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Cuico



Cuico es un chilenismo no vulgar para referirse a personas de clase alta[1]​ con abolengo, aunque también —y en menor medida— al esnob, «nuevo rico» o trepador social que adopta los modos característicos de dicho nivel socioeconómico, o que es aficionado a ostentar su riqueza.[1]​ Según expertos en márketing y encuestas, el segmento «ABC1» se sitúa en la cúspide de la pirámide social chilena (mayores ingresos, educación superior completa y posgrados, ascendencia europea —principalmente castellano-vasca, croata, francesa, italiana y alemana; o bien de Oriente Medio, en particular siria, hebrea o palestina—, habita zonas especiales de la capital y regiones). Según la CEPAL (2019), concentra el 22,6% de ingresos y riqueza del país.[2]​ A este grupo pertenece mayoritaria o exclusivamente el cuico, sea por su prosapia, su poder adquisitivo o porque participa del círculo social, códigos, jerga y costumbres de las personas de clase acomodada.

El término cuico (con su forma femenina cuica), es el sucesor de vocablos en desuso que se remontan al siglo XVIII como futre, pituco, jaibón, pije o siútico.[3]​ Aunque tiene cierto carácter despectivo o de mofa, no alcanza una connotación hiriente pues ser considerado de clase alta no es motivo de vergüenza. Funciona indistintamente como sustantivo o adjetivo, y presenta las variantes cuiquerío para referirse al conjunto de los más ricos y cuiquería para describir una actitud, actividad o excentricidad propia de la élite social.

A modo de referencia se puede decir que equivale al "posh" (Reino Unido), "bougie" (Estados Unidos), "pijo" (España), "fresa" (México), "sifrino" (Venezuela), "cheto" (Argentina), "pituco" (Perú), "gomelo" (Colombia), "pipi" (Costa Rica), "pelucón" (Ecuador), "jevito" (República Dominicana) o "yeyé" (Panamá).[4]

Además de su patrimonio, lugar de residencia o aspecto personal, uno de los atributos más distintivos del cuico es su entonación o forma de hablar. En el registro adulto y más formal es reconocible en personajes como Mary Rose McGill, Delfina Guzmán, Teresa Marinovic, Eli de Caso, Jorge Edwards o Emeterio Ureta. En el registro más joven o informal puede apreciarse en la voz de Vesta Lugg, Raquel Calderón o Marcelo Ríos.

En el siglo XXI surge otro chilenismo: peloláis, que aunque emparentado con el cuico no es exactamente un sinónimo. Comparten la alusión a clase alta y ciertas características físicas (entre ellas el pelo liso y largo, generalmente rubio, de donde surge el neologismo), sin embargo peloláis es más bien un sub-conjunto del universo cuico, pues se refiere sobre todo a mujeres jóvenes que tienen en común una determinada apariencia y costumbres.[5][6]​ También existe vínculo entre el cuico y el zorrón, aunque este último se restringe al género masculino heterosexual, de grupo etario específico (adolescentes y adultos-jóvenes) y se expresa fundamentalmente en cierta actitud o conducta (típicamente desenfadados y extrovertidos, mujeriegos, entusiastas del carrete o juerga, mimados, frívolos y materialistas).[7][8][9]

Tradicionalmente, la expresión cuico se asocia con sectores conservadores y más específicamente, con la Derecha política (de ahí surgieron, durante la década de 1970, calificativos peyorativos como "momio" —hoy en desuso— y "facho"). En opinión de algunos, la pertenencia a este círculo se relaciona con estatus económico y mérito, valores y religión (sobre todo católica), mientras que otros la restringen a un linaje o clase que solo puede heredarse, no adquirirse.[10][11]​ Para el plebiscito de octubre de 2020, las tres comunas que concentran a la población más pudiente de la capitalVitacura, Las Condes, Lo Barnechea— quedaron prácticamente aisladas y, a ojos de muchos, identificadas como principales bastiones de derecha al revelarse partidarias de preservar la Constitución de 1980 (altamente valorada por empresarios, parlamentarios e ideólogos de ese sector)[12]​ y por tanto, reductos del cuiquerío.

A pesar de que el imaginario popular vincula al cuico con la Derecha, también hay quienes advierten la existencia del cuico de Izquierda[13]​ o "red set" (por jet set rojo): personas de origen acomodado que en su juventud (sobre todo durante los años 1970) renegaron de su "cuna dorada" para sumarse a la causa revolucionaria de la Unidad Popular, ya sea migrando a poblaciones periféricas o bien integrándose a movimientos y partidos de izquierda como el MIR o MAPU. Más tarde, en su vida adulta, se habrían convertido en empresarios, intelectuales o parlamentarios, afincándose en sectores altos o apartados de Santiago, aunque más cercanos a la naturaleza (El Arrayán, Peñalolén alto, La Reina, Cajón del Maipo). Sin embargo no todo cuico izquierdista siguió tal derrotero o vivió el escenario de los 70s: algunos nacidos en esa época o después —conocidos hoy como "progres" o "abajistas"— simplemente provienen de familias acaudaladas, pero se identifican con ideas más liberales, ecologistas y anti-capitalistas, no obstante cohabitar con derechistas, moverse en sus mismos círculos o gozar de un alto nivel de vida.[14]

El Diccionario de la lengua española lo cita como sinónimo de «forastero, [aquel] que es o proviene de fuera».[15]​ En Chile se usó especialmente para referirse al nativo de Bolivia, sobre todo durante la Guerra del Pacífico.[1][16][17][18]

En la serie de crónicas titulada Recuerdos de Treinta Años[19]​ (1872), José Zapiola recordaba unos versos populares durante la Patria Vieja (1810-1814), que relatan el intento de asesinar a Juan José Carrera mientras este visitaba el barrio de La Chimba junto a un acompañante (posiblemente su hermano, Luis). En dichos versos se refieren a ellos como "cuicos", lo que podría sugerir su procedencia (forasteros) o linaje (aristocrático), y el antiguo arraigo del modismo.

En la cultura popular en cambio, se asocia a una contracción derivada del coa.[20]​ Una versión tradicional propone que en la cárcel hubo cierto reo discriminado por el resto de la población penal debido a su alta posición social, a quien motejaron combinando dos modismos fuertemente procaces: «culia'o (sodomizado) y conchetumadre (malparido)», que luego se abrevió en la forma cu-i-co. Otra versión sostiene que es producto de la contracción de "culiar (fornicar) y comer", dos hábitos que supuestamente abundan entre la alta sociedad proclive al ocio y placeres mundanos.[cita requerida]

Una de las representaciones más célebres del cuico chileno fue el segmento de comedia televisiva Los Eguiguren —protagonizado por los actores Coca Guazzini y Cristián García-Huidobro— que se transmitió durante la década de 1980 dentro del programa Sábados Gigantes. Basado en una joven pareja "de buen apellido" (el matrimonio Eguiguren Correa), capturó con agudeza los modos de quienes pertenecen a la clase alta, o presumen de ello.[21][22]

En 2014 la ingeniera comercial Josefina Reutter creó un blog titulado "Cuicoterapia", que más tarde una reconocida editorial publicó en formato de libro impreso. Se trata sin embargo de un florilegio en clave irónica más que un estudio sociológico formal.[23][24][25]

En 2015 la estudiante de Ingeniería Comercial, Bernardita Danús, creó un blog titulado "Polera de Perro" (alusión a una camiseta corta para mascotas), que también fue llevado a formato de libro impreso por una prestigiosa editorial. En dicha web, la autora —perteneciente a clase alta— explora las singularidades del cuico desde un enfoque sarcástico. Actualmente el blog ha desaparecido.[26][27][28]

En 2016 la licenciada en Letras e ilustradora, Francisca Feuerhake, crea y protagoniza una popular webserie titulada "La vieja cuica". En dicho espacio —y tras una máscara creada con filtros de la aplicación Instagram— la autora parodia costumbres, personajes, situaciones y sobre todo, la entonación del habla típicas de familias de clase acomodada.[29][30][31]

El lazo hereditario con Europa u Oriente Medio es motivo de orgullo para el cuico. Sin embargo, el estudio "Chile Genómico" (2016) realizado en conjunto por la Universidad de Chile y la Universidad de Tarapacá, mostró que en promedio la población chilena posee un 53% de ADN europeo, 44.3% amerindio y 2.7% africano. Incluso el segmento socioeconómico ABC1 tiene una proporción significativa del gen amerindio (40,1%).[32]



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