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Dermatosis



Una enfermedad cutánea es una enfermedad de la piel. El médico especializado en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de la piel se llama dermatólogo. Las enfermedades de los anexos cutáneos (pelo, uñas, glándulas sebáceas y glándulas sudoríparas) son consideradas enfermedades cutáneas, ya que estas estructuras están íntimamente relacionadas con la piel. Los dermatólogos tratan también enfermedades de transmisión sexual como la sífilis, ya que estos procesos se manifiestan en la piel en muchas ocasiones, por este motivo la especialidad de dermatología se designa a veces como dermatología y venereología. Ningún otro órgano del cuerpo humano muestra un número tan alto de procesos morbosos como la piel.

Las enfermedades de la piel pueden deberse a muchas causas, en ocasiones existe una predisposición genética, por ejemplo en la psoriasis. Algunas enfermedades de la piel están producidas por infecciones por bacterias, virus u hongos. Las bacterias más frecuentemente implicadas son estafilococos y estreptococos. Otros agentes bacterianos que pueden originar infecciones cutáneas son: clostridium, micobacterias, corinebacterias, bacilos Gram (-) e infecciones polimicrobianas mixtas.[1]​ En algunos procesos se desconoce el origen y se piensa que pueden deberse a alteraciones del sistema inmunológico

Las enfermedades de la piel abarcan un amplio espectro de manifestaciones, algunas son únicamente de importancia estética, pero en otros casos los síntomas afectan significativamente a la calidad de vida y provocan picor, dolor o complicaciones como infecciones secundarias o en el caso de la psoriasis deficiencia de ácido fólico y artritis psoriasica. Algunos procesos son potencialmente mortales, entre ellos la epidermólisis ampollosa que puede provocar sepsis o el melanoma que si no se trata en estadios tempranos tiene alta capacidad de diseminación a distancia (metástasis) que pone en peligro la vida del paciente.

El proceso diagnóstico en dermatología se basa en la historia clínica y la observación detenida de la piel, detectando las lesiones elementales que existen y su patrón de distribución. Pueden utilizarse numerosos procedimientos auxiliares para confirmar el diagnóstico, entre ellos los siguientes:[2]

Las lesiones elementales se dividen en dos grupos: primarias y secundarias. Las primarias son los cambios que se producen sobre piel sana y no están modificados por la evolución del proceso. Las lesiones elementales secundarias son aquellas lesiones cutáneas que se producen por la transformación de una lesión primaria, por ejemplo el rascado de una vesícula que es la lesión primaria, puede provocar una excoriación que es la lesión secundaria. [3][4][3][4]

Se utilizan diferentes tipos de tratamiento que se pueden dividir en tópicos, sistémicos y quirúrgicos.



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