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Curación de la hemorroísa



Se conoce como curación de la hemorroísa a uno de los milagros de Jesús, mediante el cual fue sanada una mujer que padecía flujos de sangre,[1]​ algo que en su tiempo se consideraba vergonzante. Se narra en los Evangelios sinópticos (Mt 9:20-22, Mc 5:25-34, Lc 8:43-48) en el contexto de otros milagros, como la curación de la hija de Jairo, localizados por las narraciones evangélicas en Decápolis.

La función de la túnica de Cristo se interpreta como un símbolo de la salvación. No es la ropa la que salva a la mujer, sino la intención de su fe. Su contraejemplo, que pone San Juan Crisóstomo, son los soldados que, durante la Pasión la sortearon entre sí y, por tanto, también la tocaron sin ser por ello salvados. Los creyentes que acceden por el tacto a objetos sagrados (como las reliquias o los iconos), pretenden obtener de Jesucristo la salvación, o ser librados de la tentación (especialmente las tentaciones de la carne).

La curación de la hemorroísa es un tema relativamente frecuente en el arte cristiano, destacando una obra de Veronés:

Curación de la hemorroísa, de Veronés (ca. 1570).

Curación de la hemorroísa y Curación de un ciego en los mosaicos de la iglesia bizantina de San Salvador en Chora.

Jesús y la hemorroísa junto a otros Milagros de Cristo en los relieves de un pilar visogodo.

Ilustración de Las muy ricas Horas del Duque de Berry (ca. 1411).

Ilustración de la Biblia Ottheinrich (ca. 1425).



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