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Coricancha



Coricancha, Ccorichancha o Qorikancha (en quechua: Quri Kancha‘Templo dorado’)? fue el principal templo inca, el cual fue posteriormente destruido por los españoles durante el proceso de colonización. El yacimiento se encuentra en la ciudad de Cuzco en el Perú.

La palabra Coricancha (también escrito como Qoricancha o Qorikancha) está formada por la unión de dos voces quechuas: quri que significa “oro” y kancha, “templo o recinto”.[1]

El recinto de oro, como era conocido, fue un lugar sagrado donde se rendía adoración al dios Inca: el Inti (Sol), por lo que sólo se podía entrar en ayunas, descalzos y con una carga en la espalda en señal de humildad,[2]​ según lo indicaba el sumo sacerdote Inca: Willaq Umu.

El frontis era un majestuoso muro proveniente de la más fina cantería, decorado únicamente por una fina lámina de oro puro de tres metros de alto, con un techo de paja fina y delicadamente cortada.

En uno de los bloques de la segunda hilada (Serie horizontal de piedras) se observan tres agujeros que pudieron ser utilizados para evacuar las aguas de las lluvias del patio interior, o como salida de la chicha que se ofrecía como ofrenda. Según los experimentos de Augusto León Barandiarán, si se golpea dentro de los agujeros se pueden escuchar las notas musicales "re", "la" y "sol".

No se tiene claro exactamente en qué año se haya iniciado la construcción de la obra, pero se especula que estaba desde el período de los Ayamarcas.

En el año 1438, al asumir el poder el noveno Inca, Pachacuteq, sufre una remodelación incluyendo la ciudad entera, para luego pasar a llamarse Qorikancha (que es el nombre actual).

En ese sentido, los investigadores no llegan a un consenso, debido a que Brian Bauer señala a través de una cita, que aproximadamente pudo haberse terminado en el gobierno de Túpac Yupanqui[3]​ (Cusco, Chinchero 1441-1493). Aunque investigadores como John Rowe, afirma que finalizó en la época del gobierno de Pachacuteq.

Según la concepción Inca, el Qorikancha fue el centro religioso, geográfico y político del Cusco, tanto así, que cronistas como Garcilaso de Vega y Cieza de León, lo describen como el templo “laminado en oro”: Sus pisos y paredes, incluyendo el jardín, tenían animales y plantas a tamaño real, también de oro.

Menciona Brian S. Bauer que la ciudad del Cusco era un centro sagrado para los Incas y, como tal, los templos que en ella se levantaron, debieron responder a ese concepto.

El templo poseía muchas divinidades al interior, pero en diferentes nichos, y como principal, el Dios del Sol (Inti), representado por una figura masculina llamado Punchaocanchiq, en tamaño real hecho de oro, y en otros como la diosa Luna (Mama Quilla) representada por una figura femenina hecha en plata. Además en el patio central se encontraban vicuñas, aves, árboles, plantas como el maíz, etc. todo en tamaño real hecho de oro y plata.

Los cronistas mencionan que toda esta riqueza se trasladó a Cajamarca en centenares de llamas para el rescate del Inca Atahualpa.

En 1533, el templo fue saqueado casi por completo, despojado de los metales preciosos que lo decoraban y en la repartición del Cusco, el templo fue asignado a Francisco Pizarro. Antes de la invasión, los Dominicos construyeron en 1534 el templo de Santo Domingo encima de las cimientes del Qorikancha.

Esta obra Inca en la cual quedan pocos cimientos ha sufrido tres terremotos (1650, 1749 y 1950), sin mayor daño, a diferencia del templo español. Después del suceso de 1950, en 1956, se inició la reconstrucción del templo de Santo Domingo (bajo la supervisión de la UNESCO) con algunas modificaciones, dando preferencia en exponer los muros Incas, formando así una cubierta en la mayoría de las partes de los muros de Qorikancha.[4]

Las piedras que componen el templo tienen un leve almohadillado en los lados, que expresan la sobria estética de la construcción en el Imperio inca. Antiguamente no existía el atrio triangular que sirve de entrada al templo colonial y el muro giraba en ángulo recto hacia la calle Ahuacpinta (Awaq Pinta), la cual aún conserva un tramo del muro original de casi sesenta metros de largo. En el lado opuesto a esta calle, el muro se hace curvo al girar más de 90 grados, y continúa con una curva suave que fue cortada durante la construcción del templo. El muro del Qorikancha coronaba un sistema de andenes que bajaban hasta el río.

La piedra calcita y andesita son utilizados para la elaboración de muros totalmente lisos y unidos con precisión quirúrgica, sin argamasa, esto en los muros exteriores e interiores, pero con almohadillado en los interiores como el Templo dedicado a la luna y las Pléyades.

El templo, los materiales y la técnica que son muy parecidas al de Sacsaywamán o Machu Picchu, a excepción de que aquí no se presenta el estilo Megalítico, sino más al estilo imperial con aparejo regular en paralelepípedos; el elemento predominante es la piedra andesita, también hay granito granulado y calcita, talladas con piedra de río que tienen compuestos de cuarzo y son pulidas con diversos engranajes.

El refinamiento en la piedra es de estilo imperial y simétrico, casi estandarizado en cada uno de los sillares; como su nombre señala, inicialmente fue una cancha el principal tipo de construcción Inca para los principales recintos.



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