La ecografía obstétrica es un método médico usado para determinar la presencia de embarazo y conocer las condiciones del embrión o feto, así como de la placenta, útero, cuello del útero y líquido amniótico. La ecografía es un procedimiento de diagnóstico que emplea el ultrasonido para crear imágenes bidimensionales o tridimensionales. Un pequeño instrumento (muy similar a un micrófono) llamado transductor emite ondas de ultrasonidos. Estas ondas sonoras de alta frecuencia se transmiten hacia el área del cuerpo bajo estudio y se recibe su eco, el cual es procesado por una computadora que muestra una imagen de los órganos o el feto sobre los que ha incidido el ultrasonido.
Es el método más seguro para conocer el estado general del embarazo y, según las semanas de gestación, tiene sus indicaciones específicas. El examen es por imágenes. Las ondas sonoras reflejadas en el vientre materno permiten ver el desarrollo del feto dentro del útero de la madre. También es utilizado para ver los órganos pélvicos de la madre durante su embarazo. La ecografía obstétrica no emplea radiación ionizante.
Este examen es realizado, por lo general, por el radiólogo o por el ginecólogo, para conocer el desarrollo del feto y su posición dentro del útero.
Algunos centros médicos realizan este examen a las 13 o 14 semanas de gestación para conocer si el feto tiene rasgos de padecer síndrome de Down u otras anormalidades del desarrollo.
El sexo del feto se puede determinar, a través de una ecografía, en más del 95 % de los casos y con una fiabilidad superior al 99 % a partir de la semana 18 de embarazo. Entre las semanas 12 y 18 es posible detectarlo en un porcentaje bastante alto, pero con un margen de error mayor.
Es el principal efecto en los ultrasonidos obstétricos. Aparece cuando se produce calentamiento de tejidos blandos y del hueso. Esto se debe a la propagación del sonido en los tejidos, lo cual provoca fricción y la energía mecánica es transformada en calor. Para presentarse algún efecto sobre el desarrollo hay estudios que indican que la temperatura debe estar por encima de 1.5 a 2 °C por encima de la temperatura materna. Con la ecografía se produce menos de 1 °C.
Resulta de la fuerza de radiación, de la corriente y de la cavitación. Este efecto se ha valorado en tejidos con gas, como el intestino y los pulmones, y los efectos pueden ser fatales si no se opera correctamente el equipo. En el caso del ultrasonido obstétrico no presenta riesgo, ya que las bolsas amnióticas carecen de gas. Sin embargo, los efectos de la radiación mecánica han sido demostrados en estudios preliminares de modelos físicos y fetales usando el Doppler obstétrico. Esto se debe a que las imágenes con Doppler usan mayores intensidades de sonido y producen índices térmicos más altos con respecto al modo bidimensional, a pesar de que ambos poseen los mismos índices mecánicos. Por tanto, los efectos biológicos potenciales pueden ser tanto de origen térmico como mecánico. El cerebro fetal es considerado más susceptible, por lo cual la exploración con Doppler durante el embarazo temprano debe evitarse.
La vejiga debe estar llena para que el aire del intestino no interfiera en el paso del sonido e impida el estudio del útero y del embrión o feto. En embarazos avanzados no es necesario tener la vejiga llena; por ello, antes de acudir a la cita es importante preguntar al radiólogo las condiciones para el estudio.
Antes de realizar la ecografía, se recomienda que la madre beba 2 o 3 vasos de agua 1 hora antes de la prueba, para llenar la vejiga y así obtener una mejor imagen. La madre permanecerá acostada durante el procedimiento, mientras el ecografista aplicará un gel a base de agua en el abdomen, vientre y pelvis que permitirá a la sonda manual enviar ondas sonoras que rebotarán, también sobre el feto o embrión, para así producir una imagen en el ecógrafo. Todo lo cual permitirá determinar su estado y desarrollo.
En ocasiones, al principio del embarazo se puede hacer la ecografía por vía transvaginal, en cuyo caso la vejiga debe estar vacía.
Cualquier resultado anormal en la ecografía puede ser producto de:
El ultrasonido obstétrico no puede identificar todas las anormalidades del desarrollo fetal. Por ello, ante las sospechas de una posible anormalidad clínica detectable por análisis de laboratorio, una mujer embarazada puede tener que someterse a pruebas no radiológicas para determinar la salud del feto. Como la amniocentesis (evaluación del fluido extraído del saco que rodea al bebé), o el muestreo de la vellosidad coriónica (evaluación del tejido de la placenta). También puede ser derivada por su médico o matrona de atención primaria a un perinatólogo (obstetra que se especializa en embarazos de alto riesgo).
En algunas ocasiones, durante el ultrasonido obstétrico, el ecografista podría tener que presionar con mayor firmeza para acercarse más al embrión o feto y, así, visualizar mejor la estructura. Cualquier molestia es en general mínima y temporal. Si se lleva a cabo un estudio por ultrasonido Doppler, es posible que la madre oiga sonidos similares al pulso, que varían en tono mientras se controla y mide el flujo sanguíneo. Con la exploración transvaginal se puede experimentar una pequeña incomodidad cuando el transductor se inserta dentro de la vagina. Por lo general, este examen de ultrasonido se completa en 30 minutos. Cuando el examen finaliza, es posible que se le pida a la paciente que se vista y que espere unos pocos minutos mientras se revisan las imágenes obtenidas por ultrasonido. Luego de someterse a un examen por ultrasonido, debería poder retomar sus actividades normales inmediatamente.
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