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Corazón humano



El corazón (del latín cor) es el órgano principal del aparato circulatorio humano.[1]​ Es un órgano muscular hueco, de paredes gruesas y contráctiles, que funciona como una bomba aspirante e impelente impulsando la sangre a través de las arterias para distribuirla por todo el cuerpo. Está situado en el centro de la cavidad torácica flanqueado a ambos lados por los pulmones.[2][3]

Tiene el tamaño de un puño, pesa entre 250 y 300 gramos en mujeres y entre 300 y 350 gramos en hombres, lo que equivale al 0,40 % del peso corporal.[4]​ La especialidad médica que estudia sus afecciones recibe el nombre de cardiología.

El corazón es un órgano muscular hueco cuya función es bombear la sangre a través de los vasos sanguíneos del organismo. Se localiza en la región central del tórax, en el mediastino medio e inferior, entre los dos pulmones. Está rodeado por una membrana fibrosa gruesa llamada pericardio. El corazón tiene la forma de una pirámide inclinada, la porción puntiaguda de la pirámide está inclinada hacia la izquierda y abajo, mientras que la base mira hacia arriba y es el área de donde surgen los grandes vasos sanguíneos que llevan la sangre fuera del órgano. La parte inferior del corazón descansa sobre el diafragma mientras que las caras laterales están contiguas al pulmón derecho e izquierdo y la cara anterior se sitúa detrás del esternón.[5]

El corazón está dividido en cuatro cámaras o cavidades: dos superiores, llamadas aurícula derecha (atrio derecho) y aurícula izquierda (atrio izquierdo); y dos inferiores, llamadas ventrículo derecho y ventrículo izquierdo. Las aurículas reciben la sangre del sistema venoso y la transfieren a los ventrículos, desde donde es impulsada a la circulación arterial.

El tejido que separa el corazón derecho del izquierdo se denomina septo o tabique. Funcionalmente, se divide en dos partes no separadas: la superior o tabique interauricular, y la inferior o tabique interventricular. Este último es especialmente importante, ya que por él discurre el fascículo de His, que permite llevar el impulso eléctrico a las partes más bajas del corazón.[6]

En el corazón entran o salen los vasos sanguíneos de mayor calibre y más importantes del organismo. Son los siguientes:[5]

Las válvulas cardíacas se encuentran en los conductos de salida de las cuatro cavidades del corazón, donde cumplen la función de impedir que la sangre fluya en sentido contrario.[8]​ Están situadas entre las aurículas y ventrículos o entre los ventrículos y las arterias de salida. Son las cuatro siguientes:

Las válvulas tricúspide y mitral disponen de unas finas prolongaciones llamadas cuerdas tendinosas, actúan como tensores y sirven para evitar que los componentes valvulares se prolapsen en dirección a la aurícula cuando el ventrículo se contrae. Las cuerdas tendinosas se insertan en unas proyecciones de la pared del ventrículo denominadas músculos papilares. La válvula tricúspide consta de 3 valvas y la mitral de dos, por lo que también se conoce como válvula bicúspide.

Las válvulas pulmonar y aórtica cuentan con tres valvas cada una con forma de semiluna por lo que en conjunto se llaman válvulas semilunares o sigmoideas, no disponen de cuerdas tendinosas.

De adentro hacia afuera el corazón presenta las siguientes capas:

El corazón precisa oxígeno y nutrientes para que el miocardio pueda realizar su trabajo de contracción, el aporte de sangre a las células del corazón se realiza mediante las dos arterias coronarias, la arteria coronaria derecha y la izquierda, ambas son las primeras ramas que emite la arteria aorta.[2]

La arteria coronaria derecha inicia su recorrido en la cara anterior del corazón, entre la aurícula y el ventrículo derecho, posteriormente pasa a la parte posterior del corazón y se transforma en la arteria coronaria descendente posterior que aporta sangre a la zona posterior del ventrículo izquierdo.

La arteria coronaria izquierda, tras surgir de la aorta se divide inmediatamente en 2 ramas que se llaman arteria coronaria descendente anterior y arteria circunfleja.

El corazón recibe fibras nerviosas procedentes del sistema nervioso simpático y del sistema nervioso parasimpático.[10]

Las fibras del sistema nervioso simpático proceden de los ganglios simpáticos cervicales de donde parten los nervios cardíacos cervical superior, medio e inferior. Al llegar al corazón estos nervios se ramifican y forman los plexos cardíacos simpáticos.

Las fibras del sistema nervioso parasimpático llegan al corazón procedentes del nervio vago cuando alcanzan el órgano se ramifican formando un plexo nervioso.

El sistema circulatorio es el primer sistema funcional del embrión de un vertebrado. El corazón fetal manifiesta actividad a partir de la tercera semana del desarrollo embrionario. La formación del corazón empieza en la línea primitiva del embrión a partir las células cardiogénicas del mesodermo. La transformación del mesodermo en tejido cardiogénico depende de algunas proteínas producidas por el endodermo, entre ellas la proteína morfogénica ósea (BMP) y el factor de crecimiento fibroblástico 8 (FGF–8).[11]​ En la 5.ª semana la frecuencia cardiaca del embrión es entre 60-80 latidos/min, sube progresivamente hasta alcanzar en la 10.ª semana 180-200 latidos/min.[12][13][14]

El tubo cardíaco primitivo da origen a una estructura conocida como asa cardíaca, la cual está formada de 4 partes en sentido caudo-craneal: Seno venoso, aurícula primitiva, ventrículo primitivo y bulbo arterioso, este último da origen a los troncos de los grandes vasos arteriales. Para darle la forma correcta al corazón, el asa cardíaca realiza un plegamiento que hace que la aurícula primitiva quede por encima del ventrículo primitivo.

Entre el día 27 y 37 de vida intrauterina ocurren cuatro procesos de tabicación interna del corazón, formando definitivamente ambos ventrículos y aurículas, y dividiendo la arteria pulmonar de la aorta, estos procesos son los siguientes:[15]

El sistema circulatorio está formado por vasos sanguíneos que transportan sangre desde el corazón y hacia el corazón. Las arterias transportan la sangre desde el corazón al resto del cuerpo, y las venas la trasportan desde el cuerpo hasta el corazón.

El corazón es un órgano muscular autocontrolado, una bomba impelente formada por dos bombas en paralelo que trabajan al unísono para propulsar la sangre hacia todos los órganos del cuerpo. Las aurículas son cámaras de recepción, que envían la sangre que reciben hacia los ventrículos, que funcionan como cámaras de expulsión. El circuito completo consta de los siguientes pasos:

Se llama gasto cardíaco a la cantidad de sangre que bombea cada uno de los ventrículos del corazón en el periodo de un minuto. El gasto cardíaco depende de la frecuencia cardíaca y el volumen expulsado a lo largo de la contracción de un ventrículo (volumen de eyección). De esta forma el gasto cardíaco de una persona que tenga una frecuencia de 70 latidos por minuto y 68 mL de volumen de eyección sería el siguiente: GC = 70 x 68 = 4760 mL/minuto. A lo largo de la vida de una persona el corazón realiza una tarea formidable, bombeando unos 7000 litros de sangre al día durante muchos años.[16]

Además de su actividad principal como bomba impulsora de la sangre, el corazón tiene otras funciones:

Un ciclo cardíaco está formado por una fase de relajación y llenado ventricular (diástole) seguida de una fase de contracción y vaciado ventricular (sístole). Se denomina sístole a la contracción del ventrículo para expulsar la sangre hacia los tejidos. Se denomina diástole a la relajación del ventrículo para recibir la sangre procedente de las aurículas.[17]​ La sístole ventricular va precedida de la contracción de las aurículas que facilitan el llenado rápido del ventrículo, la contracción de las aurículas se llama a veces presístole o sístole aurícular.

El ciclo cardíaco ocurre de forma simultánea en los dos ventrículos, la diferencia fundamental entre el corazón derecho e izquierdo radica en que el derecho impulsa la sangre hacia la arteria pulmonar que presenta una presión muy inferior a la arteria aorta. Por ello el trabajo que debe realizar el ventrículo derecho para impulsar la sangre es menor y el miocardio del ventrículo derecho es menos grueso que el del ventrículo izquierdo.[18]

El músculo cardíaco es miogénico, esto significa que se excita electricamente a sí mismo, a diferencia del músculo esquelético que necesita de un estímulo procedente del cerebro para su contracción. Las contracciones rítmicas se producen espontáneamente y a intervalos regulares. El sistema de conducción eléctrico del corazón está constituido por un grupo de células musculares especializadas en generar y propagar el impulso nervioso. Las estructuras que conforman el sistema son las siguientes:

La distribución del sistema de conducción hace que se produzca la contracción simultánea de los dos ventrículos desde la región del vértice hasta la base.

La actividad eléctrica del corazón puede ser analizada con electrodos situados en la superficie de la piel, esta técnica se utiliza para el diagnóstico médico y recibe el nombre de electrocardiograma, ECG o EKG.

La frecuencia cardiaca en reposo oscila habitualmente entre 60 y 80 latidos por minuto, no obstante frecuencias fuera de este rango se consideran normales en muchos casos, atletas entrenados pueden tener frecuencias de 50 latidos por minuto o incluso inferiores, por el contrario personas normales en estado de ansiedad o nerviosismo pueden presentar frecuencias superiores a 110 latidos por minuto.

Aunque el corazón genera sus propios impulsos en el nódulo sinoauricular, la frecuencia cardíaca está determinada también por otros factores, entre ellos la adrenalina producida por las glándulas suprarrenales y los impulsos nerviosos del sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático. Las fibras nerviosas simpáticas producen estímulos en respuesta a una reacción de alarma o a una actividad física incrementada, estos estímulos actúan sobre el nódulo sinoauricular y provocan aumento de la velocidad de contracción del miocardio con incremento de la frecuencia cardiaca, además influyen directamente sobre las fibras musculares del miocardio incrementando la fuerza de contracción. Por el contrario los estímulos del sistema nervioso parasimpático tienen una acción contraria, actúan sobre el corazón a través del nervio vago y disminuyen la frecuencia cardíaca ralentizando los impulsos generados por el nódulo sinoauricular. De esta forma el corazón puede adaptarse con facilidad a necesidades cambiantes y aumentar o disminuir el volumen de sangre que propulsa según lo necesite el organismo.[2]

El músculo cardiaco tiene cuatro propiedades fundamentales:[19]

Cuando se utiliza un estetoscopio para escuchar el sonido que produce el corazón, se pueden distinguir dos ruidos:

Las enfermedades cardiovasculares son la causa más importante de muerte a nivel mundial. Las enfermedades del corazón que globalmente representan un problema de salud más importante son la cardiopatía isquémica y la insuficiencia cardíaca.

La cardiopatía isquémica se debe a la disminución del flujo sanguíneo que recibe el corazón a través de las arterias coronarias como consecuencia de arterioesclerosis, dentro de la cardiopatía isquémica se incluye la angina de pecho y el infarto de miocardio. Los principales factores de riesgo conocidos son el tabaquismo, obesidad, diabetes mellitus, cifras elevadas de colesterol e hipertensión arterial.[20]

La insuficiencia cardiaca es la consecuencia final de la mayor parte de las enfermedades del corazón, puede ser aguda o crónica, esta última es un trastorno de largo duración que cursa con descompensaciones o agravamientos periódicos y constituye una causa importante de mortalidad e ingreso hospitalario.[20]

Otro grupo de trastornos son las cardiopatías congénitas, conjunto de enfermedades del corazón y los grandes vasos que se originan antes del nacimiento durante la vida intrauterina. La mayoría se deben a un desarrollo defectuoso del embrión durante el embarazo, cuando se forman las estructuras cardiovasculares principales. Algunas producen trastornos leves, pero otras son muy graves e incompatibles con la vida, entre las más frecuentes se encuentran la comunicación interauricular, la comunicación interventricular, el ductus arterioso persistente, la coartación de aorta y la tetralogía de Fallot.

Algunas de las enfermedades más usuales del corazón se muestran en la siguiente tabla, ordenadas según la estructura afectada.



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