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Dédalas



Las Dédalas (en griego, δαίδαλα) en la religión de la Antigua Grecia, eran unas fiestas de reconciliación que tenían lugar cada pocos años en Platea (Beocia) en honor de Hera, uno de los centros de su culto, donde se conmemoraba la reconciliación con su marido, el dios supremo Zeus.

Según Pausanias, había unas "Dédalas menores" (Δαίδαλα μικρά), que eran celebradas exclusivamente por los habitantes de Platea cada cuatro años y unas "Dédalas mayores" (Δαίδαλα μεγάλα), donde todas las ciudades de Beocia enviaban a sus representantes y eran celebradas cada sesenta años.

En las "Dédalas menores", el pueblo de Platea se trasladaba a un bosque cercano a Alalcómenas, donde se encontraban los robles más antiguos y grandes de toda Beocia. Allí exponían piezas de carne cocida a los cuervos y observaban atentamente sobre qué árbol se posaban después de haber picado un pedazo de carne. Como un signo oracular, al primer árbol que se posara cualquiera de los cuervos, se le talaba y de él se tallaba un dédalo, una imagen de madera. A la imagen o xoanon, como también la llamaban, la vestían de novia y la ponían en una carreta de bueyes con una dama de honor a su lado. A continuación se la llevaba a la orilla del río Asopo para tomar un baño ritual y de vuelta a la ciudad, los fieles, al son de flautas, la vitoreaban y cantaban en procesión.[1]​ A estas xoana (plural de xoanon) adornadas también se las llamaba "dédalas" (en griego, δάιδαλα o δαιδάλεια),[2]​ con la connotación de "hechas a mano". En cada "Dédala menor" se hacían catorce estatuas de este tipo y se distribuían por sorteo entre las ciudades de Platea, Coronea, Tespias, Tanagra, Queronea, Orcómeno, Lebadea y Tebas, teniendo las ciudades más pequeñas una estatua en común.

Después de transcurridos catorce de estos ciclos, la "Gran Dédala" era celebrada por todo el pueblo de Beocia y en su inicio una figura de madera era elegida entre las que se habían ido acumulando a lo largo de cada año que se celebraba la "Pequeña Dédala" y era designada como la "novia". Esta figura de madera, especie de muñeca, era preparada como una novia para la celebración de una boda, se la bañaba ritualmente en el río Asopo, se la adornaba y se la subía en una carreta con una ayudante. Esta carreta encabezaba una procesión de carretas que llevaban las dédalas acumuladas hasta la cima del monte Citerón, donde se había construido para la ocasión un altar de sacrificios realizado con piezas cuadradas de madera. El altar se cubría con madera seca, y las ciudades, las personas de mayor posición social, y otros individuos ricos, ofrecían por cada hermandad una vaquilla a Hera y un toro a Zeus, además de grandes cantidades de vino e incienso, mientras que al mismo tiempo todas las estatuas dédalas se colocaban sobre el altar. Aquellos que no poseían medios suficientes, acostumbraban a ofrecer en su lugar, pequeñas ovejas, continuando el rito con la inmolación en holocausto de todas estas ofrendas, animales, altar y figurillas, independientemente de quienes las hubiesen ofrecido.[3]

Esta costumbre arcaica de fiestas del fuego griegas se explicaba mediante un aition o "mito fundacional" sobre la separación marital de Hera y Zeus, que es relatado por Pausanias:

El relato del origen de las Dédalas de Pausanias coincide en sus puntos principales con la historia relatada por Plutarco, que escribió una obra sobre la dédala de los plateos. La única diferencia es que Plutarco representa a Zeus como recibiendo los consejos para engañar a Hera de Alalcomeneo (en lugar de Citerón), y que él llama a la estatua de madera "dédala" en lugar de plataea.[4]

El término "Dédala" también puede ser tomado como derivado de Dédalo, el famoso inventor. En este sentido, Lucrecio habla de Natura daedala rerum, "La naturaleza, inventora de todas las cosas".



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