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El desierto rojo



El desierto rojo (Il deserto rosso)[1]​ es una película italiana de 1964 dirigida por Michelangelo Antonioni, con Monica Vitti y Richard Harris como actores principales.[2]

Con un guion escrito por Antonioni y Tonino Guerra,[3]​ el film trata de las secuelas psíquicas de una mujer (Monica Vitti) por la conmoción tras un grave accidente de coche. Estas secuelas le traen complicaciones a la hora de comunicarse y relacionarse con la gente que la rodea y con su entorno en general, y la llevan a ver su ciudad, Rávena, como un desierto en un sentido físico y también en sentido personal. Este aislamiento le hará dudar de su existencia, y de su manera de vivir y de ver las cosas.

El desierto rojo es la primera película en color dirigida por Antonioni. Fue galardonada con el León de Oro en el 25º Festival de Cine de Venecia de 1964, a la mejor película.[4]​ Esta es la última película de la llamada Tetralogía de la incomunicación (La aventura, La noche, El eclipse y El desierto rojo)[5][6]​ interpretadas todas ellas por Monica Vitti y el penúltimo film que realizó con Monica Vitti.[7][8]​ Se ha llamado también al ciclo Trilogía de la incomunicación, excluyendo El desierto rojo.

Giuliana (Monica Vitti) está insatisfecha social y afectivamente, acaba de sufrir una crisis neurótica después de haber tenido un accidente de tráfico. Su hijo (Valerio Bartoleschi) y su marido Ugo (Carlo Chionetti) conviven con ella. Ugo es un ingeniero electrónico en una empresa radicada en la zona industrial de la ciudad portuaria de Rávena. Corrado (Richard Harris), ingeniero de minas, es un antiguo compañero de Ugo que llega a la ciudad para contratar trabajadores y llevarlos a la Patagonia. Giuliana se refugia en su relación con Corrado para buscar una salida a su inestabilidad emocional pero solo consigue empeorar su estado. La protagonista sueña con huir a una playa desierta para salir de su profunda depresión.[9]

Aunque es la primera película en color de Antonioni, El desierto rojo utiliza el color, no para ser más fiel a la realidad, sino, de forma simbólica y no realista, para calificar los espacios de la película.

El abrigo verde de Giuliana y el abrigo amarillo de su hijo remiten a los colores de la naturaleza, a la armonía y al paisaje en contraposición a la sociedad industrializada en la que se encuentran, con humos contaminados y el ajetreo de la ciudad, donde se utilizan colores mucho más apagados.

Algunas escenas de la película están desenfocadas. Esto ocurre cuando el director hace referencia a la visión particular de la protagonista. El mundo de Giuliana se construye de luz y color para contrarrestar su oscuridad interior. Se intenta equilibrar el mundo exterior (colores vivos) con el mundo interior de los personajes (oscuridad).

En la secuencia de la cabaña, hay dos espacios muy diferenciados: la antesala en colores grises y la habitación roja donde transcurre el núcleo de la acción. El color rojo verbaliza las pasiones de los personajes y se convierte en el primer plano de figura-fondo. [10]



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