Una cornisa, palabra proveniente del Latín coronis, es la parte superior y más saliente de la fachada de una edificación. Tiene como función principal evitar que el agua de lluvia incida directamente sobre el muro o se deslice por el mismo, además de rematar la fachada del edificio.
En la arquitectura clásica forma parte del entablamento, y está compuesta de varias molduras; se distinguen dos tipos: de cincha (rodea el edificio marcando la división entre las plantas), y denticulada (decorada por dentículos o sustentada por modillones). Cuando remata el frontón del templo clásico, consta de un geison y molduras curvas, llamadas también cimacio.
La cornisa, además de sus funciones prácticas, históricamente ha representado una pieza clave como decoración arquitectónica. En la construcción moderna, la cornisa se realiza utilizando los nuevos métodos que ofrecen los modernos materiales mediante moldes de poliestireno expandido que son colocados como parte de los encofrados para verter hormigón en el conjunto.
Proyección de la cornisa de una casa de madera pintada al estilo italiano.
Cornisa con la función de patrón de la hoja, en Nishapur, siglo X, (Museo Metropolitano de Arte).
Cornisa romana de orden jónico, del palacio imperial en el monte Palatino, en Roma.
Cornisa de la Maison Carrée, Nîmes.
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