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Despido



El despido es la acción a través de la cual un empleador da por finalizado unilateralmente un contrato laboral con su empleado.

En Derecho comparado, existen al menos tres sistemas diferentes por los cuales puede regularse la terminación del contrato individual de trabajo:

El Estatuto de los Trabajadores de España[1]​ recoge tres motivos, muy genéricos, por los que un empresario puede decidir de forma objetiva, es decir, con una causa justificada, despedir a un trabajador por motivos económicos, de organización o técnicos. La diferencia entre un despido objetivo o justificado y uno improcedente se sitúa básicamente en la indemnización: mientras el primero conlleva una indemnización de 20 días por año trabajado con un tope máximo de 12 mensualidades, el segundo contempla una de 45 días o 33 días, según el tipo de contrato (si es anterior o posterior a la reforma laboral de 2012) por año y sitúa el límite en 42 mensualidades o 24, respectivamente.

Para determinar el efecto del despido, hay que distinguir previamente el tipo de despido:

En ocasiones se contemplan casos híbridos. Puede ocurrir que la ley entienda que hay una causa de despido procedente, que da derecho a una indemnización, aunque sea algo menor que si el despido fuese improcedente. Es el caso de despidos por motivos económicos (la empresa pasa por dificultades económicas y necesita reducir el número de empleados).

El principal efecto del despido es que finaliza la relación laboral entre las partes.

Aparte de eso, el despido puede generar otros efectos colaterales:

Aunque dependerá finalmente de las legislaciones específicas,[4]​ es bastante común la exigencia de requisitos formales para tener por configurado el despido. Se pueden citar algunos requisitos habituales:



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