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Efecto Matilda



El efecto Matilda es un prejuicio en contra de reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus colegas masculinos. Este fenómeno fue descrito por primera vez por la sufragista y abolicionista Matilda Joslyn Gage en su ensayo, «La mujer como inventora».

El término efecto Matilda fue acuñado en 1993 por la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter,[1]​ quien proporciona varios ejemplos de este efecto. Trotula de Salerno, una médica italiana del siglo XII, escribió libros que, después de su muerte, fueron atribuidos a autores masculinos. Los casos de los siglos XIX y XX que ilustran el efecto Matilda incluyen los de Nettie Stevens,[2]Marie Curie, Lise Meitner, Marietta Blau, Rosalind Franklin y Jocelyn Bell Burnell.

El efecto Matilda está relacionado con el efecto Mateo, por el cual un científico eminente a menudo obtiene más crédito que un investigador comparativamente desconocido, incluso si su trabajo es compartido o similar.

El profesor Ben Barres, un neurobiólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad Stanford que hizo la transición de mujer a hombre, habló que sus logros científicos se percibieron de manera diferente, según el sexo bajo el cual publicó sus trabajos.[3]

A partir de un análisis de más de mil publicaciones de investigación entre 1991 y 2005, se demostró que los científicos hombres citan más a menudo las publicaciones de autores masculinos que de mujeres.[4]​ En 2012, dos investigadoras de la Universidad Radboud de Nimega mostraron que en los Países Bajos el sexo de los candidatos a cátedra influye en la evaluación que se hace de ellos.[5]​ Casos similares se describen en un estudio italiano,[6]​ corroborado aún más por estudios estadounidenses y españoles.[7][8]​ Por su parte, una investigación suiza concluyó que los medios de comunicación masivos piden a los científicos varones más a menudo que contribuyan en espectáculos que a sus compañeras científicas.[9]

Los hombres científicos estadounidenses aún reciben más reconocimiento y premios en comparación con las mujeres científicas, a pesar de los logros similares. Esta diferencia está disminuyendo. Fue más pronunciado en la década de 1990 que en la década de 2000.[10]

A inicios de 2021, la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas publicó la iniciativa #NoMoreMatildas, que cobró popularidad al instante. En el propio 11F, día de la mujer y la niña en la ciencia, la campaña volvió a ser viral.



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