El crecimiento inteligente es una teoría de planificación urbana y de transporte desarrollada desde los años 1990, que propone concentrar el crecimiento en centros compactos y caminables para evitar la dispersión. Así mismo incentiva usos de suelo de alta densidad, con transporte público y vías adecuadas para los ciclistas, incluyendo escuelas vecinales, calles completas y desarrollo de usos mixtos con variedad de oportunidades de vivienda. Se encuentra íntimamente ligado a los conceptos de Compact City e intensificación urbana.
El crecimiento inteligente valora aspectos de sostenibilidad regionales y de largo plazo, por encima de los enfoques cortoplacistas. Dentro de sus metas está el lograr en el nuevo ámbito urbano un sentido de comunidad y de lugar en sus habitantes, y la expansión del rango de oportunidades de transporte, trabajo y vivienda, distribuyendo equitativamente el costo de los beneficios del desarrollo, preservando y procurando los recursos naturales y culturales, mientras que se promueve la salud pública.
El concepto de «crecimiento inteligente» ha surgido en los últimos 10-20 años, impulsado por los nuevos «guardianes» (new guard): planificadores urbanos, arquitectos, desarrolladores, visionarios innovadores, activistas comunitarios y conservacionistas de lo histórico. El crecimiento inteligente es un término que ya ha sido codificado en las regulaciones federales y estatales en Estados Unidos. Cuenta con varias vertientes, pero los principios básicos son generalmente similares; siendo las variaciones de un mismo concepto con distinto énfasis, incluyendo:
En EE. UU. existe un decálogo recomendado para el crecimiento inteligente
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