El puerto de Gijón, también conocido como El Musel, es un puerto marítimo español situado en el norte de la península ibérica, junto al mar Cantábrico. Su órgano rector es la Autoridad Portuaria de Gijón, organismo público que depende del Ministerio de Fomento.
Es el principal puerto granelero de España y el primero en movimiento de mercancías por ferrocarril, situándolo así como uno de los puertos más importantes de todo el Arco Atlántico.
Se encuentra ubicado a 5º41.9496’ longitud oeste y 43º33.5120’ de latitud norte y dispone de conexión directa por carretera y ferrocarril a las redes nacionales e internacionales.
El primer uso de la ensenada donde hoy se localiza el puerto de El Musel como puerto, la debieron hacer los astures del castro de Noega, ya que el lugar reúne unas afortunadas condiciones naturales: lugar abrigado de los vientos más peligrosos por el cabo de Torres, fondo limpio, calado suficiente, carencia de corrientes, fuentes para hacer aguada, perfil característico y fácilmente identificable (La Muyerona, según los marineros gijoneses), lo cual lo convierte en uno de los mejores puertos naturales del Cantábrico.
Se le ha definido como puerto minero e industrial desde que, hacia finales del siglo XIX, el antiguo Puerto Local de Gijón emplazado a los pies del cerro de Santa Catalina mostró sus limitaciones ante el desarrollo industrial que estaba viviendo la ciudad y el entorno más próximo. En sus muelles convivían productos como vidrios, derivados del petróleo e hilaturas, junto con las hullas de las cuencas mineras asturianas, exportadas por vía marítima ante la complejidad de la orografía del Principado. De poco sirvió que la línea férrea de Langreo llegara desde las minas hasta los mismos muelles y que se montaran los drops británicos para agilizar la carga de hulla en las bodegas de los vapores. El puerto local era pequeño y necesitaba alternativas.
La alternativa estaba en el proyectado puerto refugio de El Musel, situado a sotavento del cabo de Torres. Sin embargo, esta opción tuvo que batallar en dos frentes: por un lado, convencer a los partidarios de ampliar las antiguas instalaciones adosadas a la ciudad y, por otra lado, competir frente a las legítimas aspiraciones de otros puertos y localidades vecinas que contaban con resguardadas rías, como eran San Esteban de Pravia y Avilés, interesados en acoger los tráficos de Gijón.
Durante la Guerra civil española el puerto quedó en manos republicanas, y sufrió numerosos daños por los bombardeos de la Legión Cóndor, especialmente durante la Ofensiva de Asturias en el otoño de 1937. Durante la contienda salieron de este puerto, así como de otros de la cornisa cantábrica gran número de niños de familias republicanas y anarquistas en vapores mercantes (M/Valencia Stambridge, Vapor Esles,...) con destino Rusia, Reino Unido, Bélgica, Francia, México.... a pesar del bloqueo por el acorazado Almirante Cerveza y otros buques menores de la flota franquista.
El Musel salió adelante y, mediado el siglo XX, era un gran puerto exportador de hulla que alcanzaba, en el año 1956, la cifra de 2,8 millones de toneladas de combustible fósil embarcado. Por esos años empezaban a tomar forma los gigantes de la siderurgia. En la década de 1950 nacería la Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA) a orillas de la ría de Avilés. En los sesenta se construirían los diques de Levante y del Oeste en el puerto de El Musel y se crearía Hunosa.
A finales del siglo XX, la carencia de espacio en el puerto de El Musel era manifiesta y suponía una barrera para el crecimiento de toda una comarca. Las superficies ocupadas por el terminal de minerales de la empresa EBHISA (European Bulk Handling Installation) se encontraban al límite de su capacidad, a pesar del alivio aportado por las instalaciones de Aboño, conectadas con los muelles de El Musel mediante túneles y cintas transportadoras. A finales de los años noventa, el tráfico de mercancías en el puerto alcanzaba y mantenía los 20 millones de toneladas anuales, de los cuales 16 eran de graneles sólidos. En consecuencia, Gijón se convertía en el mayor puerto granelero de España. Pero se estaba a punto de alcanzar la capacidad máxima anual de movimiento en la terminal operada por EHIBSA, cifrada en 17 millones de toneladas de mineral.
La ampliación llegaba a tiempo, porque 2005 fue un año récord en el tráfico portuario de El Musel, al registrar el movimiento de 21,81 millones de toneladas de mercancías. En febrero de ese año se iniciaba el acopio de materiales para dar comienzo a las obras de la ampliación, cuyo elemento vertebrador era el dique de Abrigo, y en mayo daban comienzo los primeros vertidos de materiales al mar para empezar a ganar terreno. En la construcción de los 3.834 metros del dique de abrigo se emplearon diferentes técnicas: los 1.488 metros del primer tramo (dique de Torres) se conformaron con mantos de “todouno” y bloques cuyo peso oscilaba entre las cinco toneladas, para las zonas más abrigadas y próximas al cabo, hasta las 145 toneladas en las zonas más expuestas al oleaje.
Prolongando el dique de Torres, los 1.530 metros de longitud del dique Norte se construyeron utilizando cajones prefabricados y asentados sobre un lecho de grava enrasada. Un buque especializado depositó con precisión (mediante GPS) cada uno de los cajones en su lugar y sus celdas fueron rellenadas con el apoyo de dragas. La profundidad del mar en este tramo del dique variaba entre los 25 y los 30 metros. El tercer tramo, denominado Contradique y con 816 metros de longitud, consiste en un talud conformado por bloques de 90 toneladas sobre profundidades de entre los 26 y los 28 metros, siguiendo un proceso constructivo similar al del dique Norte.
El Puerto de Gijón está equipado con las más modernas instalaciones, aptas para manipular todo tipo de tráficos.
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