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Diosgracias de Cartago



Deogracias de Cartago, Diosgracias de Cartago o Deogratias Carthaginensis fue un obispo cartaginense (tunecino), que vivió en el siglo V. La Iglesia católica lo venera como santo. Su festividad es el día 5 de enero.[2]​ En el calendario litúrgico anterior (obsoleto) su festividad se celebraba el 22 de marzo.[2]​ Según el calendario cartaginense, su culto local se celebraba el 29 de octubre.[2]

En 439, Cartago fue invadida por los vándalos de Genserico (389-477).[2]​ Ellos habían abrazado el arrianismo, por lo que expulsaron al obispo católico Quodvultdeus y lo abandonaron ―junto con sus diáconos y presbíteros―, en botes peligrosos (viejos, inundados o con remos ―sin velas―).[2]​ El obispo y sus hombres llegaron bien a Nápoles (en la Campania italiana). Quodvultdeus falleció allí 14 años después, en 453.

Ese año, Valentiniano III (que reinaba en Roma como emperador de Occidente desde el 425) le pidió a Genserico que permitiera que los cristianos cartagineses designaran a otro obispo.[2]​ Fue elegido el sacerdote Deogratias, y consagrado «obispo de Cartago» el 25 de octubre del 453.[3]

El 16 de marzo de 455, Valentiniano III fue asesinado, y le sucedió Petronio Máximo. Genserico consideró roto el tratado de paz firmado con Valentiniano en 442, viajó a Roma con sus hombres en barcos y marchó sobre Roma, cuya población se rebeló contra el nuevo emperador y le dio muerte. Tres días después ―el 22 de abril de 455― los vándalos tomaron sin resistencia la ciudad y la saquearon. Genserico retornó a Cartago con gran cantidad de esclavos romanos. Como era la práctica de la época ―de romanos, cartagineses, babilonios, etc.―, los cautivos fueron distribuidos con absoluta arbitrariedad: las esposas fueron separadas de sus esposos, y los padres, de sus hijos. Para rescatar a los nobles esclavos romanos, Deogracias vendió todos los bienes de sus dos templos: los cálices de oro y plata y todos los ornamentos de los altares. De esa manera logró «redimir» (a cambio de dinero) a varias familias. El obispo cedió sus dos basílicas para acomodar a estas familias (que durmieron en esteras, y fueron alimentadas por el obispo) hasta poder repatriarlas a Roma.[2]

Consumido por este esfuerzo, sin embargo, Deogracias falleció un año después (456 o 457), tras poco más de tres años de episcopado.[2]

Para evitar que sus seguidores despedazaran su cuerpo para obtener reliquias, sus diáconos más íntimos organizaron una gran procesión pública con cantos y oraciones, mientras lo enterraron secretamente y evitaron su profanación.[2]

La única prueba acerca de la existencia de este obispo, proviene de Historia persecutionis vandálicae (‘historia de las persecuciones de los vándalos’), escrita por el obispo Víctor de Vita.[4]



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