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Constructivismo (arte)



El constructivismo es un movimiento artístico y arquitectónico que surgió en Rusia en 1914 y se hizo especialmente presente después de la Revolución de Octubre.

El término construction art ("arte para construcción") fue utilizado por primera vez, de manera despectiva, por Kasimir Malévich para describir el trabajo de Aleksandr Ródchenko en 1917.

Además del constructivismo ruso o soviético, que se vincula al suprematismo y al rayonismo o cubismo abstracto; se habla también de un "constructivismo holandés": el neoplasticismo de Piet Mondrian, Theo van Doesburg y el grupo De Stijl.[1]

Sus obras fueron difusoras de las propagandas Revolucionarias, y realizaban carteles, propagandas, fotografías, ilustraciones, etc. Formalmente, las imágenes tenían un predominio de formas geométricas y lineales.

El término «constructivismo» aparece por primera vez como algo positivo en el Manifiesto Realista (1920) de Naum Gabo. Alekséi Gan utilizó la palabra como el título de su libro Constructivism, impreso en 1922. Aplicó el constructivismo a su trabajo, mientras que su abstracción geométrica se debió, en parte, al suprematismo de Kasimir Malévich.

La base de enseñanza para el nuevo movimiento fue implantada por el Comisariado del Pueblo para la Educación (o Narkomprós) del gobierno bolchevique (o Sovnarkom), dirigido por Anatoli Lunacharski, que en 1918 suprimió la Academia Imperial de las Artes de Petrogrado y la Escuela de Pintura, Escultura y Arquitectura de Moscú. La oficina artística del Comisariado funcionó durante la Guerra Civil rusa principalmente dirigida por futuristas, que publicaron el diario Arte de la Comuna. El centro del constructivismo en Moscú residía en Vjutemás: la escuela para el arte y el diseño, establecida en 1919. Naum Gabo señalaría más adelante que la enseñanza en la escuela fue orientada más a la discusión política e ideológica que a la creación artística.

La obra canónica del constructivismo fue la propuesta de Vladímir Tatlin para el Monumento a la Tercera Internacional (1919) que combinaba una estética de máquina con componentes dinámicos que celebraban la tecnología, como los reflectores y las pantallas de proyección. Gabo Diem criticó públicamente el diseño de Tatlin diciendo «O se crean casas y puentes funcionales o el puro arte por el arte, pero no ambos». Esto llevó a una división importante dentro del grupo de Moscú en 1920 cuando el Manifiesto Realista (de Naum Gabo y Antoine Pevsner) afirmó la existencia de un núcleo espiritual para el movimiento. Esto se oponía a la versión del constructivismo adaptable y utilitaria que sostenían Tatlin y Ródchenko. La obra de Tatlin fue inmediatamente alabada por artistas en Alemania como una revolución en el arte: una foto de 1920 muestra a George Grosz y John Heartfield sosteniendo una pancarta diciendo «El arte está muerto. ¡Larga vida al arte de la máquina de Tatlin!», mientras que los diseños para la torre se publicaron en la revista de Bruno Taut Fruhlicht.

El constructivismo ruso surge en un momento donde la coyuntura política generaba que las nuevas artes reflejen el cambio de identidad que la sociedad demandaba. Por tal motivo la arquitectura cobra un rol protagónico donde esta tenía que mostrar la nueva imagen del país. En los periodos de formación de una nueva cultura, la visión del arquitecto consiste, principalmente , en inventar y dar forma a los condensadores sociales de su época y en construir nuevas estructuras arquitectónicas que sirvan a su tiempo. Moiséi Guínzburg líder del movimiento en materia de arquitectura escribió un manifiesto llamado “ estilo y época” donde planteaba tres ideas centrales que debían cumplir las obras edilicias del constructivismo:

Entre 1930 y 1950,  hubo diversos concursos públicos organizados por el estado soviético para cambiarle la cara a Moscú con el objetivo de plasmar las ideas socialistas en edificios monumentales, que representen la grandeza del proletariado y el socialismo. Aunque muchos de los proyectos, nunca llegaron a concretarse estos son algunas de las quimeras arquitectónicas que Moscú nunca pudo ver.

Así como estuvieron envueltos en propuestas objetuales utilitarias para la industria, los constructivistas trabajaron en festivales públicos y diseños de carteles callejeros para el gobierno de la revolución bolchevique post-Octubre. Quizás el más famoso de esos se dio en Vítebsk, donde el grupo UNOVIS de Kazimir Malévich pintó placas de propagandas y edificios (el más conocido era el póster de El Lissitzky: Golpea a los blancos con la cuña roja (de 1919). Inspirado por la declaración de Vladímir Mayakovski «las calles nuestros pinceles, las plazas nuestras paletas», artistas y diseñadores participaron en la vida pública durante la Guerra Civil. Una instancia determinante fue el festival propuesto para el congreso del Comintern en 1921 por Aleksandr Vesnín y Liubov Popova, que reensamblará las construcciones de la exhibición OBMOJU así como realizará trabajos para el teatro. Hubo un gran momento en este periodo entre el constructivismo y el Proletkult, cuyos ideales concernieron en la necesidad de crear una estructura cultural completamente nueva y acorde a los constructivistas. En suma algunos de los constructivistas estuvieron fuertemente envueltos en la «Ventanas ROSTA», una campaña de información pública bolchevique alrededor de los años veinte. Algunos de los más famosos de esta fueron el pintor y poeta Vladímir Mayakovski.



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