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Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú



El Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP) es la autoridad competente en materia de prevención, control y extinción de incendios, realiza acciones de atención de accidentes vehiculares y emergencias médicas, rescate y salvataje de vidas expuestas a peligro. Brinda sus servicios de manera voluntaria a toda la comunidad debido a su vocación de servicio, sensibilidad social, entrega y disciplina.

-El CGBVP es una Institución consolidada, científica y técnicamente preparada que cumple con su misión, con equipos y maquinarias modernas que permiten un accionar más rápido y efectivo, con personal voluntario capacitado mediante técnicas actualizadas. La difusión de las recomendaciones sobre accidentes y desastres disminuyó el riesgo de siniestros. El ámbito de acción del CGBVP abarca todo el territorio nacional, incluso las zonas que estaban desprotegidas.

El Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú fue fundado el 5 de diciembre de 1860, tiene como objetivo el de unificar los diferentes cuerpos de bomberos, que de manera independiente trabajaban en el territorio peruano. El 5 de diciembre de 1953, juramentó la Junta Directiva Privisional.

Sin embargo, la historia de los bomberos en el Perú, data de mucho tiempo atrás, durante la época de la Colonia, donde ya existían brigadas contra incendios compuestas por carpinteros, barberos, autoridades civiles, etc., las cuales acudían al llamado de un incendio al oír las campanas de las iglesias. Ya luego de independencia del Perú, el 5 de diciembre de 1860, se funda la primera compañía de bomberos la Compañía de Bomberos Chalaca No 1, por iniciativa de los diferentes comerciantes del puerto del Callao, que veían continuamente amenazados su negocios por el fuego. Posteriormente esta compañía adoptó el nombre de Unión Chalaca.

Es oportuno dar a conocer que días previos a la fundación de la Compañía Chalaca N° 1; el 24 de noviembre de 1860, a iniciativa del Alcalde de la provincia litoral de Paita del departamento de Piura, se fundó la Compañía Contra Incendios por Grifos Paita N° 1. Sin embargo, esta unidad bomberil no mantuvo una actividad permanente.

Es preciso hacer mención que contribuyeron a la Fundación del CGBVP los señores comandantes Juan Baselli y Glicerio García Campos, quienes hicieron un periplo por el Perú invitando a comandantes de diversas compañías de bomberos para la Segunda Asamblea Regional del Norte que se realizaría en la ciudad de Huacho en enero de 1953.

Fue en esa ocasión que la II Asamblea Regional del Cuerpo de Bomberos Nor Peruano Tercera Región, se constituyó en Asamblea Nacional, ya que había representantes de los Cuerpos de Bomberos de Lima y del Callao, así como de varias compañías existente.

Nació el Lima 13 de junio de 1841 y falleció el 2 de mayo de 1866.

Producido el combate naval el 2 de mayo, los bomberos de la Municipal Lima, Roma y France, así como los de la Chalaca, Bellavista, Aduana y de otras Compañías, ocuparon un lugar preferencial en el frente de lucha, por ser nacionales. Dirigía las operaciones Diego Coloma, comandante de la Compañía Aduana, que no era propiamente una Compañía de Bomberos sino una brigada bomberil con bombas a brazos y personal bien adiestrado que estaba de servicio particular de la Aduana del Callao. El General Juan Eléspuru, sobreviviente del Combate del Dos de Mayo, recordó la noche del 2 de mayo de 1866 en el teatro Colón, que después del primer tiro de la torre de la Merced muere uno de los artilleros, de inmediato se llamó a un reemplazante para dicha Batería y, entonces acudió presuroso el teniente coronel mexicano Justiano Zubiria; mas, al dirigirse a la pequeña escala que conducía a los cañones, fue detenido por el joven bombero peruano Antonio Alarco de la Municipal Lima, que vestía su casaca roja, diciéndole: "Yo soy peruano, a mí me toca", y subió para desaparecer gloriosamente cargando el cañón y marchó a la inmortalidad junto al patriota chotano Coronel José Gálvez Egusquiza Ministro de Guerra del Perú.

A los dos días fue hallado el brazo izquierdo de Alarco, con la manga del uniforme rojo, y, desgarrada y quemada, parte del antebrazo y mano izquierda que su propia madre reconoció por una sortija de oro de brillantes que ella le había obsequiado. Por estos restos mortales hallados que fueron colocados en un frasco de vidrio. Antonio Alarco tuvo el consuelo de tener un entierro digno y una tumba a donde pudiera acudir a orar su admirable madre, quien, al reconocer los restos mortales de su hijo, se limitó a decir "Dios me lo dio, él se lo llevó"

El 12 de mayo de 1866, fueron llevados en hombros de los miembros de la Compañía Municipal Lima, los ataúdes que contenían los restos de Antonio Alarco y del Coronel José Gálvez Egusquiza al Cementerio General de la Beneficencia Pública de Lima y trasladados posteriormente al Cementerio Matías Maestro, cuartel San Juan Bautista, con los máximo honores militares.

Humeaban todavía los escombros en la castigada y aristocrática Chorrillos, y de los campamentos del invasor se elevaba el rumor de soldados victoriosos, mientras tanto, los bomberos voluntarios de la Garibaldi, dando cumplimiento a su noble misión, se dedicaban a apagar los incendios. En plena humanitaria labor, trece de aquellos bomberos fueron apresados por una columna enemiga. Los trece eran jóvenes voluntarios italianos de la Bomba Garibaldi. Fueron trasladados a la Escuela de Cabos - hoy Escuela Militar de Chorrillos -, lugar que fue convertida en cárcel de peruanos y extranjeros. Desde allí, sin juicio alguno y ante la protesta del pueblo de Chorrillos, fueron llevados a rastras al malecón de Chorrillos, cerca de la playa de La Herradura colindante con el Hotel Terry, desde donde provenían las órdenes del General en Jefe chileno.

Los Trece Garibaldinos se alinearon estoicos frente al pelotón de fusilamiento, por el único delito de haber cumplido con su deber de extinguir los incendios provocados por el infame bombardeo de los buques de guerra enemigos. Los 13 fueron fusilados, pagando así, con sus jóvenes vidas el amor a su Patria adoptiva. Sus restos mortales fueron arrojados por sus victimarios en una zona descampada de Chorrillos y posteriormente desenterrados por los patriotas Adolfo Sánchez, Pablo Menéndez y José Donayre.

Fueron trece jóvenes italianos a quienes la vida les sonreía antes de aquel fatídico 13 de enero de 1881. La guerra, con su caudal de horrores, de barbarie y de absurdo instinto, tocó las puertas de la apacible Villa de Chorrillos.

La Pompa Italiana Garibaldi era su celosa guardiana contra el peligro del fuego. Pero no fue un incendio fortuito el que arrebató la vida de esos 13 heroicos voluntarios y puso crespones en el glorioso pendón de la Benemérita Compañía Garibaldi, sino otro vendaval premeditado, alevoso, que no puede hundirse en el olvido porque lo impide la inmortalidad de sus víctimas.

Los Trece Garibaldinos no murieron en defensa de la Patria, porque no portaban fusiles ni bayonetas. Ellos no presentaron batalla en las líneas de defensa de Chorrillos porque su misión era otra: salvar vidas y propiedades. Ellos perdieron la vida como bomberos voluntarios, cayeron en acto de servicio, sofocando incendios y portando mangueras, no armas.

Ellos fueron: Enrico Nerini, Lorenzo Astrana, Angelo Cippolini, Paolo Marzano, Paolo Risso, Angelo Descalzi, Gio Batta Leonardi, Giusepee Orengo, Egidio Valentíni, Giovanni Ognio, Giovanni Pali, Filippo Bargna, Luca Chiappe.

La ciudad de Lima vivía los fastuosos días del carnaval aquel fatídico viernes 14 de febrero de 1931. No se entregaba todavía al sueño la ciudad. Poco antes de la medianoche, las campanas de los cuarteles de bomberos anunciaron un incendio y los desesperados silbatos policiales anunciaban que el fuego cobraba una presa en el centro de la ciudad. Veloces las bombas surcaron las calles rumbo a Plumereros, hoy cuarta cuadra del jirón Camaná, en el centro histórico de la ciudad de Lima, donde tuvo lugar el siniestro. Allí estuvieron el Capitán Juan Roberto Acevedo y el Teniente Carlos Vidal dirigiendo las acciones de los Seccionarios de la Cosmopolita, sin presentir que la tragedia los acechaba, lo mismo que a Eleazar Blanco, Pedro Torres y Julio Ochoa; con ellos estaban Luis y Juan Vidal, para los que el sacrificio de su querido hermano Carlos fue un compromiso de honor para continuar en su humanitaria misión.

Olivero de la Internacional y Anselmi de la Roma, gritaron: ¡Atrás!... pero no fueron escuchados a tiempo. Se produjo el sorpresivo derrumbe y bajo el hacinamiento de vigas, adobes, humo, calor y crepitar de la vieja madera incendiada quedaron aprisionados los cuerpos de Juan Roberto Acevedo y Carlos Vidal Bergeot, de la Cosmopolita. El heroísmo afloró en el corazón sus compañeros. Dando la cara al peligro de un nuevo derrumbe, decenas de manos de aprestaron presurosas al rescate de los bomberos atrapados.Pero, sucedió lo peor, un segundo y terrible derrumbe sufrió el viejo y carcomido edificio incendiado de Plumereros y tres bomberos más, tres soldados del fuego, cayeron en el noble empeño de salvar otras vidas. En la madrugada del sábado 15 de febrero de 1931, la tragedia estaba consumada y la lucha se hizo intensa para rescatar los cadáveres de los que sucumbieron. Carlos Vidal, estuvo aprisionado entre los escombros que le produjeron dolorosas quemaduras; largas horas demoró el rescate. Vidal falleció horas más tarde. Las primeras luces de la mañana mostraron un cuadro patético: la trágica victoria de la muerte sobre la vida. El dolor de la tragedia ocurrida en la noche de carnaval limeño, cundió por todo el país y se propagó más allá de nuestras fronteras.

El sentimiento fue unánime. Surgió la apesadumbrada voz de condolencia. Cinco hombres en la plenitud de sus vidas cayeron abnegadamente en defensa de los intereses colectivos. Esas vidas truncadas aún representan un valor incalculable para la sociedad. La alegría del carnaval limeño se tornó en tristeza. El cortejo fúnebre de los cinco mártires de Plumereros fue acompañado por una enorme y dolida multitud, marcando así un extraño contraste entre la vida y la muerte. Pagaron tributo al destino tres Compañías de Bomberos voluntarios de gloriosa y luminosa estela. Sus nombres se incorporaron a martirologio de nuestros anales bomberiles, como símbolos de abnegación y heroísmo ejemplares.

Restituyen la vigencia de la R.M. N° 129-2000-PCM.[1]​ se publicó en el Diario Oficial "El Peruano" la Resolución Ministerial 198-2010 PCM en la cual se indica que se deja sin efecto los cambios de rangos que establecía la resolución 247-2009-PCM. Es decir, que los actuales grados del CGBVP (Sub Oficial, Mayor, Coronel, General, etc) quedan sin efecto, y se restituye la vigencia de la norma anterior que regulaba los rangos Seccionario, Sub Teniente, Teniente, Capitán, etc.[1]

Compañías de Bomberos



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