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El Cerro de Andévalo



El Cerro de Andévalo es un municipio español de la provincia de Huelva, Andalucía. En el año 2019 contaba con 2364 habitantes. Su extensión superficial es de 287 km² y tiene una densidad de 8,66 hab/km². Sus coordenadas geográficas son 37º 44' N, 6º 56' O. Se encuentra situada a una altitud de 296 metros y a 80 kilómetros de la capital de provincia, Huelva. Se celebran las fiestas patronales en honor de san Benito el primer domingo de mayo.

Número de habitantes en los últimos años.

     Deuda viva del Ayuntamiento de Cerro de Andévalo (El) en miles de Euros según datos del Ministerio de Hacienda y Ad. Públicas.[1]

Talleres líticos como el yacimiento de "Las Mingorreras" atestiguan la presencia de habitantes en estas tierras desde, al menos, 3000 años a.C. Serían los romanos quienes en el siglo II-I a.C. darían importancia a este territorio, dentro de la provincia romana de la Bética, por el valor que le otorgarían a la minería en el área del Andévalo, con las explotaciones de Minas como la de Nerón, utilizada por el Imperio romano para la fabricación de monedas, o la del Äguila ,el Lomero y yacimientos como La Plata.

Tal es la importancia de la minería en la zona que se cree que fue el dios de esta, Endovelico, quien pudo dar nombre a la comarca que hoy conocemos como El Andévalo.

Los árabes también llegaron a estas tierras, muestra de ello son los yacimientos de Cabeza Andévalo, la Murallas y el Regente.

Con la Reconquista cristiana, el 15 de junio de 1251, Fernando III de Castilla concedió a la ciudad de Sevilla el privilegio de posesión sobre grandes extensiones de tierras y lugares, entre ellos el Andévalo; hecho que fue ratificado en 1253 por su hijo Alfonso X en los mismos términos y todos sus derechos.

Pero esta zona del Andévalo era una tierra poco poblada. Hacia 1290 ya existía un primer enclave, como era la aldea de Castillejos y en 1293 Sancho IV ordenó a la ciudad de Sevilla que construyera castillos en Encinasola y Cumbres de Enmedio. Collantes de Terán recoge una noticia de fuentes eclesiásticas donde se dice que dos lugares de la región, El Cerro y La Nava, en 1387, están despoblados. No sería hasta alrededor de 1427 cuando vuelva a tener población e incluso una cárcel. Durante el siglo XVI El Cerro de Andévalo iniciará diligencias para ampliar su término municipal. Además, consolidan sus formas de vidas, luchan por administrar sus tierras, pagan tributos a la nobleza, construyen su Iglesia y un hospital para los enfermos, constituyen hermandades religiosas, crean capellanías....Incluso fueron capaces de enviar a sus hijos a estudiar a la Universidad de Salamanca. La información demográfica de esta época es de poca fiabilidad, el único dato del que se dispone es de El Libro o Censo de los Millones, que en realidad era utilizado por la Corona de Castilla para recaudar un nuevo tipo de impuestos, por lo que en realidad no se utilizaba para contabilizar la población.

En el s. XVII Portugal invade esta zona, a consecuencia de su Guerra de Independencia, lo que marca estos años, algunos pueblos huyen a los bosques (Santa Bárbara), otras son masacrados (Cabezas Rubias)....esta guerra marcó la zona del Andévalo durante los años siguientes. A causa de esta Guerra de Independencia Portuguesa, nace la Romería de San Benito Abad, que conmemora que las tropas lusas no entraron en el pueblo. Pero poco a poco el pueblo se comienza a levantar y a autorregularse, creando un sistema de estratificación social donde los jornaleros superaban a los agricultores con tierras y ganado propio, debido a que los huidos por la guerra regresan. Durante el siglo XVIII las consecuencias de la guerra se van quedando atrás y la población aumenta de forma paulatina, aunque a finales de siglo la escasez de alimentos y las epidemias detiene este crecimiento.

Los primero años del siglo XIX están marcados por la presencia de tropas francesas y españolas en su propio casco urbano, lo que causa grandes destrozos y cuantiosos gastos de guerra. Con el transcurso del siglo XIX el número de habitantes fue en aumento, debido a que con los avances científicos y médico los nacimientos superan a las defunciones, a lo que se une que algunas compañías mineras extranjeras descubrieron en el subsuelo del Andévalo manganeso, cobre y pirita, lo que provocó la llegada de población forastera que acude para trabajar en las minas de El Cerro de Andévalo, como La Joya (clausurada en 1975), que tuvieron mucho auge hasta mediados del siglo XX. Este crecimiento de población se concentró en la primera mitad del siglo XX, teniendo su pico más alto en 1940, cuando contaba con 5296 habitantes (según datos del censo). En la segunda mitad del siglo la situación cambia, las minas inician su declive , lo que provoca un gran éxodo rural, la agricultura, la ganadería y la minería ya no dan trabajo a todo el mundo, por lo que se deben trasladar a zonas donde el desarrollo industrial ofrece más oportunidades, como Huelva, Cataluña y País Vasco. En la actualidad este descenso de población sigue su proceso, es una localidad de población envejecida, donde los jóvenes emigran para buscar su futuro en otros sectores distintos a la agricultura y la ganadería, siendo sobre todo el caso de la población femenina. Aunque se trata de un pueblo con una cultura muy arraigada al que sus emigrantes vuelven de forma habitual para vivir sus costumbres y mantenerla viva. En estos últimos años la promesa de la vuelta de la minería, con el inicio de una explotación vecina, está devolviendo la vida a esta zona. Actualmente sigue en paradero desconocidos una de las cruces que se van encontrando por el camino a san benito, realmente eran 3 cruces.

Construida por Hernán Ruiz, en el siglo XVI, arquitecto que diseñó el remate de La Giralda de Sevilla, reúne elementos de diferentes estilos. Se trata de un edificio majestuoso, interior y exteriormente, su esbelta torre, permite divisar desde su altura gran parte del campo de El Cerro. De su construcción conserva las dos primeras capillas en las que se sitúan la portada principal y las dos puertas laterales. De estilo renacentista, es un templo de una sola nave. Entre 1732 y 1738, Andrés de Silva, tras derribar la tercera capilla, ábside, torre y sacristía, construye un nuevo presbiterio, sacristía y torre. La última ampliación la realizó Antonio Matías de Figueroa entre 1780 y 1788, que añadiría una nueva capilla ( la Capilla del Sagrario), una voluta barroca al exterior y el coro al interior, sobre la puerta principal.

Del siglo XVI, fue construida en dos fases, la primera una planta cuadrada con bóveda de horno y la segunda (s. XVIII), una ampliación de alzada más baja y bóvedas de cañón; ambas en muy buen estado de conservación tras su restauración en 1997. En la actualidad no tiene fin religioso y se utiliza como centro de actividades culturales

La ermita de San Benito data del siglo XV [2]




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