontispicio (pronaos) del Templo de Apolo en Delfos. Pero indudablemente, el citado sabio griego de la Antigüedad, interpretó ese aforismo y lo potenció enormemente, atribuyéndole una marcada orientación ética y moral. Sin duda posible, esta máxima figura entre las más destacadas y conocidas frases filosóficas.
En relación con la relativa diversidad de los individuos y de sus respectivas filosofías de vida y objetivos de vida, el conocimiento de sí mismo puede responder a exigencias diversas, movilizando e interesando a algunas personas más que a otras, y a un cierto momento de sus respectivas existencias más que en otros momentos.
El «Conocimiento de sí mismo» puede tener las siguientes motivaciones principales :
El asunto del conocimiento de sí mismo ante todo requiere una respuesta a la pregunta sobre qué es lo que debe considerarse el «yo».
Pero para responder a este interrogante, conviene explicitar mejor una serie de preguntas tales como las que se enumeran seguidamente :
Existen dificultades para contestar a estas preguntas, que en buena medida provienen de la imbricación e implicancias entre sí : por ejemplo, ¿cómo situarse personalmente en una respuesta que implica el orden cosmológico? ; ¿cómo percibir el lugar del ser humano en la sociedad y en la biósfera, sin haber explorado y aquilatado el propio universo interior?
Pero por otra parte, al abordar esta cuestión, demasiadas cosas reenvían al propio conocimiento y a los antecedentes vividos por el sujeto : "Me altero porque me pongo nervioso" … "Soy violento porque en mi niñez me ha faltado amor maternal" … "No comprendo muy bien qué podría contestar a este respecto, ya que lo que he aprendido hasta ahora es relativamente poco" … "Cuándo es que se pueden o deben detener las investigaciones sobre uno mismo" … "Cómo es que se deben integrar las observaciones aportadas por otros a las propias" … "Qué grado de incertidumbre o desorientación es que puede aceptarse" … "Qué importancia o significación se debe dar a lo que se haya podido elaborar sobre el conocimiento de sí mismo" …
Querer cambiar a otros sin antes haber pasado uno mismo por un cambio interior, plantea una problemática de primer orden : ¿Cómo es que será posible cambiar a otros, o al propio mundo, si no hemos pasado por la experiencia personal e íntima de al menos haber efectuado un cambio interior? La respuesta a este interrogante es bien simple : "No podemos". Por así decir, es primordial comenzar por el comienzo, y mirarse largo tiempo en el espejo con espíritu crítico (como si se tratara de otra persona). Abandonar caras ilusiones en relación a lo que somos o queremos ser es un buen principio, tal vez el único posible, hacia un cambio de mayor envergadura y alcance.
Conócete a ti mismo (en griego: "Gnothi seauton" ; en latín: "Nosce te ipsum"), el lema que estaba inscrito en lugar destacado en el templo de Delfos, fue muy utilizado por Sócrates en las enseñanzas a sus discípulos, iniciando así una tradición filosófica milenaria que solamente fue seriamente contestada 2500 años más tarde por Friedrich Nietzsche, que trastocó la fórmula inicial : « Cada cual es quien mejor puede conocerse a sí mismo » en « nosotros mismos somos desconocidos para nosotros mismos ».
De una forma o de otra, casi todos los filósofos occidentales siguieron esta línea socrática de pensamiento.
Los filósofos socráticos fueron los primeros pensadores que rompieron con las formas míticas de pensamiento para empezar a edificar una reflexión racional. Es decir, fueron los primeros que iniciaron el llamado «paso del mito al logos »,
proceso propiciado por las especiales características de espíritu crítico y condiciones sociales que permitieron una especulación libre de ataduras a dogmas y textos sagrados. En este sentido, estos filósofos fueron tanto pensadores como cosmólogos y físicos y, más en general, «sabios». René Descartes por ejemplo, partió de esta idea en su análisis metafísico, con su famosa frase "Cogito ergo sum", o sea "Pienso, y por tanto sé que pienso, y por tanto tengo certeza de que pienso".
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