x
1

Doña Flor y sus dos maridos (película)



Doña Flor y Sus Dos Maridos es una película brasileña de 1976, del género de la comedia, dirigida por Bruno Barreto. El guion es una adaptación que se basa en la novela de Jorge Amado, fue adaptada por Bruno Barreto, Eduardo Coutinho y Leopoldo Serran. El director de fotografía es Murilo Salles. Fue la película más vista del cine brasileño, con más de 10 millones de espectadores en los cines, hasta que fue sobrepasada en 2010 por Tropa de élite 2. Se hico un remake en Estados Unidos titulado Kiss Me Goodbye, en 1982, y se hizo una nueva versión en Brasil en 2014. También ha sido adaptada en forma de miniserie para TV Globo en 1998. En noviembre de 2015, la película está en la lista hecha por la Asociación Brasileña de Críticos de Cine (Abraccine) de las 100 mejores películas brasileñas de todos los tiempos.

Jorge Amado (1912-2001) es uno de los escritores más conocidos y apreciados de la literatura brasileña. Sus novelas, por lo general llenas de humor, de vida y de personajes magníficamente caracterizados, han sido traducidas a decenas de idiomas y gozan de una justificada popularidad.

El film adapta aceptablemente el libro del mismo nombre. Durante la primera mitad de la película, la acción combina la muerte de Vadinho (José Wilker) con flash-backs de su vida con Doña Flor (Sonia Braga), su bella esposa. Conocemos su vida de vago, apostador compulsivo (que robaba lo que su esposa ganaba para gastarlo en el casino), borrachín, fiestero y mujeriego (aunque él asegura que solo ama a su mujer); por otra parte, Doña Flor se siente por momentos infeliz con ese granuja que tiene por esposo, pero pronto olvida y perdona todo ante el irresistible poder de seducción de Vadinho y la manera como él la sumerge en el fuego de la pasión y el deseo en inolvidables noches. En una época marcada por el puritanismo, su desfachatez era un bálsamo refrescante. Está casado con una mujer abnegada y trabajadora, quizás por la necesidad de tener a alguien normal a su lado para tener algún asidero en el mundo y, de paso, poder explotarlo financieramente. Hay algún que otro detalle que, si bien no redime a Vadinho, al menos le da un matiz menos detestable: cuando se excede, pide perdón y arma ostentosas fiestas para agasajar a Flor; y su pasión por esta mujer es ardiente y auténtica. La segunda parte de la cinta muestra, de manera explícita, cuánto extraña Doña Flor a su marido muerto; por más bribón y caradura que fuese, nunca podrá olvidar al amante. Así, acepta casarse con el farmacéutico, Teodoro Madureira (Mauro Mendonça), que tiene fama de decente y recto a más no poder. Si bien con este nuevo marido Doña Flor consigue la seguridad y respeto que nunca le dio Vadinho, el buen doctor es una desilusión a la hora de cumplir sus deberes conyugales (no solo fija fechas y horas para el sexo, sino que ni siquiera se quita el pijama).

Vadinho reaparece como una especie de fantasma "corpóreo" (siempre completamente desnudo), pues solo su mujer podrá verlo y sentirlo. Doña Flor, si bien llega a tener apasionado sexo con el fantasma, se resiste a seguirle siendo infiel a su respetable segundo esposo, y contacta a unos brujos para que, mediante conjuros, manden al difunto de regreso al más allá. Pero en la escena culminante, Vadinho aclara que fue la propia Doña Flor quien le "llamó" y que no habría infidelidad alguna, pues tanto Vadinho como Teodoro son sus legítimos esposos. Cada uno le dará lo que el otro no puede (o pudo) darle. Doña Flor finalmente lo entiende, pero ya el hechizo de "regreso" está en marcha... ¿será demasiado tarde?

Este película es considerada, con toda justicia, como uno de los clásicos del cine brasileño, así como el más recordado film de la sensual Sonia Braga.

Doña Flor y sus dos maridos atrajo más de 12 millones de espectadores en las salas de cine en Brasil. El erotismo, sin embargo, le llevó a ser censurada en varios países. Según dice la edición digital del diario argentino La Nación: "La obra se estrenó -versión teatral- en enero del 83, durante la dictadura. En esos tiempos, las cosas no estaban como para que un actor apareciera casi desnudo o que una ama de casa desesperada encontrara su equilibrio interno compartiendo la cama con sus dos maridos. Entonces, el aparato represor hizo el resto. Primero se suspendieron algunas funciones porque había matafuegos en la sala que, dijeron, estaban vencidos. Luego, nueva suspensión: alguien puso el grito en el cielo porque había velas en el escenario. Durante la quinta semana en cartel, tal y como canta la Bersuit, se produjo el estallido. La edición de LA NACION del 15 de mayo de 1983 decía que Paolantonio, Ana María Cores, Adrián Ghío y el cuerpo de baile habían sido procesados por infracción al artículo 123 del Código Penal "que reprime con prisión de dos meses a dos años al que diera espectáculos obscenos". Por ese motivo, se ordenó el cierre del teatro Metropolitan "a la vez que el juez ordenó el secuestro de distintos elementos utilizados en escena, entre ellos, un sombrero, una camisa y otros considerados como medios para la representación obscena", según rezaba la crónica. Así, la temporada llegaba a su fin y el mito comenzaba a crecer. Como telón de fondo, Sonia Braga volvía al cine con otro texto de Amado ( Gabriela, clavo y canela ). Y como en Argentina, Paolantonio se fue con ese mismo montaje a presentarlo en Chile y en Brasil (hasta montó la obra en la mismísima ciudad de Bahía). Con la llegada de la democracia, en diciembre de 1983, la producción consigue que en La Plata se levante la prohibición. Allí la vio el mismísimo Jorge Amado, quien se dirigió al director de la puesta con estas palabras: "Lo más importante de lo que yo he pensado en mi doña Flor está en la suya, y eso -al verla en el escenario- me ha llenado de una cálida alegría y de gran reconocimiento intelectual". Entusiasmado con la puesta, Jorge Amado en persona le avisó al expresidente Raúl Alfonsín que, en plena democracia, Doña Flor y sus dos maridos estaba prohibida. Dicen que Alfonsín puso el grito en el cielo. Entonces, se levantó la medida y así fue como la obra pudo reponerse, con modificaciones en el elenco, un año después en Buenos Aires. Esa temporada se realizó en el teatro Odeón, que, cosas de la vida, luego fue demolido. Después, el espectáculo salió de gira por el interior del país. "

La película está rodada casi en su totalidad en el centro histórico de Salvador de Bahía (nombre completo: San Salvador de Bahía de Todos los Santos), especialmente en los barrios Nazaré (para ser más precisos en Largo da Palma) y en el famoso Pelourinho. El fin de la iglesia, de la que Dona Flor va de la mano con el actual marido y su exmarido fantasma Vadinho (desnudo, incluso en esta ocasión!), Es precisamente la Iglesia de Nuestra Señora do Rosario dos Pretos, ubicada en la Calle Luis Viana Filho, que conduce desde el citado Pelourinho, a las afueras de Carmo, puerta de entrada al distrito de San Antonio.

Chico Buarque con interpretación de Simone.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Doña Flor y sus dos maridos (película) (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!