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Dinamarca-Noruega



¿Dónde nació Dinamarca-Noruega?

Dinamarca-Noruega nació en Islandia.


El reino de Dinamarca y Noruega es un estado extinto que consistía en la unión de Dinamarca y Noruega, incluyendo sus dependencias (Islandia, Groenlandia y las Islas Feroe), durante el periodo que todos ellos formaron un solo estado político entre 1536 y 1814. El gentilicio utilizado es «dano-noruego».

Los escandinavos fueron cristianizados en los siglos X al XIII y dieron lugar a tres reinos:

Dinamarca se forjó a partir de sus tres regiones históricas (incluyendo Blekinge, Halland y Escania en la actual Suecia y el sur de Schleswig en la actual Alemania).

Suecia nació igualmente a partir de sus regiones históricas (la mayoría de Svealand, Gotland y Finlandia).

Noruega se creó desde varios reinos pequeños (incluyendo Båhuslen, Herjedalen, Jemtland, Idre y Särna) además de las posesiones de ultramar de las islas Shetland y Orkney (desde aproximadamente el siglo IX), las Islas Feroe (desde 1035), Groenlandia e Islandia (desde 1261-62).

Los tres reinos se unieron en la Unión de Kalmar en 1397. Suecia salió de esta unión y volvió a entrar en ella varias veces, hasta 1521, cuando la abandonó definitivamente, dando lugar al reino de Dinamarca-Noruega (incluyendo las posesiones de ultramar en el Atlántico Norte, así como la isla de Saaremaa en la actual Estonia).

El estallido de la Guerra de los Siete Años del Norte en 1563 se atribuye principalmente al descontento de Dinamarca debido al desmantelamiento de la Unión de Kalmar en la década de 1520. Cuando el rey danés Federico II (1534-1559) incluyó la insignia tradicional sueca de las tres coronas en su escudo de armas, los suecos interpretaron esto como una reclamación de Dinamarca a Suecia. En respuesta Erico XIV de Suecia (1560-1568) añadió la insignia de Noruega y Dinamarca a su escudo de armas.

Después de que el rey sueco Erik introdujera obstáculos en el comercio con Rusia, Lübeck y la Mancomunidad de Polonia-Lituania se unieron a Dinamarca en una alianza de guerra. Dinamarca llevó a cabo algunos ataques navales en Suecia, que comenzaron con eficacia la guerra. Después de siete años de lucha, el conflicto concluyó en 1570 con un statu quo ante bellum.

Dinamarca dominaba el estrecho entre el mar Báltico y el mar del Norte (Estrecho del Sund), hecho que le reportaba cuantiosos beneficios en concepto del cobro de peajes. Suecia buscaba una ruta comercial alternativa para evitar pagar dicho peaje a los daneses a través del norte de Noruega. Suecia buscó controlar la ruta terrestre a través de la escasamente poblada Laponia. En 1607, Carlos IX de Suecia se declaró así mismo «Rey de los lapones de Nordland», comenzando a recaudar tributos en territorio noruego, incluso al sur de Tromsø.

Dado que los peajes del Sund constituían la principal fuente de ingresos para Dinamarca, esta no estaba dispuesta a aceptar rutas comerciales alternativas, particularmente cuando esta fue establecida a través de territorio noruego, y por ello Dinamarca protestó.

Inglaterra y Holanda también estaban involucradas en el comercio a través del mar Báltico, por lo que presionaron a Dinamarca para que pusiese fin a la guerra antes de obtener una victoria decisiva. Los daneses, a pesar de estar bien equipados y fuertes, habían confiado demasiado en fuerzas mercenarias y Cristián IV, bajo ya de fondos, fue finalmente persuadido en 1613. Con la intercesión de Inglaterra, se firmó el tratado de Knäred el 21 de enero de ese mismo año.

Dinamarca recuperó el control sobre la ruta terrestre abierta por los suecos, incorporando Laponia a Noruega (y de esta forma pasando a control danés). Además, Suecia tuvo que pagar un alto rescate por dos fortalezas capturadas por Dinamarca. Suecia, sin embargo, consiguió una gran concesión: el libre derecho a comerciar a través del estrecho del Sund, estando exenta de pagar peajes (derecho compartido con Inglaterra y Holanda).

El gran rescate pagado por Suecia (llamado "rescate de Älvsborg") fue utilizado por Cristian IV, entre muchas otras cosas, para fundar las ciudades de Glückstadt, Christiania (refundada después de un incendio), Christianshavn, Christianstad y Christianssand. También fundó la Compañía Danesa de las Indias Orientales, que condujo al establecimiento de numerosas colonias danesas en la India.

No mucho tiempo después de la guerra de Kalmar, Dinamarca-Noruega se involucró en otra gran guerra, en la que lucharon junto con los estados protestantes, principalmente del norte de Alemania y otros contra los Estados católicos encabezados por la Liga católica alemana.

Cristián IV trató de convertirse en el líder de los estados luteranos del norte de Alemania, sin embargo después de la Batalla de Lutter en 1626 Dinamarca sufrió una aplastante derrota. Esto llevó a la mayoría de los estados protestantes alemanes a cesar su apoyo a Cristián IV. Después de otra derrota en la Batalla de Wolgast y siguiendo el Tratado de Lübeck en 1629, que prohibía a Dinamarca intervenir en los asuntos alemanes, la participación de Dinamarca en la guerra llegó a su fin.

Como Suecia tuvo un gran éxito durante la Guerra de los Treinta Años frente al fracaso de Dinamarca, vio una oportunidad de un cambio de poder en la región. En aquel entonces la soberanía sueca estaba amenazada por Dinamarca y Noruega, la cual había rodeado dicho territorio desde el sur (Blekinge, Escania y Halland) y oeste (Bohuslän) hasta el noroeste (Jämtland). Otro factor determinante en este conflicto fue los aranceles en el estrecho de Øresund. En la primavera de 1643 el Concejo Monárquico Sueco determinó que Dinamarca les había ganado bastante terreno. Posteriormente el Conde diseñaría un plan de guerra dirigido contra posiciones danesas a partir de mayo.

Dinamarca en sí estaba mal preparada para la guerra, y Noruega se mostraba reacia a atacar Suecia, lo que dejó a los suecos en una buena posición.

La guerra terminó, según lo previsto con victoria sueca, y con el Tratado de Brömsebro en 1645, Dinamarca-Noruega tuvo que ceder parte de sus territorios, incluyendo los territorios noruegos Jemtland, Herjedalen y Idre y Serna, así como las posesiones danesas del mar Báltico, Gotland y Ösel. Así que, como la Guerra de los Treinta Años vería la subida de Suecia como gran potencia, esto marcó el comienzo del declive danés.

La Guerra sueco-danesa (1657-1658), parte de la Segunda Guerra del Norte, fue una de las guerras más devastadoras para el reino Dano-Noruego. Después de una gran pérdida en la guerra, Dinamarca-Noruega se vio obligada en el Tratado de Roskilde de dar a Suecia casi la mitad de su territorio. Esto incluyó las provincias noruegas de Trøndelag y Båhuslen, y todas las provincias danesas restantes en la parte continental de Suecia, más la isla de Bornholm.

Sin embargo, dos años después, en 1660, hubo un tratado de seguimiento, el Tratado de Copenhague, en la que tuvieron que devolver Trøndelag y Bornholm a Dinamarca-Noruega.

A raíz de la secesión definitiva de Suecia de la Unión de Kalmar en 1521, la guerra civil y la reforma protestante pasaron de seguido en Dinamarca y Noruega. Cuando las cosas se habían calmado, la Riksradet (Consejo Superior) de Dinamarca se debilitó, y finalmente fue abolida en 1660, cuando Dinamarca-Noruega se convirtió en un estado absolutista y una monarquía hereditaria, ya que Noruega lo había sido desde la Edad Media. Estos cambios fueron confirmados en la Lex Regia firmada el 14 de noviembre de 1665, que estipula que todo el poder estaba en manos del rey, que solo era responsable hacia Dios. El Riksråd noruego se reunió por última vez en 1537. Noruega mantuvo sus leyes separadas y algunas instituciones, como la de real canciller y monedas por separado y el ejército.

Dinamarca había perdido sus provincias de Escania tras el Tratado de Roskilde y estaba siempre dispuesta a recuperarlas, pero a medida que Suecia iba creciendo hasta convertirse en una gran potencia esto no sería una tarea fácil. Sin embargo, Cristián V finalmente vio una oportunidad cuando Suecia se involucró en la guerra franco-holandesa, y después de algunas vacilaciones Dinamarca invadió Suecia en 1675.

Aunque el asalto danés inicialmente fue un gran éxito, los suecos liderados por el rey Carlos XI de 19 años logró contraatacar y recuperar la tierra que estaba siendo ocupada. Al final la guerra concluyó con la paz dictada en Francia, sin ganancias permanentes o pérdidas a cualquiera de los países.

Durante las Guerras Revolucionarias Francesas, Dinamarca-Noruega en un principio trató de mantenerse neutral para poder continuar su comercio tanto con Francia como con el Reino Unido, pero cuando entró en la Liga de la Neutralidad Armada, los británicos consideraron esto como una acción hostil y atacaron Copenhague en 1801 y de nuevo en 1807. En el ataque de 1807, el ejército británico confiscó toda la armada Dano-Noruega sobre la base de que Dinamarca-Noruega estaba a punto de lanzar un ataque contra Gran Bretaña. La marina Dano-Noruega era la única marina en Europa capaz de desafiar a la marina británica después de la destrucción de la armada franco-española en la batalla de Trafalgar. Sin embargo, no estaba preparada para cualquier operación militar y los soldados británicos encontraron a los barcos todavía en el puerto después de la temporada de invierno. Los dano-noruegos estaban más preocupados por preservar su neutralidad, por lo que su ejército se reunió en Danevirke en previsión de un posible ataque francés, dejando así Copenhague vulnerable frente a un ataque británico. El ataque británico sobre Dinamarca obligó efectivamente a los dano-noruegos a establecer una alianza con Francia.

Dinamarca-Noruega fue derrotada y tuvo que ceder el territorio de la parte continental de Noruega al rey de Suecia en el Tratado de Kiel. Las posesiones de ultramar de Noruega fueron mantenidas por Dinamarca. Pero los noruegos se opusieron a los términos de este tratado, y una Asamblea Constituyente declaró la independencia de Noruega el 17 de mayo de 1814 y eligió al príncipe heredero Cristián Federico como rey de la Noruega independiente. A raíz de una invasión sueca, Noruega se vio obligada a aceptar una unión personal con Suecia, pero conservó sus instituciones liberales por separado, excepto el servicio exterior. La unión se disolvió en 1905.

A veces se le llama Reino de Dinamarca, englobando a las dos naciones durante este periodo de tiempo, ya que el poder económico y político se concentraba en Copenhague. Estos términos cubren la "parte real" de los Oldenburgos como lo fue en 1460, con exclusión de la parte "ducal" de Schleswig y Holstein. La administración utilizaba dos lenguas oficiales, danés y alemán, y durante varios siglos existíó tanto una cancillería danesa como otra alemana.

El reino de Dinamarca y Noruega es el lugar donde comienza la trama de la novela Los trabajos de Persiles y Sigismunda, de Miguel de Cervantes.[1]



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