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Cucurbita maxima subsp. andreana



En Argentina, se llama zapallito amargo o zapallo amargo, o cháncara en el centro del país (nombre científico Cucurbita maxima subsp. andreana = Cucurbita andreana si es en el rango de especie) a las poblaciones silvestres de la especie Cucurbita maxima, de las que derivan las diferentes variedades domesticadas de zapallos y zapallitos pertenecientes a la misma especie y agrupadas en Cucurbita maxima subsp. maxima. En su forma no hibridada con las variedades cultivadas, su fruto es una calabacita liviana de exocarpio endurecido y mesocarpio reabsorbido, seco y fibroso, en el que se encuentran las semillas. Es la única calabacita silvestre presente en Argentina y Uruguay.

Distribuida en Argentina central hasta Uruguay, y quizás en un rango algo más amplio, la importancia económica que tradicionalmente se le adjudica radica en que poliniza cultivos de Cucurbita maxima y de esa forma puede reintroducir el gen del sabor amargo y tóxico en ellos, problema más aparente en las variedades cultivadas de tipo "zapallito" (Cucurbita maxima var. zapallito). Invasora de tierras aradas en los cultivos, es considerada maleza en Argentina, y parece haber evidencias de que algunas poblaciones silvestres son híbridos con poblaciones cultivadas.

Es la más austral de las poblaciones silvestres de Cucurbita.

Presente en las regiones templadas de latitudes bajas (de clima estacional con veranos cálidos e inviernos fríos) de Argentina y Uruguay, según las ocurrencias registradas en la literatura, quizás el rango se extienda más allá de esa ecozona.[nota 8]

En Argentina, presente con mayor o menor representación al menos en las provincias: Buenos Aires,[nota 5][nota 6][nota 9][nota 10]​ Entre Ríos,[nota 5][nota 6][nota 10]​ Santa Fe,[nota 5][nota 6][nota 10]​ Córdoba,[nota 5][nota 6][nota 10][nota 11]​ La Pampa[nota 12]​,[cita 3]​ San Luis[nota 5][nota 6][nota 10][nota 13][nota 14][nota 11]​, Santiago del Estero[nota 10]​, La Rioja[nota 6]​, Mendoza[nota 5]​. Según Parodi (1934[22]​ citado en Contardi 1939[21]​) su distribución se corresponde con la "pradera pampeana" y medio y sur del "parque mesopotámico", Contardi hace notar que también se encuentra fuera de ellas,[cita 5]​ Burkart la encuentra en el Delta en una zona que correspondería a la "Provincia del Espinal" de Cabrera[nota 9]​.

Con respecto al hábitat, crece en "suelos modificados: terraplenes, maizales, antiguas taperas, viejos corrales, vizcacheras, etc." (Parodi 1935[cita 6]​ ver también Contardi 1939[21][cita 5]​).

La monografía taxonómica que incluye la revisión más reciente de este taxón probablemente sea Lira Saade (1995[8]​), en español.

Como toda Cucurbita maxima (pero no todo el género), esta planta es anual, germina en primavera y durante todo el verano da flores tanto masculinas como femeninas en la misma planta (es monoica), que son polinizadas por insectos específicos e inespecíficos, al llegar al otoño deja sus frutos maduros de tipo calabaza y muere al llegar las primeras heladas, no tiene órganos reservantes como adulta y sobrevive el invierno exclusivamente como semilla. Es planta guiadora, trepadora, enredadera por zarcillos, rastrera en todos los nudos (es decir que enraiza en todos los nudos que tengan contacto con la tierra), y de tamaño muy variable. En lo herbáceo son similares a las variedades cultivadas de C. maxima (Millán 1945[1]​), sus hojas son orbiculares, reniformes o trilobadas (Pozner 1998[29]​ citado en Ashworth y Galetto 1999[18]​), sus zarcillos se dividen en 3 a 6 ramas (son 3-6 fidos, Ashworth 1997[20]​ citado en Ashworth y Galetto 1999[18]​). Martínez Crovetto en Burkart (1974,[30]​ citado en Ashworth 1997[20]​) la describía de zarcillos trífidos y hojas trilobadas. Hay formas de hojas verdes y formas de hojas marmoreadas.[cita 7]

Hábito del zapallito amargo a mitad de temporada. Foto de F. López Anido.

Zarcillos en los nudos de Cucurbita maxima, en este caso en una variedad cultivada.

Cucurbita maxima: Hoja reniforme.

Cucurbita maxima: Hoja orbicular.

Cucurbita maxima: Hoja trilobada. Foto de F. López Anido.

Cucurbita maxima subsp. andreana: hoja marmoreada (mottled leaf). Foto de F. López Anido.

Las flores también similares a C. maxima cultivada (Millán 1945[1]​), se disponen como es patrón en las cucurbitas rastreras [nota 15]​, en una misma mañana las flores masculinas de pedicelo largo se encuentran en nudos más cercanos al origen, y las femeninas de pedicelo más corto y rígido se presentan en menor cantidad y más alejadas del origen, a medida que pasan los días, maduran flores cada vez más alejadas del origen; en los nudos donde ya ha habido flores pueden madurar inflorescencias masculinas nuevamente. Ashworth y Galetto (1999[18]​) describen minuciosamente los caracteres de flores masculinas y femeninas, del polen y los nectarios florales de la población de Tilisarao (Chacabuco, San Luis).

Son principalmente diferenciables de la subespecie cultivada en algunos caracteres del fruto, tomados en conjunto (Millán 1945[1]​): "Pedúnculos. "Cucurbita andreana: Pedúnculos más o menos herbáceos o fibrosos, generalmente caducos. Cucurbita maxima: Pedúnculos corchosos y persistentes. Frutos maduros. "Cucurbita andreana: Mesocarpio reducido a fibras, secos y livianos, que se conservan indefinidamente. Cucurbita maxima: Mesocarpio jugoso, pesados y que terminan pudriéndose después de un limitado período de conservación. Toxicidad. "Cucurbita andreana: frutos amargos. Cucurbita maxima: Frutos dulces".

Millán (1945[cita 8]​) y en correspondencia con autores como Parodi y Contardi describe frutos silvestres relativamente uniformes, salvo en las poblaciones híbridas. Pero en la literatura consultada pueden describirse muy diversos en tamaño, forma y color.[cita 9]

Las semillas son grises de claro a algo oscuro, de superficie lisa y brillante y la longitud varía de 6 mm hasta 10 mm o 16 mm.[cita 8]​ La semilla pesa solo 0,02 g[36]​ (en las variedades cultivadas pesa 0,25 g),[36]​ y posee casi un 40% de lípidos que fueron identificados.[37]​ Con respecto a las variedades cultivadas, la semilla almacena 3 veces más calcio por gramo,[36][38]​ el resto de los minerales en semillas y polen (fósforo, potasio, magnesio) sin diferencias significativas,[39][40]​ siendo el almacenaje muy independiente de la concentración de potasio;[41][39]​ la planta que se desarrolla también acumula al menos inicialmente más calcio, menos hierro, zinc y magnesio, y la misma cantidad de fósforo y potasio, que las variedades cultivadas.[40]

El tamaño de fruto y semilla parecen estar correlacionados (Lema 2011[33]​ citando a Piperno et al. 2000,[42]​ y a Smith 1997,[43]​ el último solo en Cucurbita pepo).

Las flores aparecen entre diciembre y abril, tienen una vida de 9 horas, y son polinizadas por polinizadores inespecíficos[cita 10]​, principalmente abejas en ambientes silvestres y escarabajos en el interior de campos sembrados con soja o maíz.[35][cita 11]​ Como es patrón en Cucurbita rastreras, las flores masculinas son producidas en más cantidad, concentradas en los nudos cercanos al origen, su largo pedicelo facilita su exposición a los polinizadores, y además de néctar ofrecen polen como recompensa de la polinización.[nota 16]​, mientras que las flores femeninas, de pedicelo más corto y rígido, se encuentran en menor cantidad y más cercanas a los extremos de las guías.[nota 16]​ Las flores femeninas producen el triple néctar que las masculinas, en igual composición y concentración, que como en las masculinas es tomado prácticamente en su totalidad por los polinizadores, aparentemente la mayor producción de néctar aumenta el número de visitas.[19]​ La composición del néctar fue estudiada en Ashworth (1997[20]​). Néctar y polen son aprovechados casi en su totalidad y la polinización es eficiente. No hay diferencias significativas entre los productos de la autopolinización, la polinización cruzada y la libre al menos en la producción de frutos y semillas.[20]

El fruto recién madurado posee cáscara dura y pulpa tierna, pero las cucurbitacinas la proveen de un sabor amargo y tóxico no digerible por ningún animal viviente en la región del tamaño necesario para quebrar la cáscara y consumir su pulpa.[45]​ No se han encontrado agentes primarios de dispersión, aquellos para quienes estaba adaptado el fruto, se creen extintos al menos en la última glaciación.[45]​ Hoy en día los frutos de las cucurbitas silvestres como el zapallito amargo al madurar se mantienen en su sitio hasta que con el tiempo eventualmente la cáscara se rompe y las semillas germinan en el mismo lugar en que se formó el fruto,[45]​ una pequeña proporción de ellos probablemente esté siendo dispersada por roedores que se alimentan de sus semillas (principalmente vizcachas, uno de los nombres que recogió Millán es "zapallo de vizcachera"),[45]​ en una forma de dispersión cuya eficiencia aún no fue estudiada; y también por la actividad agrícola humana[cita 4]​; además de la que se presume que podría haber por corrientes de agua al ser el fruto flotante.[45]

Un porcentaje importante de las plantas presenta nectarios extraflorales solo visibles al microscopio en la parte abaxial de las hojas, en forma de protuberancias que en cambio aparecen en el 100% de las variedades domesticadas de la especie (López Anido y Vesprini 2007[14]​ en respuesta a Hunziker y Subils 1975[11]​). No está clara su función ya que no se observan insectos visitándolos, las plantas no ven afectada su funcionalidad ni por poseerlos ni por no poseerlos, y pueden ser un relicto de algún plan corporal antiguo o pueden haberse fijado por casualidad (López Anido y Vesprini 2007[14]​).

Algunas de las cucurbitacinas, responsables de darle el sabor amargo a los frutos de estas poblaciones, han sido identificadas por espectroscopía de masas y por espectroscopía NMR,[46]​ la primera fue colocintina en 1936.[cita 12]​. Las cucurbitacinas (que se producen en al menos algunos tejidos de todas las cucurbitáceas[cita 13]​) matan o repelen la mayoría de los herbívoros vertebrados e invertebrados[cita 14]​ incluidos insectos.[cita 15]​ Una excepción son algunas especies de los escarabajos crisomélidos Diabroticina y Aulacophorina[cita 16][cita 17]​ (en Argentina presente Diabrotica speciosa, Contardi 1939[21]​), que pueden localizarlas desde largas distancias[cita 18][cita 19]​ y las secuestran para su propia defensa.[cita 20][cita 21][cita 22]

Con respecto a los herbívoros, la "vaquita" Diabrotica speciosa fue observada consumiendo frutos y semillas, y la mariposa Eudioptis hyalinata fue observada depositando sus huevos en partes tiernas aéreas que luego son devoradas por las larvas. Este comportamiento de esta mariposa fue observado también en otras cucurbitáceas, en ésta en particular, las partes más comidas fueron las flores, disminuyendo así la producción de frutos.[cita 11]

Hay variantes, poblaciones de morfología diferente de la descripta arriba, que se cree que provienen de híbridos con las variedades cultivadas, como la población de Jesús María (Córdoba, Argentina) publicada en 1945 (Millán 1945[1]​) y que ya había sido comentada en 1939 (Contardi 1939[21]​), que posee frutos lobulados, algunos con "corona" (cuando el perianto se ubica alejado del ápice, al caer deja un anillo corchoso que delimita al botón o corona, el cual a veces protruye), la cáscara no tan dura, el mesocarpio jugoso a la madurez y el fruto pesado, las semillas más grandes (10 a 16 mm) de color blanco o castaño (Millán 1945[cita 8]​), y con solo un 50% de alelos del gen del sabor amargo Am (Contardi 1939[cita 23]​), caracteres intermedios con los del "zapallito del tronco" argentino y muy probablemente híbrido con él[cita 23][cita 24]​. También se han encontrado poblaciones que espontáneamente habían perdido el sabor amargo y eran comestibles, la población de Pergamino, provincia de Buenos Aires, publicada en 1968, poseía un sabor "que corresponde entre el del pepino y un zapallito de tronco desabrido".[54]

Según lo describe Raffo (1997[16]​), quizás describiendo una población local: "Los tallos son ramificados de varios metros de largo, con más de 20 nudos en los cuales nacen las hojas. Las hojas tienen los bordes dentados y aserrados, con superficies ásperas y pelos rígidos sobre las nervaduras. Las flores masculinas, entre 14 y 15, aparecen en los primeros nudos, después de este tramo de floración, que ocurre más o menos en un metro, desarrollan las primeras flores femeninas que son cortas y gruesas. Los frutos son pequeños de forma oblonga de 5-7 cm. de diámetro por 9-11 de largo de color verde oscuro, con franjas longitudinales amarillentas, con semillas numerosas, blancas y envueltas en la pulpa carnosa."

Los fitolitos de la corteza, que por su resistencia al decaimiento son importantes en el diagnóstico de Cucurbita en sitios arqueológicos (Bozart 1987,[55]​ Piperno et al. 2000,[42]​ citados en Piperno et al. 2002[56]​); presentes en la corteza de C. andreana son diagnósticos (la distinguen del resto del género y de C. maxima cultivada) y fueron analizados por Piperno et al. (2002[56]​). También se encuentra en la literatura que fue descripta la micromorfología de la semilla de ésta y otras cucurbitas por Lema et al. (2008[57]​) y la micromorfología y la anatomía del fruto (es decir la morfología y la estructura de las diferentes capas de células, vistas al microscopio), por Lema (2011[33]​).

En las últimas décadas se están empezando a integrar datos moleculares de ADN y de isozimas a la descripción del taxón (Wilson et al. 1992[58]​ para el ADN cloroplastídico, Sanjur et al. 2002[13]​ para hibridación de ácidos nucleicos, para isozimas, y para datos mitocondriales, Esteras et al. 2009[15]​ para AFLPs, ver también Bertolio et al. 2010[59]​).

En lo que respecta a los genes estudiados, el sabor amargo dado por las cucurbitacinas parece estar regido por un solo factor simple, el gen Am (por amargo), dominante, normalmente presente en homocigosis (Contardi 1939[cita 25]​), esperablemente el mismo que en inglés llamaron Bimax* (o Bi, por bitter) presente en Cucurbita maxima y Cucurbita ecuadorensis[cita 26]​ El único otro gen informado hasta el 2009 fue el de fruto "bicolor" ("pigmentación amarilla precoz") al que llamaron Bmax[cita 27]​. Otros genes como Bu (bush habit, hábito arbustivo) bl (blue, fruto color azul), D (dark, tallo -al menos pedúnculo- oscuro), Fr (fruit fly, resistencia a la mosca de la fruta Dacus cucurbitae), gl-1* (glabrous, sin tricomas), grl (gray leaf, hoja gris), Hi (Hard rind inhibitor, inhibición de la cáscara dura), l-1 (light fruit coloration-1, color claro del fruto 1), li-2 (light fruit coloration-2, color del fruto claro 2), lo-1 (lobed leaves, hojas lobadas 1), Lo-2 (Lobed leaves-2, hojas lobadas 2), M (Mottled leaves, hojas marmoreadas), ms-1 (male sterile-1, flor masculina estéril 1), ms-3 (male sterile-3, flor masculina estéril 3), Rd (Red, piel roja), s-1 (sterile, flores estériles 1), uml (umbrella-like, hojas como un paraguas semiabierto), v (virescent, hojas jóvenes amarillo-verdosas), wc (white corolla, corola blanca), wyc (white-yellow corolla, corola blanco-amarillenta), yg (yellow-green, hojas y tallo amarillo-verdosos), y algunas variantes de isozimas, solo fueron confirmadas en las variedades cultivadas de la especie (review en París y Kabelka 2009[60]​). Las hojas marmoreadas fueron confirmadas visualmente por Parodi (1935[cita 7]​) y F. López Anido (2011[65]​).

Las poblaciones silvestres, agrupadas en esta subespecie, son completamente interfértiles con las cultivadas agrupadas en la subespecie Cucurbita maxima subsp. maxima[cita 25]​ y separadas de las demás especies cultivadas por barreras reproductivas[cita 28][nota 17][nota 18]​. Algunos taxónomos las listan en el rango de especie (Cucurbita andreana) porque morfológicamente son muy distintivas, y durante el cultivo se eliminan las formas intermedias.[nota 19]

En lo que respecta a la filogenia, las poblaciones silvestres no híbridas se reconocen como similares al ancestro de las poblaciones cultivadas, tanto morfológicamente (Parodi 1935,[27]​ confirmado en la descripción morfológica más detallada de Millán 1945,[1]​ en inglés se suele citar a Nee 1990[70]​), como recientemente por datos moleculares (Sanjur et al. 2002[13]​). Millán (1945[cita 24][cita 30]​) y Contardi (1939[cita 28]​) concuerdan en sus trabajos con Parodi 1935[cita 6]​ quien las ubica como el ancestro de las poblaciones cultivadas en el marco teórico de Zhiteneva (1929-1930[28]​). Hipótesis alternativas menos citadas son que las dos poblaciones pueden descender de un ancestro extinto (Wilson et al. 1992[58]​ citado en Lema 2011[33]​), o incluso que la silvestre puede descender de la cultivada (Whitaker y Bemis 1964,[cita 31]​ Hurd et al. 1971[75]​ citado en Ashworth 1997[20]​). Un último marco teórico es que C. andreana y C. maxima cultivada se estén comportando en conjunto como una unidad biológica (¿una especie biológica?) y que cada subgrupo contenga caracteres primitivos y derivados (una posibilidad de Ashworth 1997[20]​ citando a Kirckpatrick et al. 1988).

Parece haber evidencias de que al terminar la última era del hielo o glaciación (a finales del Pleistoceno) se extinguieron algunas de las últimas especies de la megafauna americana, anterior a eso hubo una gran extinción durante el Gran Intercambio Americano al unirse los continentes de Norteamérica y Sudamérica, a esta megafauna pertenecía el gremio que aparentemente tenía la capacidad de partir la cáscara y digerir la pulpa para otros animales tóxica del fruto de Cucurbita andreana, y de las demás Cucurbita, hoy en día no hay ningún dispersor viviente primario -para el que se había adaptado su pulpa-.[45]​ Las calabacitas de Cucurbita, como las calabazas en general, son grandes en relación a otros frutos silvestres (se considera que el fruto es grande a partir de los 5 cm de diámetro, muy grande a partir de los 10 cm).[45]​ Las semillas se han quedado sin su agente de dispersión primario, el caballo reintroducido en América por los españoles puede partir su cáscara pero no consume su pulpa.[45]​ Las especies que han perdido sus dispersores se dispersan por gravedad y corrientes de agua, cuando es así se espera que su rango geográfico sea cada vez más localizado en zonas bajas e inundables[45]​. De hecho según Lira Saade (1995), las especies de Cucurbita silvestres poseen rangos geográficos relativamente pequeños, solo unas pocas poseen rangos algo más amplios como Cucurbita foetidissima en Estados Unidos al centro de México y Cucurbita argyrosperma subsp. sororia en México a Centroamérica.[cita 32]​ Son dispersores secundarios de Cucurbita andreana los roedores (en las pampas argentinas especialmente la vizcacha) que la transportan a su madriguera para consumir sus semillas, y también la actividad agrícola humana, en una forma de dispersión cuya eficiencia aún no fue estudiada.[45]​ La pulpa que parece haber existido en las Cucurbita silvestres parece estar seleccionándose negativamente.

Las campañas recientes publicadas en la web firmadas por TC Andres y otros colaboradores sugirieron su presencia en el este de Perú[7]​ y Bolivia,[9]​ lo que indicaría que estas poblaciones tienen o tuvieron una distribución mucho más amplia de la que hasta poco se creía.[7][9]​ Vavilov (1935,[76]​ citado en Millán 1945[1]​), aplicando el principio de que el centro de origen de una especie coincide con el centro de concentración de sus variaciones y la presencia del mayor número de caracteres endémicos, estableció que la variedad cultivada de C. maxima se formó en Perú y Bolivia, si bien según Millán (1945[1]​) no se había estudiado suficientemente la variabilidad de las razas criollas de Argentina, Chile, Paraguay y Brasil, y que aun cuando fuera cierto, las montañas de Perú y Bolivia podían ser un centro secundario de variabilidad, como ya se había comprobado la presencia de centros secundarios en Asia y África.[cita 33]​ Sanjur et al. (2002[13]​) comenta que hay muestras de C. andreana que describió Nee en las tierras bajas de Bolivia, por lo que el rango de domesticación puede haberse extendido hasta esa región, si bien Nee (1990[70]​) no incluye ese rango. Esteras et al. (2009[15]​) midieron variabilidad de AFLPs y efectivamente encontraron, tal como Millán hipotetizaba en 1945, que las poblaciones cultivadas de Cucurbita maxima poseían la variabilidad más alta en Argentina, como también en Argentina había algunos genotipos intermedios entre la subsp. maxima colectada en Bolivia, Ecuador, Paraguay, Perú y Argentina, y la subsp. andreana; además de una clara separación entre las dos subespecies, lo que según los autores apoyaría la hipótesis de un origen argentino y único de la subespecie cultivada.[cita 34]

Los frutos amargos que ocasionalmente se venden como variedad cultivada y se cree provienen por hibridaciones con el zapallito amargo, se describen así por la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica): "Además de su sabor amargo, son pequeños, redondos y de cáscara dura. Al cortarlos, presentan una gran cantidad de semillas y muy escasa pulpa. Su cocción no elimina el riesgo de gastroenteritis debido a su efecto irritativo".[79]​ El problema se ha detectado al menos en Argentina[79]​ y en Uruguay[cita 35]​. No se han encontrado informes de intoxicaciones ni advertencias médicas en Paraguay ni en Bolivia.

Al cultivar zapallito el parental que provee el polen para que se desarrolle el fruto[cita 36]​, no afecta el sabor del zapallito cosechado, ya que su pulpa y tegumentos de las semillas provienen genéticamente de la madre, y el padre solo es expresado en plantas y frutos de la generación siguiente, de las que en el zapallito solo está presente el embrión todavía demasiado pequeño para haber expresado sus propias cucurbitacinas (Contardi 1939[cita 37]​). La polinización abierta de frutos dulces puede dar una proporción importante de semillas que den plantas de fruto amargo,[cita 37]​ por lo que la recomendación agronómica es el cruzamiento controlado cuando el objetivo es obtener semillas para sembrar (Contardi 1939[cita 38]​). Solo debido a esto la variedad silvestre puede percibirse como maleza por polinización. La recomendación de eliminarla es antigua, desde al menos 1887[cita 39]​ hasta 1997[cita 40]​.

En un relevamiento reciente en el norte de La Pampa fue registrada como maleza, definida como "que alcanzara un nivel de intensidad que generara competencia con el cultivo", en los campos de girasol, solo en el este de la región IIA y listada en el séptimo (y último) lugar.[cita 3]

Las compañías de herbicidas la listan como maleza.[cita 41]

Últimamente López Anido propuso el uso del fruto maduro del zapallito amargo como decorativo,[nota 20]​ como ya es costumbre ver en variedades comestibles y no comestibles de Cucurbita pepo, especie nativa de Estados Unidos hasta México, y en la variedad mini-Turbante de Cucurbita maxima.

Esta subespecie posee pedúnculo caduco, en cambio la conservación del pedúnculo se considera estética en las calabacitas de Cucurbita pepo.[87]

Esta propuesta solo estaría restringida al rango nativo del zapallito amargo, y en zonas donde no hubiera cultivo de zapallos de Cucurbita maxima por varios kilómetros a la redonda, de forma de no propagar el carácter amargo a las variedades cultivadas.

Pérez Castellano que dejó sus escritos alrededor de 1780 (1914[88]​ citado en Millán 1945[1]​) contaba que "es tanta su amargura, que una tajada pequeña ha sido bastante para viciar una olla grande de comida y ponerla de modo que ni los perros podían tocarla."[cita 42]​ Un zapallito de sabor amargo, aunque sea similar al cultivado, presenta un cuadro clínico de intoxicación que "se caracteriza por cólicos epigástricos, diarrea explosiva con múltiples deposiciones diarias que puede llevar a la deshidratación, con un tiempo de incubación entre 30 y 60 minutos y que se autolimita en 24 horas".[cita 35]

Se informó que Charrúas, Puelches, Tehuelches, y comunidades rurales en el área pampeana, consumen el fruto después de detoxificarlo entre cenizas calientes (Lema 2011[33]​ citando a Millán 1968,[54]​ Brücher 1989[89]​ y a Lema 2009[34]​ quien sugiere la identificación taxonómica después del análisis de los informes escritos). Sin embargo el citado Millán (1968[54]​) no encontró la forma de consumirlos: "El arte culinario indígena poseía mil recetas para hacer palatables o inocuas raíces, tubérculos, frutos o semillas que naturalmente no lo eran, y la circunstancia que los zapallos cultivados se consideraran descendientes de especies silvestres de frutos amargos, hizo pensar en los medios que los americanos primitivos pudieron haber usado para poder comerlos sin daño y con gusto. Por curiosidad hicimos unos ensayos muy simples. Disponíamos de un centenar de frutos tiernos del zapallito amargo provenientes de distintas localidades de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San Luis, las que había recibido por conducto del Dr. R. D. Balmaceda y de los ingenieros agrónomos J. R. Báez, U. M. Barletta y S. A. Caruso. Previamente a la experiencia, los frutos fueron probados para comprobar que eran amargos. Carter supuso que la colocintina de los frutos pudo ser reducida o eliminada hirviéndolos o tratándolos con ácido acético proveniente de jugos fermentados. Nosotros hicimos dos pruebas, poniéndolos a hervir y asándolos al rescoldo. En el primer caso, después de diez hervores sucesivos con sus correspondientes cambios de agua, el amargor no varió. En el segundo caso, los frutos se cortaron transversalmente en dos mitades, se colocó cada mitad boca abajo sobre la ceniza caliente, después se dieron vuelta y se llenaron con ceniza hasta completar la cocción. El método es copia de la forma como William Mac Cann vio asar un zapallo en las cenizas de un fogón cerca de Dolores en el año 1847. Pero en nuestra experiencia, el amargor no solamente no disminuyó, sino que aparentemente se acentúa. Pero una muestra que el Ing. Agr. W. F. Kugler nos mandó de Pergamino ofreció un caso inesperado. La totalidad de los 12 frutos que la componían eran dulces, entendiendo aquí que dulce significa no amargo. Los zapallitos tenían olor y sabor semejantes al pepino. Previo remojo durante 24 horas en agua y sal, o cocidos sin sal, el sabor corresponde entre el del pepino y un zapallito de tronco desabrido. Rociados con sal y vinagre durante una noche y probados crudos, en ninguna manera son desagradables." (Millán 1968[54]​).

Millán concluye que los pueblos indígenas para consumirlos, "pudieron elegir los frutos no amargos existentes en la población natural de C. andreana" (Millán 1968[cita 43]​).

La ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), organismo que recibió numerosas denuncias por intoxicación con zapallitos de sabor amargo, recomienda descartar los zapallitos de sabor amargo sin intentar detoxificarlos.[79]

Cuando posee cucurbitacinas, es decir cuando el sabor es amargo, es un poderoso purgante que tuvo uso como tal pero debido a su toxicidad "fue suprimido en 1943 por el Codex medicamentarius[90]​ argentino y [a 1968] no se receta ni para los caballos" (Millán 1968[54]​). Esta actividad biológica concuerda con la de todas las cucurbitacinas, a las que se reconocían desde hacía centurias efectos laxantes y eméticos (vomitivos), además de ser usadas en el tratamiento de la malaria, la disentería y la dismenorrea[cita 44]​, tratamientos que en Cucurbita andreana no fueron informados.

En el 2003 se ha comprobado que las cucurbitacinas de C. andreana poseen un efecto inhibidor del crecimiento celular y que no poseen actividad antiinflamatoria.[94]​ Esto se contextualizaría en la investigación en cucurbitacinas que se está realizando recientemente como consecuencia del descubrimiento de sus propiedades antitumorales y su toxicidad diferencial hacia las líneas celulares de tumores renales, cerebrales y melanomas.[cita 45]

Contardi (1939[21]​) durante sus experimentos en Buenos Aires notó la gran atracción que ejercía la pulpa de los zapallitos de sabor amargo, sean afines a andreana o al zapallito de tronco, sobre la "vaquita de San Antonio" de la especie Diabrotica speciosa, plaga de hortalizas. Sus hallazgos, curiosos debido a que las cucurbitacinas que le dan el sabor amargo son tóxicas para la mayoría de los insectos[cita 15]​, están en sintonía con los de otros autores que encontraron la gran atracción ejercida por las cucurbitáceas ricas en cucurbitacinas sobre algunas especies de escarabajos crisomélidos de las tribus Diabrocitina y Aulacophorina[cita 16][cita 17][cita 13]​, que pueden detectarlas desde largas distancias[cita 18][cita 19][cita 46]​, y las secuestran para su propia protección[cita 20][cita 21][cita 22]​. En una comparación posterior entre hojas, frutos y raíces de 18 especies y subespecies, C. andreana y en particular sus frutos contienen las cantidades más altas de cucurbitacinas y resultaron ser uno de los mejores atractores de Diabrotica (Metcalf et al. 1982[cita 47]​).

Contardi (1939[21]​) propuso la utilización de los zapallitos de sabor amargo como atractor en trampas contra ese insecto.[cita 48]​ Las trampas que se han hecho utilizaron como cebo la esencia floral de C. maxima simplificada y metoxilada[cita 49]​, o harina de raíz de la silvestre y xerofítica Cucurbita foetidissima[cita 50]​, se usan hoy en día[cita 50]​ y se informó que son efectivas en disminuir el tamaño poblacional de estos insectos, si bien, como en los experimentos con zapallitos amargos cortados,[cita 51]​ el 99% de los insectos atraídos son machos.[cita 51]

Millán (1945[1]​) identifica como andreana los que Pérez Castellano (quien escribió alrededor de 1780, publicado en 1914 citado textualmente[cita 42]​) menciona que se usan como "calabazos" o "porongos", es decir como vasijas y recipientes para líquidos, y propone sembrarlos en su finca en Uruguay para ese fin. Millán menciona que si bien pareciera que se refiere a Lagenaria siceraria, en otro capítulo lo vuelve a mencionar y es indudablemente andreana. Queda abierta la duda de que Pérez Castellano se hubiera referido a las dos especies en el mismo texto, pensando que eran una única población. Cowan (1997[140]​ citado en Lema 2011[33]​) agrega que al menos las cáscaras de Cucurbita pepo son pequeñas y frágiles (se entiende que en comparación a otras como Lagenaria con la que Cucurbita siempre convive), y no han sido encontradas usadas como contenedores en sitios arqueológicos.

En el sitio arqueológico de Pampa Grande, fechado en unos 300 años después de Cristo, se ha encontrado que se le daban usos a estos frutos y a morfologías intermedias entre ellos y las variedades cultivadas (Lema 2011[33]​).

En algunas regiones son tradicionales los fogones de San Juan (23 de junio) y de San Pedro (28 de junio), que deben ser muy ruidosos[cita 52]​ En San Luis, desde unos días antes comienza la recolección de ramas y yuyos secos, y junto con ellos la recolección de frutos de C. andreana ("cháncaras") que al preparar el fogón se colocan de forma que cuando les alcance el fuego revienten con un estruendo como si fueran cohetes.[cita 53][cita 54]

Recientemente TC Andres y otros colaboradores publicaron en la web que lo han encontrado en Perú donde los indígenas nativos Ashaninkas los usan para armar pequeñas artesanías que le venden a los turistas.[cita 55]​ Lo llaman "huevo de pato", "zapallo pouaiquito", "ishicopé", "ishcopiqui".[7]

Este concepto taxonómico (para el que se ajusta la circunscripción a medida que se agrega información), o estos conceptos taxonómicos sinónimos (a los que corresponde la misma circunscripción) fue presentado como:

Las fuentes taxonómicas primarias constan de los artículos de la primera descripción, las floras que la describen, y las monografías taxonómicas y revisiones taxonómicas. Otras publicaciones son fuentes secundarias, que copian la información de la taxonomía primaria, o la "agregan", a veces resumiéndola según los intereses del lector. Algunos datos están desperdigados en otras publicaciones de la literatura primaria que no forman parte de estas dos categorías de Taxonomía, pero agregan información a la circunscripción del grupo. Al no haber un registro central de publicaciones en taxonomía, y al no estar clasificadas y al no ser fácilmente accesibles muchas de ellas, algunas publicaciones son difíciles de clasificar en alguna de estas categorías.

Contardi (1939[21]​) y Millán (1945[1]​) nos describen su historia taxonómica hasta 1945:

Hasta 1968 se la menciona o describe en algunos trabajos, algunos de ellos listados en Millán (1968[54]​):

Luego de 1968:

Luego del muy citado Nee (1990):

Puede encontrarse como:

Según las ocurrencias registradas está presente desde Perú, donde se confirmó su presen cia hace poco,[7]​ tierras bajas de Bolivia,[9][nota 1][nota 2][12][nota 3][nota 4]​ hasta el límite de heladas en Argentina[9][14][2]​ y Uruguay.[nota 5][nota 6]​ Algunos híbridos C. maxima x C. andreana se han encontrado a bajas altitudes en Brasil,[nota 4]​ y Giannini et al. 2009[2]​ en su proyección sobre la base de características ambientales estiman que si se intensifica el muestreo se la podría encontrar en Brasil, norte de Argentina y Paraguay.[nota 4]​ Esteras et al. (2009[15]​) no han encontrado que C. maxima colectado en Paraguay evidence hibridación con C. andreana como sí lo hace en Argentina, y no se han encontrado informes provenientes de ese país al 2015 de intoxicaciones por hibridación con C. andreana -como tampoco en Bolivia-, como sí los hay en Argentina y Uruguay. Raffo (1997[16]​) comenta que se lo encuentra también en el norte de Argentina.[nota 7]

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