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Dominus ac Redemptor



Dominus ac Redemptor es un breve apostólico, promulgado el 21 de julio de 1773 por el Papa Clemente XIV, por medio del cual se suprimió a la Compañía de Jesús.

Los jesuitas habían sido expulsados de Brasil (1754), Portugal (1759), Francia (1764), España y sus colonias (1767) y Parma (1768). A pesar de enfrentarse con una fuerte presión de parte de los embajadores de las cortes borbónicas, el Papa Clemente XIII se negó repetidamente a ceder ante sus demandas, que pedían la total supresión de la Orden Jesuita. El asunto devino en una crisis que rondó las celebraciones del cónclave de 1769, que elegiría a Clemente XIV. El nuevo Papa, de la familia de los Ganganelli, era un fraile franciscano.

Clemente trató de aplacar a los enemigos de los jesuitas durante sus primeros años de gobierno a través de un duro tratamiento a la Orden: rechazó reunirse con el Superior General Lorenzo Ricci, les ordenó no recibir novicios, entre otras medidas, sin ningún resultado. La presión había ido en aumento hasta el punto de que los países católicos amenazaron con romper con Roma. Clemente XIV finalmente cedió en nombre de la paz de la Iglesia y para evitar la secesión en Europa y suprimió la Compañía de Jesús a través del breve Dominus ac Redemptor, el 21 de julio de 1773.

El documento posee 45 párrafos en total.

En el párrafo introductorio, Clemente XIV observa que como Cristo ha venido a la tierra como el príncipe de la paz, esta se ha trasmitido a los apóstoles y al sucesor del Pedro, cuya responsabilidad es la de fomentar las instituciones que busquen la paz, y eliminar las que la obstaculicen. Es por ello que el Papa se da, como propia facultad, la de suprimir una orden religiosa si esta atenta contra la armonía y la tranquilidad de la iglesia.

Luego Clemente continúa con un detallado estudio de las razones que lo motivan a extinguir a la Compañía de Jesús:

En una sección final, más técnica, Clemente XIV pronuncia la sentencia real de supresión de la Compañía de Jesús. Se le suman algunas disposiciones dictadas para la aplicación del breve.

Un segundo breve, el Gravissimis ex causis, del 16 de agosto, estableció una comisión de cinco cardenales encargados de informar a los jesuitas y encargándose de velar por los gastos causados por la represión. Dos días más tarde, una carta del presidente de la comisión cardenalicia ordenó a todos los obispos de la Iglesia proclamar y publicar el escrito en cada casa, residencia, o escuela jesuita, en presencia de la comunidad. Este enfoque inusual creó un buen número de problemas. Los países no católicos como el Reino de Prusia y el Imperio ruso prohibieron a los obispos promulgar el breve y ordenaron a los jesuitas llevar a cabo sus actividades académicas como si nada hubiera pasado.



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