Cuestión de principios es una película de Argentina dirigida por Rodrigo Grande sobre el guion que coescribió con Roberto Fontanarrosa que se estrenó en 2009 y tuvo como principales intérpretes a Federico Luppi, Norma Aleandro, Pablo Echarri y María Carámbula.
Adalberto Castilla es un hombre de edad avanzada, y de muy correctos y antiguos modales, de los cuales vive jactándose en reuniones familiares y en ambiente de trabajo. A su vez, es un modesto empleado portuario a punto de jubilarse, y en dicha empresa, un cambio de personal trae como nuevo jefe a Silva, un joven de carrera brillante y experiencia en el exterior. Esto molesta a Castilla, quien cree que todo aquel que llega joven a puestos de jerarquía es corrupto y no duerme tranquilo, cosa que él sí hace. Silva no presta mucha atención a Castilla en el inicio de su gestión, pero una visita fortuita de Castilla al despacho de Silva, sirve para descubrir que este último posee una colección de la Revista Tertulias. Castilla pregunta a Silva acerca de esta colección, sorprendido porque es una revista muy vieja, de la cual él posee un ejemplar que atesora, debido a que contiene una foto en la que aparece su padre. Silva la responde que las colecciona, como anteriormente había coleccionado otras cosas, como marquillas de habanos, o latas de gaseosa, y que con esa colección no tuvo suerte, dado que le falta un solo ejemplar, que buscó por todo el mundo, sin éxito. Castilla le comenta acerca del único número que él guarda con motivo de la foto publicada, y Silva le pide por favor que verifique el número de la revista, anotándole en un papel el número 48, que es el que le falta para completar la colección. Una vez en su casa, Castilla descubre que el número que él tiene es efectivamente el 48. Silva está armando su primera reunión de directorio, nervioso por la impresión que causará a los otros directores. Ubica a los otros miembros en la mesa a conveniencia suya y finge ser llamado por teléfono para evadir de preguntas incómodas. Una vez que la reunión llega a su fin y Silva siente que salió airoso de la misma, llega Castilla con una carpeta para entregársela. Antes de que Castilla salga de la reunión, Silva lo interroga acerca de si chequeó el número de la revista que estaba en su poder. Castilla entonces responde que efectivamente es el número 48, la que a Silva le falta. Silva se alegra mucho, dado que la buscó por todo el mundo y le dice a Castilla que más tarde hablan en privado acerca del tema, adelantándole que desea comprársela, a lo que Silva responde delante de todos los presentes en la reunión que él no estaba dispuesto a venderla, que para él el valor afectivo de esa revista era enorme, y que no todo en esta vida podía comprarse con dinero. Esto molesta mucho a Silva, quien se ve desautorizado y sermoneado por un empleado delante de toda la cúpula. Las tentadoras ofertas de su obsesivo jefe provocarán un conflicto entre Castilla y su familia.
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