Efebo (del latín ephēbus, y este del griego ἔφηβος) es una palabra griega que significa adulto. En la Antigua Grecia solía aplicarse a los varones desde los 15 a los 18 años, aunque en Atenas eran los varones de 18 a 20 años, que eran instruidos en la efebeia, una especie de servicio militar.
Aunque comúnmente significa adolescente, en la Antigua Grecia el uso estaba reservado para los miembros de la ephebeia, una institución que se dedicaba a formar a los futuros ciudadanos, entrenando a los efebos en las artes de la guerra, a veces incluso en el campo de batalla.
El joven se inscribía como postulante en la lista de su demo. A continuación, la asamblea de los demotas se encargaba de verificar que el joven inscrito tuviera la edad requerida y que sus padres fueran ciudadanos de Atenas (según un decreto de Pericles de 451 a. C., era ciudadano todo hombre mayor de 20 años que tuviera un padre nacido de un ciudadano ateniense y una madre hija de ciudadano ateniense: πολίτης ). Seguidamente los sofronistas los reunían, y cada tribu de Atenas elegía a 10 jóvenes en total como efebos. Los sofronistas además debían de encuadrar a los efebos en la efebía, alimentarlos y alojarlos. Después de haber reunido a los efebos debían separarlos en dos grupos: uno estaba destinado a Muniquia y otro a Actea, dos emplazamientos situados en El Pireo.
El primer año estaba dedicado al adiestramiento en el uso de las armas bajo la instrucción del pedotriba (παιδοτρίϐης). Los efebos eran entrenados en las artes del combate como hoplitas y también aprenden a usar armas de asedio como la catapulta. Al finalizar la etapa, los efebos desfilaban ante la Asamblea (Boulé), donde recibían en una solemne ceremonia el escudo y la lanza de los hoplitas para completar su uniforme compuesto además por la clámide, y prestaban juramento de fidelidad a Atenas y sus instituciones.
Durante el segundo año la instrucción de los efebos se llevaba a cabo en las guarniciones del Ática. Los jóvenes reclutas constituían una buena parte de las tropas atenienses y se dedicaban fundamentalmente a tareas de construcción de puentes, trincheras y fortificaciones.
En la antigua Grecia, un efebo es también un tipo de escultura retratando a un varón joven desnudo. Podemos observar el ejemplo de los kuroi.
Más tarde, en las pinturas del Renacimiento podemos hallar retratados modelos de varones bastante andróginos, siendo requeridos por los pintores de aquella época para inmortalizar sus inusuales dotes físicas en sus obras, en las que resaltan las de tema sagrado, como por ejemplo las pinturas representativas de Santos Católicos, entre ellos el apóstol Juan, discípulo amado de Jesús, a quien difícilmente se le diferencia de una mujer, e incluso en la obra maestra de Leonardo da Vinci llamada la última cena se le llega a confundir con María Magdalena.
Los arcángeles, como Miguel, Gabriel y Rafael entre otros, son muchas veces representados en las esculturas, pinturas, etc. como hombres corpulentos que irradian fuerza y respeto, pero con rostros de admirables rasgos femeninos con largos cabellos ensortijados, que inspiran ternura y dulzura, en marcado contraste con sus fornidos y viriles cuerpos de guerreros de Dios.
Desde la Antigua Grecia hasta hoy, los efebos y su figura han llevado un mensaje erótico implícito.
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