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Edificio Peugeot



¿Dónde nació Edificio Peugeot?

Edificio Peugeot nació en Argentina.


El Edificio Peugeot fue un rascacielos de oficinas proyectado en Buenos Aires (Argentina) en 1962, que habría alcanzado los 207 metros de altura. La propuesta ganadora fue elegida mediante un legendario concurso internacional, al cual se presentaron 226 anteproyectos, por parte de arquitectos pertenecientes a 55 países diferentes. A pesar de haber seleccionado el proyecto del estudio brasileño aflalo/gasperini, finalmente la inversión no se concretó, y el edificio nunca fue construido. Hubiera sido el más alto de la Argentina, y uno de los mayores de Latinoamérica en su época.

A partir de 1958, con la llegada al gobierno de Arturo Frondizi.

Así, en 1961 inversores argentinos y extranjeros que estaban agrupados en torno a la empresa “Foreign Building & Investment Company”, decidieron construir un rascacielos de 60 pisos y 207 metros de altura. Debía ser el más alto de América Latina, superando a la Torre Latinoamericana en México DF. El costo estimado de la construcción del rascacielos fue de U$S 20.000.000, de los cuales 1.031.030 serían demandados para la compra del terreno, ubicado en la esquina sudeste de la Avenida del Libertador y la calle Esmeralda, frente a las vías de la Estación Retiro, en un lote entonces ocupado por una terminal de tranvías y depósitos.

El futuro Edificio Peugeot debía contar con un sector de 20 departamentos que tenían que poder ser utilizados para alojar a los huéspedes de las diferentes compañías que ocuparan oficinas en el mismo. También se preveía una galería comercial con 40 locales de aproximadamente 20 m² cada uno; 10 locales bancarios con una superficie media de 60 m²; un local general para el tesoro y locales para atenciones personales de ambos sexos (peluquerías, etc.). Por otra parte debían ser construidos dos auditorios, uno en una platea continua o bien en dos niveles con capacidad para 500 personas, y otro con capacidad para 250 personas; una gran sala de recepciones con capacidad modificable y una superficie aproximada de 400 m² y tres restaurantes. Aparte de estos requerimientos, tenía que lograrse la mayor cantidad posible de metros cuadrados cubiertos destinados a oficinas de alquiler.

El jurado para la elección del anteproyecto ganador estuvo integrado por: Marcel Breuer y Affonso Eduardo Reidy (Unión Internacional de Arquitectos); Francisco Rossi (Federación Argentina de Sociedades de Arquitectos); Francisco García Vázquez (Sociedad Central de Arquitectos) y Eugène Beaudouin, Martín Noel y Alberto Prebisch (Foreign Building & Investment Company). 866 equipos se inscribieron para el concurso. De estos, 204 pertenecían a Estados Unidos, 120 a Argentina y 89 a Brasil. En total se recibieron 226 anteproyectos provenientes de 55 países. La selección duró varios días e incluso estos estuvieron expuestos en uno de los locales que se habían construido para la Exposición del Sesquicentenario de la Revolución de mayo de 1960.[1]

En revistas de arquitectura de la época, como Summa o Nuestra Arquitectura, se publicaron extensos artículos sobre el concurso y sus resultados, mientras en sus páginas se formó un debate a través de artículos que mostraban posturas muy diversas sobre el proyecto de construir un rascacielos de 200 metros en pleno Buenos Aires. De todas formas, finalmente la idea no se concretó y el Edificio Peugeot no fue construido. Cuarenta años después, el terreno elegido era utilizado para la construcción de torres de departamentos de la mitad de la altura que el Peugeot hubiera tenido.

El concurso resulta aún hoy en día de gran interés, debido a la variedad inmensa de trabajos presentados, y la gran diferencia de propuestas y concepciones reflejadas en las ideas de arquitectos españoles, italianos, norteamericanos, argentinos, etc. Se pueden apreciar, según el arquitecto Martín Lisnosky, que “Si bien algunas osadías reproducen casi textualmente los ejercicios de la Bauhaus del curso introductorio de Albers allá por 1928 [como la propuesta de Francisco Bullrich] , otros avanzan por caminos muy similares a los que atraviesan en general importantes estudios hoy en día, y con gran éxito. Torsiones, Deformaciones de planos, Grillas en Pares que se articulan, Geometrías angulares que apenas se tocan, grandes rebanadas en planos diagonales, disposición libre de llenos y vacíos desordenados planta por planta.”[2]

Diversos autores, entre ellos Pancho Liernur, coinciden en sus artículos en que “El edificio ganador era un proyecto convencional, que cumplía con los cánones estéticos del más puro estilo internacional, resuelto con corrección, pero que no aportaba nada diferente a la estética miesiana de lectura racional y funcional de las torres ya existentes en la ciudad de Buenos Aires.”[3]



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