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Cuartos de maravillas



Los cuartos de maravillas, también llamados gabinetes de curiosidades,[1]​ eran piezas, o a veces simples muebles, de una residencia en los que los nobles y burgueses europeos de los siglos XVI, XVII y XVIII coleccionaban y exponían objetos exóticos llegados de todos los rincones del mundo conocido. Fueron verdaderas enciclopedias en exposición por los objetos que contenían y los antecesores directos de los museos modernos, en particular de los museos de historia natural. Una de sus funciones era hacer descubrir el mundo, incluido el distante (en el tiempo y el espacio), para comprenderlo mejor, o confirmar creencias populares de la época (no era raro encontrar viales con «sangre de dragón» o restos de animales míticos, cuernos de unicornio, corderos tártaros, mitad animal, mitad vegetal, o raíces de Baara).[2]​ La publicación de sus inventarios en forma de catálogos, generalmente ilustrados, permitió difundir los contenidos a los científicos europeos,[3]​ siendo de gran importancia en el desarrollo de la ciencia moderna, en el estudio temprano de lo que serían luego disciplinas de la biología o geología al crear colecciones de fácil acceso de fósiles, conchas e insectos.

Los cuartos de maravillas aparecieron durante el Renacimiento y a lo largo de los siglos XVI y XVII sus colecciones se enriquecieron gracias a los grandes descubrimientos geográficos —como la colección de objetos de Pedro el Grande, zar de Rusia de 1682 a 1721— y en otros casos se atesoraban cuadros y pinturas —como las colecciones del archiduque Leopoldo Guillermo—, pudiendo ser considerados precursores de los actuales museos de arte. Desaparecieron en los siglos XVIII y XIX y los objetos considerados más interesantes fueron reubicados en los museos de historia natural y museos de arte que se comenzaban a crear.

En ellos se exponían «cosas raras, nuevas y singulares» —para usar la definición de Littré de 1841—, una mezcla heterogénea que incluía cuatro grandes categorías, denominadas por sus nombres en latín:

Fueron grandes cuartos de maravillas, en el castillo de Praga, el del emperador Rodolfo II de Habsburgo, que reunió uno de los más ricos y famosos, con obras de los mejores artistas, que se puede ver hoy en el Kunstkammer del Museo de Historia del Arte de Viena; la Cámara de Arte y Curiosidades del castillo de Ambras (Innsbruck, Austria), construida por el archiduque Fernando II de Austria en 1572-1583; el cuarto de maravillas del Collegio Romano, iniciado por el jesuita Athanasius Kircher, que fue famoso en toda Europa; la Kunstkammer de Ole Worm, creada en 1654 en Copenhague; el gabinete de curiosidades de Elias Ashmole, que donó a la Universidad de Oxford en 1677 y fue el origen del museo Ashmolean; y la "Kunstkamera", un colosal museo de curiosidades naturales creado por el zar Pedro el Grande en San Petersburgo entre 1719 y 1727.

Los cuartos de maravillas fueron conocidos como cabinets de curiosités en Francia, como Wunderkammern en Alemania o Austria, como Cabinets of curiosities o wonder chambers en Inglaterra, y Kunstkammer en Dinamarca.

Los gabinetes de curiosidades marcaron una etapa hacia una comprensión más científica del mundo. Aparecidos en el Renacimiento en Europa (studiolo en italiano, Wunderkammer en alemán), sus colecciones, a menudo abiertas a los visitantes, formaron posteriormente el núcleo de museos, museos de historia natural y jardines botánicos que gradualmente los reemplazaron. Así, el Ashmolean Museum de Oxford abrió sus puertas en 1683, presentando las colecciones de los gabinetes de los Tradescants, padre e hijo, y las de Elias Ashmole. Este estableció claramente el vínculo entre colecciones de especímenes y conocimiento científico:

Asimismo, en Londres, la Royal Society (que había sido fundada en 1660) había comenzado a acumular una colección comprando el gabinete de «rarezas naturales» de Robert Hubert. Fue en 1669 cuando tomó la decisión de completar sus colecciones de una manera más sistemática comenzando a montar un exhaustivo herbario de las islas Británicas. Al comienzo del siglo XVIII, el príncipe elector de Sajonia Federico Augusto I, llamado Augusto el Fuerte, transformó las salas de su tesoro, la Grünes Gewölbe [Bóveda Verde], en un museo público. Finalmente, si bien el jardín botánico de Pisa ya existía desde 1544, fue imitado a finales de siglo y luego a principios del siguiente, en Montpellier (1593), Estrasburgo (1619) y después París (1635).

Los gabinetes de curiosidades que aparecieron en el siglo XVI evolucionaron hasta convertirse en el siglo XVIII en «gabinetes de historia natural»; estos últimos se consideran los antepasados de los museos de historia natural modernos.[4]​ El gabinete de curiosidades presentaba de forma desordenada partes de los reinos animal, vegetal y mineral; el objetivo era mostrar la diversidad del mundo. En el gabinete de historia natural, en cambio, las colecciones están estructuradas y siguen una clasificación científica; también se especializaban; así, por ejemplo, aparecen colecciones de fósiles, de las cuales se excluyen ejemplares de especies del período histórico.[4]​ Este desarrollo está relacionado con el progreso de la ciencia. Las nociones de género y especie fueron establecidas mejor por Carl von Linné, y la historia de la Tierra y de los fósiles fue objeto de intentos de explicación racionales.[4]

Con el tiempo, en particular a lo largo de los siglos XVIII y XIX, todos los verdaderos gabinetes de curiosidades fueron siendo desmantelados o reconvertidos en museos. Por ejemplo, el Real Gabinete de Historia Natural, en Madrid, dejó de existir en tanto que tal al ser convertido en 1818 en el Real Museo de Ciencias Naturales, el actual Museo Nacional de Ciencias Naturales. Sin embargo, se conservan en la actualidad en París cinco estanterías murales completas que habían sido una parte integrante del gabinete de curiosidades del financiero y coleccionista francés Joseph Bonnier de la Mosson (1702-1744). Las cinco vitrinas formaban parte del segundo gabinete de los nueve gabinetes temáticos que estaban repartidos entre siete habitaciones contiguas que constituían el gabinete en la residencia parisina de Bonnier de la Mosson, entre el número 58 de la rue Saint-Dominique y el 244 del boulevard Saint-Germain (residencia demolida en 1861).[5]​ Al morir Bonnier de la Mosson en 1744, sus herederos subastaron todas las vitrinas en 1745, que se dispersaron entre diferentes compradores. Uno de los compradores fue Georges-Louis Leclerc de Buffon, el intendente del rey de Francia en el Real Jardín de las Plantas Medicinales (el actual Museo Nacional de Historia Natural de Francia). Buffon obtuvo las cinco vitrinas de una de las habitaciones, las estanterías destinadas a exhibir los insectos y los animales disecados. Estas cinco estanterías murales dotadas de vitrinas se encuentran todavía en posesión del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, en París, quien las conserva en las salas públicas de lectura de su biblioteca central. El Museo las expone gratuitamente al público, a condición de respetar el silencio que como es normal se exige en toda sala de lectura.

Alguno de los principales gabinetes de curiosidades son los siguientes:

Edmond Bonnaffé (1825-1903) señaló que: «De hecho, junto con los grandes señores de París y de las principales ciudades, adoradores exclusivos del gran arte, se formó un ejército de hombres modestos y clarividentes que recogieron, poco a poco, las migajas de la curiosidad. Eran médicos, canónigos y boticarios.»[12]​ Sin abandonar ningún proyecto para deslumbrar al público con el esplendor de las obras de arte presentadas o asombrarlo con la presentación de objetos insólitos, incluso monstruosos, los propietarios de medios más modestos a menudo establecían gabinetes de historia natural que tenían influencia científica, en parte gracias la publicación de sus catálogos ilustrados.

Entre los gabinetes que contienen «miettes de curiosités» (migajas de curiosidades), se pueden mencionar:

Presentación del gabinete de arte de Pomerania (ca. 1617)

Gabinete de un particular (1625), de Frans II Francken, Museo de Historia del Arte de Viena

Una esquina de un gabinete, pintado por Frans II Francken (1636), revela el rango de conocimiento que un virtuoso de la época barroca podía mostrar

Le Cabinet de curiosités (1690), obra de Domenico Remps, Florencia

Gabinete de curiosidades de la época barroca italiana (ca. 1635)

Un Schrank alemán de principios del siglo XVIII con una muestra tradicional de corales (Naturkundenmuseum, Berlin)]]



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