La declaración de guerra es una declaración formal mediante un documento, que proviene de un Estado hacia otro, donde el primero declara el inicio de hostilidades. En la actualidad, este hecho se concreta mediante un documento formal, pero en la historia muchas veces se han iniciado guerras sin previo aviso.
Formalmente este documento de "Declaración de estado de guerra" puede estar refrendado por la firma del gobernante o soberano, por el representante de los poderes del Estado, el Senado o la cancillería del país involucrado. Además, puede estar respaldado con la mención de los Tratados vigentes o disposiciones legales que se hubiesen establecido internacional o nacionalmente y que se entiendan vulnerados.
Este documento también tiene uso geopolítico, ya que, en ocasiones, cuando durante una guerra una nación es derrotada por otra, muchas naciones declaran la guerra al vencido como un acto de respaldo o sumisión ante el vencedor. Es el caso de Argentina y de Chile que declararon en 1945 la guerra a Alemania y Japón cuando éstas ya estaban prácticamente vencidas.
La declaración de un estado de guerra interno, tiene el carácter de Guerra Civil y el gobierno puede, de ser necesario, convocar un estado de sitio para intentar mantener el orden público.
Las causas más comunes de una Declaración de estado de guerra (denominadas "Casus belli") son:
La situación de guerra se da, muchas veces, por el fracaso de la vía diplomática en la resolución de conflictos internacionales y representa la imposibilidad de lograr un acuerdo de paz entre dos o más naciones beligerantes. Con esto las parte beligerantes llaman a la movilización de sus fuerzas armadas y a la iniciación de actos de guerra. La agresión y actos de asesinatos contra la población civil son catalogados como Crímenes de Guerra o contra la humanidad.
Normalmente la cesación de estado de guerra no se estipula formal o diplomáticamente sino que se realiza como suspensión de hostilidades. En otras ocasiones, los países en guerra firman mutuamente un acuerdo de paz en el que se declara el fin de las hostilidades.
En las repúblicas griegas de Esparta y Atenas la asamblea del pueblo decidía la guerra. Los romanos no empezaban las hostilidades sin mandar sus heraldos al pueblo de quien exigían satisfacción para hacerles comprender que desde aquel día eran mirados como enemigos. Los germanos cogían un prisionero, le hacían combatir con uno de sus más valientes soldados y por las resultas de la pelea, juzgaban del éxito de la guerra.
En la Edad Media, a imitación de los romanos, mandaban los reyes de armas para anunciar la suspensión de las relaciones pacíficas. Los francos enviaban aviso del día en que rompían las hostilidades. Posteriormente, la retirada de embajadores se consideró el primer paso de enemistad para manifestar la cesación de correspondencia pacífica.
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