Los Cuartetos de Cuerda de Juan Crisóstomo de Arriaga son una colección de tres cuartetos para dos violines, viola y violoncello compuestos en 1823, cuando el compositor solamente tenía dieciséis años de edad. Pueden ser consideradas las obras más destacadas de su producción.
Juan Crisóstomo se trasladó a París en 1821 a estudiar en la École Royale de Musique et Declamation. Allí estudió violín con Pierre Baillot, armonía con François-Joseph Fétis y contrapunto con Luigi Cherubini.
Una de las primera obras que compuso durante su estancia en la ciudad fue un arreglo de sus Variaciones sobre el tema de “La Húngara” para Cuarteto de Cuerda, fechado en 1822. Esta sería su segunda obra para esta tipo de agrupación, después de su Tema Variado en Cuarteto compuesto en Bilbao pocos años antes, en 1820. En este momento, compone también los Tres Cuartetos de Cuerda, dedicados a su padre.
Los Tres Cuartetos serían la única obra que el autor vería publicada en vida por lo que resulta particularmente relevante su seguimiento.
Esta primera edición fue realizada por parte de Casa Pétit, conteniendo las particellas editadas por Juan Crisóstomo aunque sin fechar, y tan sólo los datos del lugar e impresor. Sin embargo, gracias a una referencia de Fétis en su Biographie Universelle des Musiciens (París, 1835-44) sobre el autor, se sabe que aparecieron publicadas en la ciudad en 1824.
Casi medio siglo después, y a raíz de la segunda edición de la biografía de Fétis, ida a parar en torno a 1869 a las manos de Emiliano de Arriaga y Ribero (1844-1919), sobrino-nieto del compositor, éste comenzó a interesarse por la obra de su “tío” y a intentar recuperarla y revivirla tanto en círculos de amigos y familiares como en su Bilbao natal. Esto acabaría desencadenando la segunda publicación de las particellas de los Tres Cuartetos.
No sería hasta otro más de medio siglo después en que José de Arriaga en 1956, en el 150 aniversario del nacimiento de su pariente cedió, entre otro mucho material, los cuartetos de Juan Crisóstomo al Ayuntamiento de Bilbao para facilitar su difusión. Entre todo el material figuran autógrafos de los cuartetos del año 1824, una primera edición de su primera publicación, las particellas editadas por el compositor, así como una copia manuscrita de la partitura hallada por Eduardo de Azpeitia en Bilbao, en 1884. Todo el material se conservó en el Museo Arriaga de Bilbao hasta su desaparición en 1983 tras las inundaciones de la ciudad de aquel año. Actualmente se desconoce el paradero de los documentos.
El hecho de que nunca se hubiera publicado ninguna partitura conjunta de los Tres Cuartetos ha dificultado enormemente su estudio y difusión. Sin embargo en la actualidad existen diferentes estudios musicológicos sobre los cuartetos hechos por M. W. Edson (1980),
S. K. Hoke (1983), J. A. Gómez (1995) y B. Sirera (2004). La edición de París de 1824 de las particellas de los Tres Cuartetos dedicados a su padre, sin duda fueron supervisadas y en diferentes casos hicieron que el compositor cambiara de intención en algunos puntos de la partitura. Testigo de ellos son por ejemplo dobles barras sin ninguna función aparente, pero que obviamente estaban destinadas en su momento a ser de repetición, así como algunos puntillos o ritmos que no quedan claros. Estas y otras erratas han sido reflejadas en las diferentes ediciones realizadas de los cuartetos, dejando a criterio del intérprete el adoptar una u otra lectura.
También, por último, en un ejemplar de los cuartetos que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia puede leerse la dedicatoria a Cherubini de puño y letra de Juan Crisóstomo, que dice así:
“Offert par l’auteur à Monsieur Cherubini comme un témoignage de son respectueux attachement.”
“Dedicado al compositor Sr. Cherubini en testigo de respetuoso apego.”
Los cuartetos de Arriaga han sido definidos como brillantes e idiomáticos. Nos podemos hacer una idea de la valoración general de los cuartetos a través de la referencia biográfica sobre el autor en la Biographie Universelle des Musiciens de su profesor Fétis:
“Il est impossible d’imaginer rien de plus original, de plus élégant, de plus purement écrit que ces quatuors, qui ne sont pas assez connus. Chaque fois qu’ils étaient exécutés par leur jeune auteur, ils excitaient l’admiration de ceux qui les entendaient.”
"Es imposible imaginar algo más original, más elegante, más puramente escrito que estos cuartetos, que no son suficientemente conocidos. Cada vez que eran ejecutados por su joven autor, excitaba la admiración de los oyentes.”
Lo cierto es que Arriaga compuso los cuartetos a una edad, dieciséis años, a la que ninguno de los grandes compositores había compuesto ninguna forma semejante, ni siquiera indiscutibles genios como Beethoven. De hecho, la obra ha sido relacionada a menudo con autores de esta talla. En declaraciones de Rosen “[…] es […] posible escuchar pasajes en la Obra de Arriaga similares a Haydn, Mozart, Beethoven y Rossini, aunque él a veces no consiga alcanzar la complejidad de las obras más maduras de estos autores.”
En los cuartetos se pueden advertir, de la misma forma que en sus precursores Scarlatti, Soler o Boccherini, claros elementos rítmico-melódicos étnicos de música española, y vasca, entre otros algunas reminiscencias de bolero y temas populares quizá vascos. Esto se puede apreciar en especial en el Primer Cuarteto, quizá el más conocido con acompañamientos posiblemente inspirados en la guitarra española. Más concretamente, este carácter se puede ver en el agitado finale en 6/8 del Primer Cuarteto en Re menor o en el meditativo segundo movimiento lento del Segundo Cuarteto en La Mayor. Este último consiste en una impresionante colección de variaciones en Re Mayor inspiradas en los movimientos en variación en Re Mayor también de los K. 464 de Mozart o op.18 n.º 5 de Beethoven.
El estilo de los cuartetos se puede situar entre el Clasicismo tardío y el Romanticismo temprano, pudiendo compararlo a partes iguales con la obra tardía de Mozart así como con el proto-Romanticismo del joven Beethoven.
Otras agrupaciones o entidades que han grabado los cuartetos son Voces (1988), Chilingirian (1989), Sine Nomine (1995), Rasoumouvsky (1996), New Vlach Quartet (1996), Guarnieri (1996), Arriaga (2000), Camerata Boccherini (2003), Ginebra [n°3] (1986), Clásico de RNE [n°2] (1991), Arriaga Banco de España [n°1] (1997) y Clásico de RNE [n.º 2 y n.º 3] (2004).
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